¡°No hemos vencido al fascista que todos llevamos dentro¡±
El autor bosniocroata publica su nueva novela, 'Freelander' El libro narra el viaje de un profesor de historia jubilado por la antigua Yugoslavia
La literatura puede ser una clase de periodismo reposado. O una lecci¨®n de historia sin sobredosis de fechas. Incluso una sesi¨®n de psicoan¨¢lisis a la vista de todos. Miljenko Jergovic (Sarajevo, 1966) logra que todo ello est¨¦ en sus novelas, capaces de desnudar el alma balc¨¢nica con ojo de antrop¨®logo y arroparla con vitalismo cham¨¢nico. Puede evocar a David Lynch (Una historia verdadera) y a Garc¨ªa M¨¢rquez (Cien a?os de soledad), puede recordar la m¨²sica de la banda de bautizos y funerales de Goran Bregovic y puede que todo resulte insuficiente para describir la narrativa de este poeta, dramaturgo y periodista. En su anterior libro, La casa de nogal (Siruela, 2007), remontaba r¨ªo arriba por el siglo XX desde el presente hasta el desplome del imperio de los Hasburgo de la mano de Regina Delavale. En la nueva, Freelander (tambi¨¦n Siruela), un profesor de historia jubilado conduce hacia el pasado a trav¨¦s de un Volvo del 75 con el que cruza su antiguo pa¨ªs. Dice Claudio Magris que es ¡°un escritor ¨¦pico¡±.
Un escritor ¨¦pico al que le desagrada viajar. Su primera visita a Madrid dur¨® un d¨ªa escaso. Y uno pregunta a qu¨¦ obedece casi por preguntar y se encuentra con un hombre acostumbrado a meditar cada palabra. Como si la superficialidad fuese un lujo lejos de su alcance. ¡°No me gusta demasiado viajar por la sensaci¨®n que tengo al volver a casa, con frecuencia siento que el lugar donde he estado es mejor. El mundo al que viajas es un mundo despreocupado y mis problemas est¨¢n ligados al lugar donde vivo. Esta es la respuesta emocional, a la racional le parece una estupidez todo lo que he contado, pero estamos condenados a las emociones¡±.
Jergovic es bosnio (naci¨® en Sarajevo), y es croata (vive en Zagreb). Disponer de la doble nacionalidad es una provocaci¨®n para patriotas estrechos. ¡°Es subversivo, indecente y casi moralmente inaceptable, pero esto es un motivo m¨¢s para insistir en ello. El mayor mal de Europa en el siglo XX est¨¢ creado por los nacionalismos¡±. Entre 1991 y 1993, durante las guerras recientes, capt¨® con crudeza lo que quer¨ªa decir Josef Roth muchas d¨¦cadas atr¨¢s: ¡°Un hombre sin papeles vale menos que un papel¡±. ¡°Despu¨¦s reflexion¨¦ sobre los papeles como un hecho pr¨¢ctico y decid¨ª que me gustar¨ªa ser un coleccionista de pasaportes y ciudadan¨ªas¡±, asegura. ¡°Aceptar¨ªa la nacionalidad de cualquier pa¨ªs, en este sentido no soy nada patri¨®tico".
El escritor habla serbocroata. Una lengua que comparten 20 millones de personas separadas por otras fronteras. En la enloquecida d¨¦cada de los noventa tambi¨¦n las palabras se persiguieron. Milosevic extirp¨® ¡°croatismos¡± del idioma de Serbia. Tujdman invent¨® nuevos t¨¦rminos croatas. La sinraz¨®n ha durado m¨¢s que la guerra. ¡°El problema no son las peque?as diferencias, hay que respetarlas. Cuando intentas anular las peque?as diferencias, pueden convertirse en grandes y ser motivo para guerras. Lo importante es que en la antigua Yugoslavia casi toda la gente se entiende y eso es importante para la cultura de estos espacios. Irrita mucho a los nacionalistas, pero es provechoso para la gente que no es nacionalista¡±.
En Freelander, Karlo Adum recibe un telegrama con el anuncio de la muerte de un t¨ªo que no conoce que le impulsa a viajar de Zagreb a Sarajevo. La ruta conduce al lector hacia el pasado y sus horrores. Hay humor negro y desesperanza: ¡°Por muy desinformados que est¨¦n y por muy poco inter¨¦s que manifiesten ante los temas de la historia local, los veraneantes saben muy bien que los eslavos del sur, por su naturaleza, siempre ajustan las cuentas entre s¨ª, y las deudas de sangre de hoy d¨ªa las devolver¨¢n dentro de 50 a?os, igual que las de hace 50 a?os las han devuelto ayer¡±.
La historia inevitable, determinista. ¡°La historia es c¨ªclica, pero esta repetici¨®n nunca es del todo igual. La repetici¨®n se produce porque no se ha sacado una moraleja de lo que ocurri¨® antes, no se aprendi¨® nada. Todos los pueblos de Europa y la ex Yugoslavia est¨¢n orgullosos de su antifascismo, pero hablan de las victorias sobre los fascistas de otras naciones. Los croatas piensan que han vencido a fascistas italianos, alemanes y serbios. Y los serbios piensan que han vencido a fascistas italianos, alemanes y croatas. Hablando radicalmente, nadie piensa en el fascista que lleva dentro de s¨ª. Es un problema de la ex Yugoslavia, que va creciendo en toda Europa. El fascismo no ha sido vencido porque no lo hemos vencido dentro de nosotros mismos¡±.
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