Pr¨®cer

Pr¨®cer lo llam¨® p¨²blicamente Fernando L¨¢zaro Carreter, que conoc¨ªa bien la historia de aquel joven empleado de la Librer¨ªa Cervantes de Salamanca que un d¨ªa lo invito a escribir un libro junto con Evaristo Correa, un libro que se titulaba C¨®mo se comenta un texto en el bachillerato. El libro corri¨® de mano en mano de todos los profesores no solo de instituto sino tambi¨¦n de los de universidad y de muchos amantes de la literatura. Y ah¨ª estuvo el germen de todo lo que iba a ser Anaya, t¨ªtulo de clara resonancia salmantina. Ofelia, su mujer, lo distribu¨ªa llevando los paquetes en su vespa.

La idea y el prop¨®sito era renovar los m¨¦todos de ense?anza no solo en el ¨¢mbito de la lengua y la literatura sino en todos los del curriculo escolar. Y a esa idea permaneci¨® siempre fiel expandiendo su empresa por Espa?a, Estados Unidos e Hispanoam¨¦rica.

Hace pocos a?os vendi¨® casi por sorpresa Anaya. Me explic¨® el porqu¨¦, precisamente el d¨ªa de 2010 en que me entreg¨® el premio Fernando L¨¢zaro Carreter, su gran colaborador y amigo. "Yo he sido de los primeros", me dijo, "en preocuparme por la inform¨¢tica y por todas las tecnolog¨ªas digitales. Y justo por eso, porque me he dado cuenta de que comienza una nueva era y se abre un nuevo mundo editorial, he comprendido que yo ya no tengo edad ni fuerza para afrontarlo".

Lejos de olvidarse de ese mundo editorial que dejaba, Germ¨¢n quiso completar su obra con un proyecto m¨¢s ambicioso a¨²n, el de su fundaci¨®n y, en concreto, La Casa del Lector. Ese mismo d¨ªa me a?adi¨®: "Ya lo ver¨¢s, V¨ªctor, Anaya se quedar¨¢ peque?o al lado de lo que ah¨ª vamos a hacer¡­"

Ya no encontrar¨¦ a Germ¨¢n en cualquier calle de Salamanca como un vecino m¨¢s, amigo de las gentes modestas que eran sus amigos, sencillo y cercano, con aquel aire de hombre de provincia que encubr¨ªa lo que en realidad era: un pr¨®cer.

V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, escritor y acad¨¦mico, es director del Instituto Cervantes