Por qu¨¦ Vargas Llosa dijo no
El Nobel de Literatura rechaza por carta la propuesta de presidir el Cervantes y argumenta que pesa m¨¢s su vocaci¨®n literaria que las tentaciones pol¨ªticas
Mario Vargas Llosa dijo no a la propuesta de presidir el Cervantes y se lo explic¨® por carta al presidente Mariano Rajoy. El premio Nobel no ha revelado el tenor de la misiva ni ha querido hacer declaraciones. Con respecto a la secuencia de la propuesta (revelada por EL PA?S) y de la negativa solo pueden hacerse conjeturas. En su carta, el Nobel dice que est¨¢ dispuesto a seguir colaborando con el Cervantes, pero que asumir ese cargo, que le honrar¨ªa, resulta imposible de conciliar con su vocaci¨®n literaria.
Fue una apuesta audaz, que, seg¨²n todos los indicios, hall¨® el apoyo del Rey, con el que Vargas Llosa tiene una excelente relaci¨®n. En 2000, cuando la Monarqu¨ªa cumpl¨ªa 25 a?os, escribi¨® de don Juan Carlos en El Pa¨ªs Semanal: "Todos le reconocen una sutil inteligencia para haber actuado (...) con una destreza, visi¨®n de futuro, sentido de la oportunidad, tacto e incluso maquiavelismo pol¨ªtico fuera de la com¨²n".
Vargas Llosa tiene la nacionalidad espa?ola desde 1993; se la concedi¨® Felipe Gonz¨¢lez cuando al escritor, enfrentado abiertamente a la dictadura de Fujimori, le persigui¨® el s¨¢trapa peruano por todo el mundo. "Por mi situaci¨®n en Per¨²", dijo entonces Vargas Llosa, "me arriesgaba a convertirme en un paria". Espa?a acudi¨® en su ayuda, y ¨¦l rinde gratitud a ese gesto.
As¨ª que la propuesta era audaz y plena de sentido; ten¨ªa tambi¨¦n sentido que el Rey se sumara. Fan¨¢tico de las buenas maneras, lo que resulta evidente es que si fue Rajoy el que recibi¨® su carta de cort¨¦s rechazo del honor, es que probablemente fue el jefe de Gobierno el que se la hizo llegar. Y que el Rey la refrend¨®. En este sentido, el tiempo que se concedi¨® el Nobel para pens¨¢rselo es una muestra m¨¢s de la cortes¨ªa con la que todos (el Rey, Rajoy, Vargas) han llevado este asunto.
Jos¨¦ Manuel Blecua: Era una buena idea. Mario tiene la dimensi¨®n de un gran embajador de la lengua; tiene empuje
Pero aqu¨ª entra el factor humano ante el que choc¨® la audaz propuesta: es posible que ese tiempo de reflexi¨®n fuera una manera de retrasar una decisi¨®n que solo pod¨ªa ser negativa teniendo en cuenta la vocaci¨®n literaria de Vargas Llosa. En los a?os ochenta al escritor le sali¨® al encuentro el pol¨ªtico; se present¨® a las elecciones (que gan¨® Fujimori), y aun en ese periodo (que ¨¦l cuenta en El pez en el agua) terminaba sus jornadas de campa?a leyendo los versos de G¨®ngora. Cuando acab¨® ese temporal pol¨ªtico (que a ¨¦l lo dej¨® en los huesos) ya no quiso saber nunca m¨¢s de lo que no fueran sus libros.
As¨ª que los que han le¨ªdo sus manifestaciones en torno a la distracci¨®n a la que lo han sometido acontecimientos como el Nobel saben que a Vargas Llosa esa tentaci¨®n de presidir un organismo de la envergadura del Cervantes le pod¨ªa causar una honra y un agudo dolor de cabeza. Y, muy probablemente, el no ser¨ªa la palabra inmediata ante una propuesta tan audaz como comprometida.
Y dijo no. Vargas Llosa es escritor a tiempo completo desde que su agente Carmen Balcells lo rescat¨® de Londres, con Patricia, su mujer, y sus dos hijos varones (Morgana nacer¨ªa en Barcelona), le puso un sueldo y le ayud¨® a terminar sin interferencias econ¨®micas La Casa Verde. La leyenda cuenta que este hombre tenaz ("Porque no tengo imaginaci¨®n trabajo tanto") se pas¨® muchas jornadas sin salir de su escritorio, y que en los momentos de mayor tensi¨®n hac¨ªa que el almuerzo esperara en la puerta. Sus jornadas son sistem¨¢ticas: corre o pasea con Patricia, lee dos o tres peri¨®dicos diarios y luego se encierra, sobre las 10 de la ma?ana, a escribir esforzadamente. Rara vez atiende llamadas en esas horas de plenitud, y por las tardes sale a escribir. Por la noche va al cine o al teatro, cena con amigos y a la medianoche, como un atleta, se va a reposar.
Ese Vargas que no usa m¨®vil y que tampoco sabe qu¨¦ es el correo electr¨®nico es incompatible con un cargo de responsabilidad, aunque este se vista en alg¨²n ¨¢ngulo de honor¨ªfico. Tampoco (dec¨ªa ayer el director de la Academia, su amigo Jos¨¦ Manuel Blecua) "es posible imaginarlo en un puesto para no ejercerlo con todas sus consecuencias".
Dijo no. Y ese no lleva ahora a alguna reflexi¨®n. ?Qu¨¦ porvenir le espera a la instituci¨®n que le pidieron presidir? C¨¦sar Antonio Molina, que fue director del Cervantes y ministro de Cultura, cree que hubiera sido una buena idea la presencia de Vargas en ese puesto, pero que entiende su rechazo. "Ahora habr¨ªa que aprovechar la idea y poner en marcha algo que dije entonces, como director del Cervantes, y luego como ministro: el Instituto debe incorporar a escritores hispanoamericanos a su estructura de centros. Hemos tenido en el Cervantes a Mu?oz Molina, por ejemplo, en Nueva York, y Vargas Llosa le hubiera dado un gran prestigio a la instituci¨®n. Pero la idea es buena: hay que hacer que en el Cervantes se sientan part¨ªcipes los intelectuales de nuestra lengua que no sean espa?oles".
Dar¨ªo Villanueva, secretario de la Academia, que dio recientemente un curso sobre la obra de Vargas Llosa en Estados Unidos, cree "que Mario hubiera sido un gran embajador del Cervantes. ?Pero ya lo era, y lo seguir¨¢ siendo! Es un intelectual al que se le escucha en todas partes". Ahora bien, esta instituci¨®n, cree Villanueva, mueve un enorme potencial burocr¨¢tico, "y precisa de una gesti¨®n muy exigente. Incorporar a una personalidad como la de Mario, y puede haber otros, no muchos, como ¨¦l, obliga a una reestructuraci¨®n que debe hacerse muy responsablemente".
Emilio Lled¨® va m¨¢s al centro del espa?ol: "Hay que defenderlo, y el Instituto Cervantes puede, desde la humildad de la palabra, sin alharacas; la lengua es un tesoro escondido y cuidado; a eso debe tender la instituci¨®n que la divulgue".
Jos¨¦ Manuel Blecua apunta: "Era una buena idea. Mario tiene la dimensi¨®n de un gran embajador de la lengua; tiene empuje, simboliza la defensa de la lengua all¨¢ donde va. Y tiene un encanto especial para ganar voluntades. Pero entiendo su reacci¨®n. Yo trabaj¨¦ en el Cervantes. Es una labor dura, diaria, constante, y llena de preocupaciones. Y Mario tiene muchos compromisos, aparte de su vocaci¨®n. Y no lo veo haciendo de figura decorativa, dejando que las cosas se hagan sin su participaci¨®n".
Vargas Llosa dijo que no. El factor humano pudo m¨¢s que la tentaci¨®n audaz.
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