Tribus lejanas, tribus hostiles
En los primeros ochenta, reci¨¦n descubierto el concepto de ¡°tribus urbanas¡±, sol¨ªamos refunfu?ar cuando el redactor jefe nos encargaba alg¨²n art¨ªculo al respecto. Como implicados en aquellas batallas musicales (y de estilos de vida), realmente no manten¨ªamos una visi¨®n ecu¨¢nime. Lo escrib¨ªamos pero se notaba nuestra parcialidad.
Ahora, la biolog¨ªa nos ha modificado. Tambi¨¦n manifestamos una vergonzante curiosidad por sobrevolar ese territorio remoto que son los j¨®venes que obedecen a determinado look, que se agrupan por afinidades est¨¦ticas. Y encontramos irresistibles las taxonom¨ªas que bautizan, describen, valoran las diferentes facciones. Labor no tan sencilla como parece: los clasificadores tienden a inventarse subcategor¨ªas grotescas, para burlarse de amigos o enemigos; no esperamos sociolog¨ªa pero tampoco chistes privados.
As¨ª que agrada encontrarse con un reportaje medio serio en la revista Q titulado ¡°Todo lo que quer¨ªas saber sobre las sectas (pero no te atrev¨ªas a preguntar)¡±. Firma Rebecca Nicholson y contiene ilustraciones del gran Jonathan Allardyce. Naturalmente, se refiere al Reino Unido pero casi todos tienen equivalentes internacionales. Esta es la lista de Q:
1. Litle monster. Las monstruitas, bautizadas as¨ª por Lady Gaga, son extremadamente beligerantes en las redes sociales. Se enfurecen con los premios Grammy. No entienden nada: ?c¨®mo es posible que alguien prefiera a Adele sobre Justin Bieber? ?Qui¨¦n es esa Esperanza Spalding? ?El mundo conspira contra los teenagers!
2. Bro-stepper. No tengo el gusto pero parecen ser adictos a los gimnasios que luego acuden a bailar dubstep mostrando sudorosa musculatura.
3. Earnest Pitchforker. Llamados as¨ª por utilizar el sitio pitchfork.com como BOE. En Espa?a se les denomina gafapastas pero tienen las espaldas bien cubiertas: son los favoritos de agencias de publicidad y patrocinadores ansiosos.
4. Bus kid. El chico del autob¨²s se a¨ªsla del mundo con sus auriculares, escuchando rap y dance music, esperando crecer y emanciparse: un veh¨ªculo propio con unos bafles AS? de potentes.
5.Old raver. No s¨¦ si le hace justicia lo de antiguo bakalaero. Convertido en padre reciente, ya solo puede suspirar por las noches infinitas de Ibiza o las macrodiscotecas brit¨¢nicas.
6. R & B queen. No muy frecuente en Espa?a pero ya lo creo que existe. La reina del aranb¨ª lleva ropa escasa y apretada; su idea de la ¡°calidad musical¡± pasa por Beyonc¨¦, R. Kelly, Usher y dem¨¢s producciones de alta gama.
7. Pop fiend. El fan¨¢tico del pop se distingue del gafapasta por su mayor edad y su tenacidad en rescatar artistas alojados en el mainstream contempor¨¢neo, de Madonna para abajo, que conviven en su altar con exquisiteces minoritarias.
8. New metalhead. El nuevo metalero adora los tatuajes y la ferreter¨ªa corporal. Detesta que se le confunda con el emo, de gustos musicales m¨¢s blandos. Se pone las camisetas de Iron Maiden que le ha prestado su padre, sin ninguna iron¨ªa.
9. Trust-fund trobadour. Ni?o bien, que puede permitirse a?os de vagabundeo intercontinental, siempre con guitarra o percusiones. El neohippy insiste en triturar los temas de Bob Marley, Dylan y, glup, Nick Drake. Muy oportuno: si es un vecino no deseado, induce al suicidio. O al homicidio.
10. Mod dad. El pap¨¢ mod sigue fiel a la est¨¦tica modernista, recuperada con Quadrophenia y The Jam. Le gusta vestir con discreta elegancia aunque no se atreva con los trajes de raya diplom¨¢tica que ahora lleva Paul Weller. Prefiere gastar su dinero en obscuros vinilos de soul que ahora cuestan cantidades obscenas.
Divertido, ya digo, aunque se me ocurren otras tropas. En mi calle, desapareci¨® la tienda de discos j¨¦vis pero prospera un establecimiento de grafiteros, empa?ados en poner a prueba sus aerosoles reci¨¦n comprados. Durante el verano, basta con tener las ventanas abiertas para enterarse de las excitadas conversaciones de los otakus: suelen prolongar sus reuniones callejeras m¨¢s all¨¢ de las horas de cierre de las tiendas de manga. Lo que escuchas te quita cualquier nostalgia por la adolescencia. Palabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.