Menier: aqu¨ª hay cacao
Har¨¢ dos semanas, hablando de la crisis del musical, mencion¨¦ de pasada el ins¨®lito modelo de la Menier Chocolate Factory, una antigua f¨¢brica victoriana, cerrada y en ruinas desde 1980, y recuperada para la escena.
Lo ins¨®lito era (y son) sus reducidas dimensiones: tan solo caben 180 personas y la boca del escenario no supera los diez metros. En 2004, el jovenc¨ªsimo director David Babani convenci¨® a la financiera Danielle Tarento para que aflojara la mosca y alquilaran el local, situado en una zona en alza: en Southwark Street, junto a la estaci¨®n de London Bridge y a cuatro pasos de la Tate Modern. A los 17, Babani se hab¨ªa dado a conocer con un montaje de Assasins, de Sondheim, en el diminuto New End Theatre de Hampstead; a los 18 se hizo cargo del Jermyn, en Piccadilly; a los 19 present¨® el primer Forbidden Broadway del West End, y ese mismo a?o se convirti¨® en el flamante empresario y director art¨ªstico de la Menier.
Tarento y Babani remozaron el edificio, levantaron el min¨²sculo teatro, una sala de ensayos y un restaurante en la planta baja (donde, por cierto, se come bien y a buen precio). Babani se atreve con todo: all¨ª ha montado desde Murderer, de Anthony Shaffer, hasta The white devil, la tragedia jacobina de Webster. Y, sobre todo, musicales. Con imaginaci¨®n y con sorpresas: para el estreno europeo de Tick, Tick, Boom, el musical "perdido" de Jonathan (Rent) Larson, se trajeron a Neil Patrick Harris, el gran Barney Stinson de C¨®mo conoc¨ª a vuestra madre, que luego dirigi¨® un espect¨¢culo de magia en la misma sala; el pasado verano, Sondheim eligi¨® el teatrito de Babani para el estreno europeo de Roadshow, su ¨²ltimo musical.
Lo ins¨®lito de la sala era (y son) sus reducidas dimensiones: tan solo caben 180 personas
Si sumamos el limitado aforo, la ausencia de subvenciones y su pol¨ªtica de precios m¨®dicos (entradas a 30 libras, la mitad de lo que cuestan en circuito comercial) cualquiera con dos dedos de frente pensar¨ªa que la Menier est¨¢ sentenciada, pero va viento en popa. ?D¨®nde est¨¢ el truco? De entrada, el astuto Babani sigui¨® los pasos de Sam Mendes en la Donmar Warehouse y busc¨® inversores a ambos lados del Atl¨¢ntico. Y, sobre todo, busc¨® transfers: vende sus producciones de bolsillo, debidamente "expandidas", al West End y a Broadway. Los transfers comenzaron en 2005, cuando coloc¨®, en doble tacada, Sunday in the park with George, de Sondheim, en el Wyndham's de Londres (donde se llev¨® cinco oliviers) y luego en el Studio 54 de Nueva York (donde obtuvo ocho nominaciones a los Tony). Siguieron, con ¨¦xito creciente, The little shop of horrors (2006), La cage aux folles (2008) y, ese mismo a?o, A little night music, otro Sondheim, para cuya direcci¨®n consigui¨® nada menos que a Trevor Nunn.
2010 fue el gran a?o de la Menier. La cage y A little night music saltaron a Broadway, con nuevos repartos, y arrasaron en los Tony, con premios para Catherine Zeta-Jones, Douglas Hodge y el director Terry Johnson. Otra faceta interesante de la sala de bolsillo de Southwark Street es su labor de exhumaci¨®n de musicales largo tiempo ausentes de las carteleras, como Sweet charity, de Cy Coleman, o Pippin, el cuento medieval con esp¨ªritu sixties de Stephen Schwartz, que pocos se atrev¨ªan a remontar, quiz¨¢ porque Bob Fosse hab¨ªa dejado el list¨®n demasiado alto. Pippin estar¨¢ en cartel hasta el 25 de febrero y, para no descuidar el teatro de texto, llegar¨¢, por pocas semanas (del 2 de marzo al 21 de abril), Abigail's party, la s¨¢tira, muy en la l¨ªnea de Ayckbourn, que dio a conocer a Mike Leigh en 1977, ahora dirigida por Lindsay Posner, de quien el pasado verano vi un espl¨¦ndido Butley en el Duchess.
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