"Tal vez haya encontrado refugio en estos artistas tan silenciosos"
El artista ha redescubierto y recomienda la magia de los pintores g¨®ticos y renacentistas de la National Gallery
Igual que sucede cuando paseas por una gran ciudad y descubres un d¨ªa, de repente, en una calle por la que has pasado cientos de veces, un detalle o un edificio que, hasta entonces, no hab¨ªa llamado tu atenci¨®n, te puede pasar cuando visitas un gran museo como el Prado o el Louvre con una obra de arte. En mi caso, me sucedi¨® con ciertas pinturas medievales tard¨ªas o del primer renacimiento que esquiv¨¦ durante bastante tiempo.
Estos d¨ªas, coincidiendo con un viaje a Londres, tuve un momento para acudir a la National Gallery y perderme entre el bosque m¨¢gico que conforman el conjunto de su colecci¨®n.
En este recorrido me encontr¨¦ con una peque?a Anunciaci¨®n de Duccio, o las escenas la vida de San Juan el Bautista de Giovani di Paolo presentada en un tr¨ªptico. Y otras muchas joyas aparentemente rudimentarias y primitivas en sus recursos compositivos y en su ingenuo y a la vez maravilloso, colorido. Tal vez me sienta saturado de tanta realidad virtual y haya encontrado un refugio en estos artistas tan silenciosos, tan planos y tan cargados de devoci¨®n por su trabajo. Que aunque nunca encabezar¨¢n las listas de ¨¦xitos en ning¨²n museo y seguir¨¢n siendo teloneros durante mucho tiempo, conservan intactos muchos de sus secretos.
Mi paseo por el bosque continu¨® acompa?ando con mi atenci¨®n a San Jer¨®nimo en su estudio, obra de Antonello da Messina. Una peque?a pintura que representa toda una forma de entender la vida a trav¨¦s de la presentaci¨®n de una estancia tan prodigiosamente ordenada. Si algo m¨¢gico e inagotable tiene el arte en su potencial de comunicaci¨®n es su capacidad de ofrecernos a cada uno de nosotros interminables conversaciones.
Antes de abandonar el bosque termin¨¦ acerc¨¢ndome a la Virgen de las Rocas. Siempre me han atra¨ªdo poderosamente las m¨²ltiples variaciones entre las versiones de Par¨ªs y la de Londres ambas atribuidas a Leonardo. De la misma forma que una de ellas me parece mejor que la otra, ?por qu¨¦ no puede suceder lo mismo con las dos versiones de la Gioconda? ?Podr¨ªan todas ellas ser de Leonardo? Parece claro que todas salieron del mismo taller. Qu¨¦ pas¨® dentro seguir¨¢ siendo todav¨ªa un misterio como tantos otros presentes en la Historia del arte. Con los datos recientes de la Gioconda de Madrid se ha cerrado un tri¨¢ngulo entre Londres, Madrid y Par¨ªs y el bosque que la historia ha ido modelando caprichosamente nos ha vuelto a sorprender una vez m¨¢s.
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