Escribiendo con el m¨®vil en las salas
Los exhibidores estadounidenses se plantean relajar los controles al uso de m¨®viles
La CinemaCon en Las Vegas es ¨Cpor as¨ª decirlo- una reuni¨®n de propietarios de cines estadounidenses. La verdad es que all¨ª tambi¨¦n pueden verse distribuidores y periodistas de todo tipo y pelaje as¨ª como los inevitables ejecutivos con ganas de saber qu¨¦ se dice de sus pel¨ªculas. En este evento pueden verse avances de lo que ¨Cte¨®ricamente- pondr¨¢ a reventar las salas en verano de 2012 y hasta im¨¢genes de lo m¨¢s esperado de 2013.
As¨ª, el que haya seguido el asunto de cerca se habr¨¢ podido enterar de la cantidad de periodistas y exhibidores que habr¨ªan derramado l¨¢grimas viendo el adelanto de Vida de Pi, de Ang Lee o de las bocas abiertas que dej¨® el remake de Desaf¨ªo total o de lo contentos que estaban algunos con el primer test de El gran Gatsby, de Baz Luhrman, en 3D. Por otro lado, Scorsese daba la bronca a los se?ores propietarios por usar sus proyectores a mitad de potencia y ahuyentar a los espectadores con esa (pat¨¦tica) pr¨¢ctica de rebajar el impacto lum¨ªnico para ahorrar algo de pasta, y Pixar especulaba con la posibilidad de testar un nuevo sistema de sonido Dolby (el Atmos) en una quincena de salas aprovechando el estreno de su ¨²ltima criatura, Brave. A ver c¨®mo va la cosa.
Sin embargo lo m¨¢s pol¨¦mico del megaevento lleg¨® por otro lado: en primer lugar Warner ofreci¨® las primera im¨¢genes de El hobbit a 48 fotogramas por segundo (en lugar de los 24 acostumbrados), lo que no convenci¨® a casi nadie por diversas razones y provoc¨® la posterior respuesta de Peter Jackson para tranquilizar al personal. Esto por s¨ª solo ya hubiera bastado para una cr¨®nica a lo gonzo de la convenci¨®n (Internet, como viene siendo costumbre, se erigi¨® en el juzgado universal donde se dictaba sentencia sobre los malditos 48 fotogramas por segundo), si no hubiera sido porque poco despu¨¦s tomaba el estrado una se?ora llamada Amy Miles. Miles es la presidenta de una de las cadenas de cines m¨¢s importantes al otro lado del Atl¨¢ntico (los Regal) y su conferencia sobre la asistencia a las salas (en franca bajada) se cerr¨® con una observaci¨®n/consejo que revolucion¨® a los cin¨¦filos de toda la vida: ¡°Hay que permitir a los j¨®venes que usen el tel¨¦fono m¨®vil durante la proyecci¨®n¡±. Para Miles el gran problema y la causa por la que los adolescentes han dejado de ir al cine es que ¡°all¨ª se sienten esposados¡± porque no pueden usar con libertad sus dispositivos m¨®viles.
A continuaci¨®n, el jefazo de los cines IMAX, Greg Foster, se pon¨ªa del lado de Miles. Foster, padre de un ni?o de 17 a?os, dec¨ªa que a su hijo le molesta que no le dejen usar el tel¨¦fono en el patio de butacas y que cre¨ªa que relajando los controles los chavales volver¨ªan al cine. Por ¨²ltimo, Jeff Blake, un mandam¨¢s de Sony Pictures, argumentaba que quiz¨¢s aquello servir¨ªa para que la juventud estadounidense volviera a abrazar los cines como lugar de ocio.
Las cr¨®nicas de lo sucedido despu¨¦s son bastante coincidentes en el sentido de que buena parte de la audiencia no pareci¨® en absoluto disgustada con las ocurrencias de los antes citados ponentes. El ¨²nico que salt¨® como un resorte fue Tim League, fundador y propietario de los archifamosos Alamo Drafthouse de Austin (que abrir¨¢n este mismo a?o en Nueva York), cines que son la quintaesencia de la cinefilia moderna y en los que el uso del m¨®vil est¨¢ vetado bajo riesgo de expulsi¨®n. En conversaci¨®n telef¨®nica con este peri¨®dico, League se reafirma en lo que ya dijo en Las Vegas: ¡°Por encima de mi cad¨¢ver se van a usar los m¨®viles para mensajearse en nuestros cines. Las salas ¨Cy eso es lo que muchos no parecen entender- son un lugar sagrado y hay que ense?ar a los espectadores a comportarse en las mismas¡±. League, uno de los tipos m¨¢s respetados por los amantes del s¨¦ptimo arte en Estados Unidos, reconoc¨ªa que es dif¨ªcil predecir lo que va a pasar en el futuro: ¡°Soy el primero que cree en introducir nuevos est¨ªmulos y considero absolutamente necesario innovar, ya que esa es la columna vertebral de este negocio. Ahora bien, no creo que dejar a la gente que env¨ªe sms durante la funci¨®n vaya a conseguir que m¨¢s j¨®venes acudan a las salas. Lo dudo mucho, la verdad¡±.
Algunas cadenas, como AMC, ya hab¨ªan especulado con la posibilidad de acotar una zona para que los no pueden dejar de manosear el m¨®vil ni durante dos horas se explayaran a gusto (previo pago de una entrada obviamente), y en el Reino Unido algunos exhibidores empezaban a promover sesiones donde el usuario pod¨ªa enviar sus sms directamente a la pantalla, en lo que vendr¨ªa a ser una experiencia interactiva. Para otros/as sin embargo la pesadilla de tener que aguantar las lucecitas y los ruiditos de rigor en lo que ¨Cen teor¨ªa- es una pac¨ªfica sala oscura se convierte ahora en algo tan tangible como el propio asiento numerado. Y es que estas ideas de bombero que surgen para taparse las verg¨¹enzas (proyectores a medio gas, pel¨ªculas desenfocadas, precios irreales que no se mueven ni con las salas vac¨ªas, la estafa del falso 3D, etc) parecen asegurar un futuro negro para el ¨²ltimo reducto de alegr¨ªa cin¨¦fila, donde el aficionado consegu¨ªa esconderse y darle esquivazo al mundo¡ El mundo les ha encontrado: llega con cobertura y a tope de bater¨ªa.
Babelia
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