Reparando la m¨¢quina de so?ar
Adaptaci¨®n bastante fidedigna de La invenci¨®n de Hugo Cabret, de Brian Selznick ¡ªlibro juvenil que, a trav¨¦s de su virtuosa alquimia de palabras y secuencias de im¨¢genes, parec¨ªa so?ar con transformarse en pel¨ªcula¡ª, el ¨²ltimo trabajo de Martin Scorsese tarda poco en encontrar la rima visual que resume su esp¨ªritu y filosof¨ªa: una mirada sobre las luces y movimientos de la noche parisiense que se funde con los precisos mecanismos de uno de los relojes que engrasa y cuida su protagonista. La vida, sugiere el cineasta, es una maquinaria de alt¨ªsima precisi¨®n donde toda pieza cumple su funci¨®n esencial: la raz¨®n y el sue?o ¡ªo lo que ser¨ªan sus equivalentes en las ra¨ªces de la expresi¨®n cinematogr¨¢fica: los hermanos Lumi¨¨re y Georges M¨¦li¨¨s¡ª no son resortes excluyentes, pues ambos son necesarios para que funcione tanto eso que llamamos existencia como eso que llamamos cine. La invenci¨®n de Hugo, primera pel¨ªcula familiar en la trayectoria de uno de esos directores que, en su d¨ªa, lucharon por la utop¨ªa de un Hollywood adulto, puede parecer una rareza en la filmograf¨ªa de Scorsese, pero no lo es. Supone la s¨ªntesis de dos de las l¨ªneas maestras de su trayectoria: la del cineasta embriagado por la forma y la del cin¨¦filo capaz de impartir valiosas lecciones de cine a trav¨¦s de documentales como Un viaje personal con Martin Scorsese a trav¨¦s del cine americano (1995), Mi viaje a Italia (1999) o A letter to Elia (2010). Esta, en todo caso, es su primera lecci¨®n magistral trascendida en forma de espect¨¢culo hipn¨®tico.
Siguiendo con la met¨¢fora que abre la pel¨ªcula, La invenci¨®n de Hugo se centra en el proceso que lleva al protagonista ¡ªun ni?o solitario que cuida de los relojes de la estaci¨®n de Montparnasse¡ª a detectar cu¨¢l es la pieza que ha dejado de funcionar entre los engranajes que le rodean a fin de poder volver a activarla. La pieza es Georges M¨¦li¨¨s, una m¨¢quina de los sue?os que ha preferido olvidar lo que fue y camuflarse bajo el aspecto de un an¨®nimo juguetero.
Scorsese rueda su cuento con un deslumbrante uso de la imagen tridimensional, que explota a fondo las posibilidades de un cine futuro a trav¨¦s de la reivindicaci¨®n de sus ra¨ªces. La invenci¨®n de Hugo resuelve el viejo pulso entre los Lumi¨¨re y M¨¦li¨¨s subrayando que cotidianidad y fantas¨ªa son vasos comunicantes y que, en la imagen de ese tren que llegaba a la estaci¨®n de Ciotat, ya viajaba el asombro que amplificar¨ªa el autor de Un viaje a la Luna (1902). La pel¨ªcula encarna un modelo de cine infantil tan raro, profundo y virtuoso que el mayor enigma para este cr¨ªtico es la aparente incapacidad del conjunto para hacer vibrar las almas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.