No veo qu¨¦ ganamos las mujeres
Ha tardado mucho pero, al fin, la Real Academia de la Lengua ha emitido su opini¨®n a prop¨®sito del supuesto car¨¢cter sexista del espa?ol a trav¨¦s del informe rigurosamente fundamentado de Ignacio Bosque, cuya versi¨®n ¨ªntegra public¨® EL PA?S el domingo. No puedo sino estar de acuerdo con la cr¨ªtica responsable de la RAE. Y ello a pesar de que soy mujer y una profesional que, desde muy joven, ha trabajado en entornos mayoritariamente masculinos. Soy tambi¨¦n consciente de que la mujer todav¨ªa est¨¢ lejos de alcanzar la equiparaci¨®n social y profesional que le corresponde y, en consecuencia, soy una firme partidaria de la defensa de mis derechos, que son los derechos de media humanidad. Digo, pues, no a la discriminaci¨®n de la mujer en cualquiera de las muchas modalidades en que ¨¦sta a¨²n se produce. Y mi no es un no rotundo.
Sin embargo, esta reciente costumbre de pervertir nuestra maravillosa lengua castellana me parece un puro sinsentido. Nunca me he sentido excluida de forma gramatical alguna, singular o plural, ni creo que los hombres se sientan discriminados al ser aludidos, en singular y en plural, como artistas, periodistas, trapecistas, etc¨¦tera. Sin duda aqu¨ª se ha producido un error, aunque haya sido con la mejor intenci¨®n. Aqu¨ª se ha confundido sexo con g¨¦nero, biolog¨ªa con gram¨¢tica, gimnasia con magnesia.
Cada generaci¨®n, en un esfuerzo involuntario de autoafirmaci¨®n, aporta modismos nuevos e incorpora pr¨¦stamos ling¨¹¨ªsticos, con o sin raz¨®n de ser. Muchos no pasan de ser una simple moda que se desvanece en unos pocos a?os. Ahorro a mis lectores la enumeraci¨®n nost¨¢lgica de ejemplos pasados porque ser¨ªa demasiado larga. Solo a modo de ejemplo les recordar¨¦ que, en su d¨ªa, lo ¡°sexy¡± era ¡°sical¨ªptico¡±, y los mayores unos ¡°carrozas¡±; vocablos que, ca¨ªdos en desuso, nos parecen tanto o m¨¢s anticuados que los del Siglo de Oro. A decir verdad, pocos son los que alcanzan larga vida.
Nunca me he sentido excluida de forma gramatical alguna, singular o plural
Pero lo de ahora es distinto porque el activismo feminista, de la mano de una serie de instituciones que quieren ser pol¨ªticamente correctas, quieren hacernos creer con sus gu¨ªas de uso de lenguaje no sexista que la visibilidad de las mujeres pasa por desnaturalizar nuestro idioma con f¨®rmulas rebuscadas, cuando no claramente atentatorias contra la morfolog¨ªa gramatical o sint¨¢ctica, sin miedo alguno a recargar el discurso hasta l¨ªmites est¨¦ticamente insoportables: ni?os y ni?as, andaluces y andaluzas, jueces y juezas, miembros y miembras¡ sublime. Eso cuando no nos atropellan con amig@s, utilizaci¨®n supuestamente genial del s¨ªmbolo de una medida de l¨ªquidos y, m¨¢s recientemente, del dominio de las direcciones de correo electr¨®nico. No veo qu¨¦ ganamos las mujeres vi¨¦ndonos equiparadas a l¨ªquidos medibles o a dominios, por muy de correo electr¨®nico que sean. Mmm¡ ¡°medibles¡± y ¡°dominios¡± a m¨ª no me cuadran con los fines perseguidos.
Am¨¦n del innecesario estropicio ling¨¹¨ªstico, no creo que recomendaciones de esta naturaleza sirvan de nada a nuestra mayor visibilidad. Ni mucho menos que lleguen muy lejos. De momento, solo las aplican de forma acr¨ªtica algunos pol¨ªticos de posmodernidad mal entendida. Y, desde luego, no han logrado calar en el habla popular. Tan solo lo han hecho en la Constituci¨®n venezolana, que no es precisamente un referente ilustrado. Y no han calado porque el pueblo es sabio e inconscientemente siente que las expresiones recomendadas rayan en lo rid¨ªculo y no convienen a la econom¨ªa de la comunicaci¨®n, pecado grave en la era de Twitter y el microrrelato. Quiero creer que se trata de una moda pasajera, una m¨¢s, esta vez presumida ¡°de izquierdas postmodernas¡± que jam¨¢s he seguido ni seguir¨¦. ¡°Cosas veredes, Sancho¡±¡
Milagros del Corral es exdirectora de la Biblioteca Nacional.
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