Im¨¢genes que caz¨® Diego Lara
La Casa Encendida recuerda el inspirado eclecticismo del influyente artista y dise?ador gr¨¢fico
"Le he visto pintar un c¨®mic de f¨²tbol mientras recitaba a C¨¦sar Vallejo y sus ojos tarareaban Backstreet girl". La definici¨®n de su malogrado amigo Rafael Feo encaja como un guante en la estela que Diego Lara dej¨® tras de s¨ª: la de un creador voraz y rom¨¢ntico capaz de beberse sin v¨¦rtigo ni prejuicios la sangre de universos contrarios. Lara fue un revolucionario en el dise?o gr¨¢fico espa?ol (de sus cat¨¢logos de arte, a sus cubiertas para libros o las m¨ªticas revistas Poes¨ªa, junto a Gonzalo Armero, y Buades, ¨¦sta ¨²ltima creada con Chiqui Abril y Mercedes Buades) y tambi¨¦n fue un pintor que, a trav¨¦s de sus collages y dibujos, dio cuenta de su original y f¨¦rtil talento.
Dos d¨ªas despu¨¦s de su prematura muerte, el 24 de enero de 1990, Francisco Calvo Serraller escrib¨ªa en este peri¨®dico: "Diego Lara merece ser considerado como uno de los m¨¢s destacados creadores espa?oles de los ¨²ltimos 20 a?os. C¨¢ustico, seductor, ingenioso y bohemio, todo ello con la potencia que les es propia a los artistas, desplegaba una energ¨ªa, disfrazada de desorden, que le llevaba a ser uno de esos H¨¦rcules sin empleo que certeramente describi¨® Baudelaire". M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s de aquella cr¨®nica de urgencia el legado de Lara (Madrid, 1946) no ha dejado de crecer, multiplicado por mil gracias a los libros, revistas o cat¨¢logos que han bebido directamente de su trabajo.
Diego Lara. Be a comercial artist es la exposici¨®n que re¨²ne desde hoy en La Casa Encendida de Madrid una selecci¨®n de su obra. 370 piezas de su trabajo publicado (cubiertas de libros y cat¨¢logos, logotipos...) y 107 de su obra m¨¢s privada: esos collages, dibujos, objetos y libros de artista que nac¨ªan en paralelo a su labor gr¨¢fica. El cuidado cat¨¢logo, dise?ado por su hijo Bruno Lara, traza ese doble recorrido en el que florece un c¨®ctel de referencias e influencias que, seg¨²n la comisaria, Amaranta Ari?o, no ha perdido un ¨¢pice de "frescura".
Seis meses despu¨¦s de su muerte, se le dedic¨® la mayor retrospectiva de su obra hasta la fecha. Aquella vez se sac¨® a la luz su entonces desconocida obra pl¨¢stica. En esta ocasi¨®n, sin embargo, se ha intento vertebrar un recorrido cronol¨®gico que muestra c¨®mo las caras A y B de su obra son indisociables. "Lo p¨²blico y lo privado", insiste Ari?o, quien define al autor como un "cazador de im¨¢genes" que supo "mezclar lo inmezclable y sintetizarlo todo en una est¨¦tica muy personal". "Un castizo muy cool", lo define el ensayista Valent¨ªn Roma para quien la obra de Lara posee "un ritmo muy cinematogr¨¢fico".
El propio Lara, en un texto para su proyecto Chocolate, da pistas de ese agitado collage mental que, pese a tener las cualidades cristalinas del agua era "oscuro como un buen chocolate a la taza". Solo as¨ª se puede entender una imaginaci¨®n que procesaba estos juegos de parejas: "Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo y Nik Cohn, Gonzalo Torrente Ballester y Lilian Gish, Casto Fern¨¢ndez Shaw y Emily Bront?, Sonny Boy y T¨¤pies". "En Chocolate", prosigue el texto, "hay entrevistas. Recuerdos de la Wolf y de Dylan Thomas. Viejas fotograf¨ªas de gasolineras, de gabardinas ajadas y zapatos de punta. De Broderick Cradford a Leslie Howard".
M¨¢s all¨¢ de ahondar en la influencia norteamericana y del pop art, de Warhol, Beuys, Picabia y Duchamp, el historiador ?ngel Gonz¨¢lez se pregunta por el enigma de su dualidad o desdoblamiento entre dise?ador-pintor. "Su dura pelea entre pulcritud y suciedad", la describe Gonz¨¢lez, quien introduce dos citas para guiarse dentro de ese enigma. Una de ellas (Harry Allis, 1874) dice: "Seamos intensos; seamos modernos". La otra, de Paul Val¨¦ry ("El artista pone su cuerpo"), sirve para a?adir: "Y el artista moderno pone sus nervios".
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