El mal prospera en la nieve
Jo Nesbo, el m¨¢s turbio de los autores n¨®rdicos de novela negra, publica una nueva aventura del comisario Harry Hole, ambientada en un Oslo aterido
La nieve cruje bajo los pies como si quebraras los dedos helados de los muertos. Hace un fr¨ªo de mil demonios. Desde el mirador de la colina de Ekeberg, la Oslo bajo cero parece envuelta en un sudario y el mar se extiende con la g¨¦lida indiferencia met¨¢lica de una mesa de autopsias. A Jo Nesbo no le impresiona un ¨¢pice el paisaje desolador. Vamos es que el t¨ªo no siente ni fr¨ªo. Ha aparecido por la ma?ana en bicicleta para guiarnos en un tour invernal por los escenarios de las novelas que protagoniza su inolvidable personaje, el detective Harry Hole, del que acaba de aparecer en Espa?a una nueva historia, la espl¨¦ndida El redentor (RBA), la cuarta que se publica en nuestro pa¨ªs (originalmente ya son nueve).
En este nuevo caso, rico en paradojas morales, el independiente, instintivo e irreductiblemente rom¨¢ntico Hole, siempre acechado por el Jim Beam y atormentado por la fragilidad humana y los muchos matices de la culpabilidad, se enfrenta a un asesino literalmente camale¨®nico (la extra?a fisonom¨ªa conocida como visage de pantomime), un ejecutor espoleado por vivencias traum¨¢ticas que hunden sus ra¨ªces en la guerra de la ex Yugoslavia y el asedio de Vukovar, donde el tipo se carg¨® (se te ha ido la mano, jo) ?12 carros de combate serbios!
Como acostumbra a pasar con Nesbo (Oslo, 1959), el retrato de la sociedad noruega que dibuja la novela es demoledor y radicalmente distinto de la estampa tur¨ªstica de fiordo, alce y m¨²sica de Grieg. Hole se mueve en un mundo de crimen y corrupci¨®n, de Amundsens de metadona y de gente capaz de enuclearte un ojo con una aspiradora (?blops!). Por ese wilde side de Oslo es por donde el novelista nos va a pasear en una furgoneta, afortunadamente sin que nos esposen.
En las arboledas de Ekeberg, se?ala, tuvo lugar el deb¨² sexual de Harry, con una mujer que lo arrastr¨® entre la pinaza: hoy no fornicar¨ªa aqu¨ª ni el yeti . "No se conocen los detalles", bromea. Nuestro veh¨ªculo se detiene luego frente a la comisar¨ªa de polic¨ªa (Politihuset) de Oslo, "donde Harry trabaja" (oficina 605), y el cementerio colindante, en el que est¨¢n enterrados muchos agentes. Ah¨ª est¨¢ tambi¨¦n la vieja prisi¨®n. Vamos, unas vistas de lo m¨¢s reconfortante, y adem¨¢s nieva. Como en la novela, que transcurre a 18 grados bajo cero (y llega a -22). Recorremos el multicultural melting pot del vecino barrio de Gronland, esa otra Escandinavia con mezquitas, comercios con el r¨®tulo de Oslo kebab o Ali bab¨¢ Restaurant, basura congelada en las aceras y una poblaci¨®n definitivamente poco vikinga. Nesbo se?ala los puentes del Akerselva, el r¨ªo que atraviesa la ciudad y bajo los cuales se desarrolla, informa, el trapicheo de drogas m¨¢s ligeras, anfetaminas y hashis, con vendedores africanos.
La pi¨¨ce de resistance de este singular recorrido tur¨ªstico de Jo Nesbo es, claro, la zona de la estaci¨®n central (Sentralstasjon), con sus camellos y yonquis, tan caracter¨ªsticos. "Por aqu¨ª anda un vendedor de hero¨ªna en silla de ruedas el¨¦ctrica al que siguen los clientes", indica alegremente Nesbo como si describiera las c¨¦lebres esculturas del Vigelandsparken. A 50 metros de la estaci¨®n est¨¢ Pa Plata, lugar esencial en las novelas de Harry y donde hay permisividad con la venta de drogas para controlar a vendedores y clientes. Muy did¨¢ctico, Nesbo explica que las prostitutas se congregan cerca del Banco Nacional para estar a salvo de agresiones y violaciones bajo sus c¨¢maras de vigilancia.
El paseo incluye el bar favorito de Harry, Schr?der's (cerrado), y toparnos caminando con un grupo del ej¨¦rcito de salvaci¨®n (Frelses Armeen), que tiene un papel importante en la trama de El redentor, y a los que uno est¨¢ tentado de pedirles que eso, le salven, acogi¨¦ndolo en alg¨²n sitio calentito. Nesbo est¨¢ m¨¢s a gusto que Leif Eriksson en el puente de su drakkar pese a que lleva solo una sudadera con capucha, tejanos y una chaqueta North Face abierta. Explica que se habla de que Viggo Mortensen puede encarnar a Hole en la gran pantalla ¡ªMartin Scorsese dirigir¨¢ la versi¨®n cinematogr¨¢fica de la s¨¦ptima novela de la serie, The Snowman¡ª mientras la gente le saluda por la calle dando prueba de lo popular que es aqu¨ª. Finalmente recalamos en el bar preferido del novelista, Bolgen & Mot en la zona m¨¢s pija de Oslo, Briskeby.
Es ineludible hablar de Breivik, el perpetrador de la masacre de la isla de Utoya y el reciente dictamen de enajenaci¨®n mental de los psiquiatras. "No creo que ninguno de mis personajes recibiera ese diagn¨®stico", dice Nesbo, que reconoce algunas similitudes entre el c¨¦lebre asesino y su personaje de El redentor, aunque observa m¨¢s parecidos con el ex SS de Petirrojo. "Es demasiado pronto para decir c¨®mo nos ha afectado el caso Breivik, lo sabremos con el tiempo. Yo creo que no influir¨¢ tanto, aunque son unos hechos que mi generaci¨®n recordar¨¢ hasta que se muera. No me parece que esto vaya a ser tan traum¨¢tico como como el 11-S para los EE UU o el asesinato de Olof Palme para los suecos. Principalmente porque el criminal fue detenido en seguida, actu¨® solo y no representa a nadie de la sociedad noruega. Incluso la extrema derecha lo ha rechazado. Dado que es noruego tampoco tenemos que responder a la pregunta de porqu¨¦ el mundo nos odia. En unos a?os se recordar¨¢ como se recuerda una cat¨¢strofe natural".
Le se?alo que en El redentor, como en Petirrojo, las ra¨ªces del mal vuelven a estar en una guerra pasada. "En ese contexto hay ausencia de reglas sociales y libre espacio para el mal", reflexiona. Con Hobbes (y Harry), Nesbo opina que nuestro estado natural es el bellun omnium contra omnes, la agresi¨®n, y que la educaci¨®n nos va refinando. Lo dice con esos ojos azules de Malamute de Alaska que tiene, mientras come con buen apetito y sin ofrecer nada. Y uno piensa en que solo gente como Harry Hole nos separa de esa noche en la que dominan el fr¨ªo y las fieras y en la que cada uno, consciente de la miseria de su humanidad, tiene que salvar como puede su propio pellejo.
Y vuelve a nevar.
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