Un templo del saber pagado con juego
El rey Felipe V, llegado al trono tras una guerra, buscaba congraciarse con sus s¨²bditos y accedi¨® a crear en 1711 una Real Biblioteca de car¨¢cter p¨²blico con fondos incautados a sus rivales
Felipe V era m¨¢s devoto de las cartas ¨Centi¨¦ndase: sota, caballo, rey¨C que de los libros. Tambi¨¦n era el duque de Anjou, un franc¨¦s reinando sobre espa?oles tras una guerra largu¨ªsima que en puridad a¨²n no hab¨ªa concluido (1701-1713). En 1711, por tanto, estaba dispuesto a coger al vuelo todas las propuestas que contribuyesen a afianzar su imagen entre sus nuevos s¨²bditos. Su confesor, el jesuita Pierre Robinet, le sugiri¨® una: crear una Real Biblioteca con los fondos que el rey hab¨ªa tra¨ªdo de Francia (6.000 vol¨²menes), los acumulados por los Habsburgo (otros 2.000) y los incautados a los perdedores de la Guerra de Sucesi¨®n. La gran osad¨ªa que Robinet defendi¨® ante el monarca fue el car¨¢cter p¨²blico de la biblioteca. En fin¡ p¨²blica a la manera de 1711: cerrada a mujeres (no accedieron hasta 1837, la primera fue Antonia Guti¨¦rrez Bueno, autora de un Diccionario hist¨®rico y biogr¨¢fico de mujeres c¨¦lebres) y menesterosos. P¨²blica para estudiosos y eruditos de los c¨ªrculos cortesanos.
Se abri¨® en un pasillo cerca de las cocinas del Alc¨¢zar Real, con Robinet como primer director y con plagas de ratones cada dos por tres. Y dado que la financiaci¨®n de las cosas p¨²blicas es un quebradero en cualquier ¨¦poca ¨Ccon la dudosamente honrosa excepci¨®n de los a?os del imperio y su sistem¨¢tico saqueo de las colonias¨C, Robinet tambi¨¦n se ocup¨® de dar con la fuente del dinero. Seg¨²n Jos¨¦ Manuel Luc¨ªa Meg¨ªas, catedr¨¢tico de la Universidad Complutense y comisario de la exposici¨®n de la BNE 300 a?os haciendo historia, para costear su proyecto al confesor del rey se le ocurri¨® recurrir a los impuestos sobre algo muy querido por el monarca: las cartas. Tambi¨¦n aqu¨ª se sali¨® con la suya: en el Real Decreto fundacional de 1716 se le asigna un presupuesto de 8.000 pesos anuales procedentes de los impuestos sobre tabaco y naipes.
Gracias a esa man¨ªa de los vencedores de despojar a los vencidos de gloria y bienes, en 1715 la Real Biblioteca ya contaba con 28.242 libros impresos, 1.282 manuscritos y 20.000 medallas. ¡°Los partidarios de Carlos, archiduque de Austria, vieron c¨®mo sus bibliotecas eran trasladadas a Madrid y casi todos ellos terminaron sus d¨ªas en el exilio, despose¨ªdos de tierras y t¨ªtulos, por lo que perder sus libros seguramente fue la menor de sus preocupaciones¡±, escribe Javier Pav¨ªa Fern¨¢ndez, en el blog de la BNE.
Fondos incautados
Entre esos fondos incautados figuraron los del duque de Uceda, el marques de Mond¨¦jar (propietario de 5.903 libros, entre ellos el Beato de Fernando I), el duque de Terranova o el arzobispo de Valencia, Folch de Cardona, cuya biblioteca fue devuelta a un convento que posteriormente la vendi¨® a la Biblioteca Nacional de Viena.
En aquellos a?os de arranque hubo tambi¨¦n otras v¨ªas m¨¢s elegantes que engrosaron el dep¨®sito: compras y donaciones. Y a partir del 26 de julio de 1716 entra en vigor algo que sigue vigente y que es el manantial que ha nutrido la vast¨ªsima colecci¨®n que atesora hoy la BNE (30 millones de documentos): el dep¨®sito legal. Un real decreto de Felipe V estableci¨®: ¡°De todas las impresiones nuevas que se hicieren en mis dominios, se haya de colocar en ella un ejemplar del tomo o tomos de la Facultad que trataren, encuadernados y en toda forma en la misma que se practica dar a los del Consejo; coloc¨¢ndose tambi¨¦n en dicha Biblioteca todos los libros y dem¨¢s impresiones que se hubieren dado a la estampa desde el a?o 1711, en que tuvo principio esta Biblioteca¡±. Una ley que fue modificada el 30 de julio de 2011 para incorporar ¡°los documentos electr¨®nicos en cualquier soporte, que el estado de la t¨¦cnica permita en cada momento, y que no sean accesible libremente a trav¨¦s de Internet¡± y ¡°los sitios web fijables o registrables cuyo contenido pueda variar en el tiempo y sea susceptible de ser copiado en un momento dado¡±. ?Habr¨¢ que modificar el dep¨®sito legal dentro de tres siglos? ?Se atreven a imaginar cu¨¢ntos documentos almacenar¨¢ la BNE de 2311?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.