China Machado, adi¨®s a la dama ex¨®tica
Hija de banqueros portugueses, nacida en Shangh¨¢i y exiliada a Argentina y Per¨². Su belleza conquist¨® a Domingu¨ªn y a Avedon. Este la convertir¨ªa en Nueva York en musa e icono del ¡®glamour¡¯
Llevaba la fusi¨®n en la cara, mucho antes de que esa palabra inundara men¨²s de restaurantes y proyectos de discogr¨¢ficas. La fabulosa China Machado, como era conocida la maniqu¨ª que le rob¨® el coraz¨®n a Luis Miguel Domingu¨ªn, muri¨® este fin de semana a los 87 a?os de una parada cardiorrespitaria en su residencia de los Hamptons.
Su ex¨®tica belleza conquist¨® a Domingu¨ªn y a Avedon. El primero le rob¨® el coraz¨®n y se la llev¨® de Lima, el segundo la convirti¨® en su musa y la inmortaliz¨® como icono de glamour. Modelo, directora de moda, dise?adora, productora de televisi¨®n y galerista, China Machado regresa ahora, a sus m¨¢s de 80 a?os, al primer plano en portadas, campa?as y documentales. Y tambi¨¦n prepara sus memorias.
Por sus venas corre sangre china y portuguesa, probablemente tambi¨¦n india. En su conversaci¨®n se entrecruzan recuerdos del estricto trabajo como maniqu¨ª en la casa Givenchy, con las noches de fiesta en el Palladium neoyorquino donde Marlon Brando tocaba los bong¨®s. Su acento en ingl¨¦s tiene un deje brit¨¢nico y franc¨¦s, y en espa?ol un suave tono latinoamericano. Y su lista de grandes amores incluye desde el matador Luis Miguel Domingu¨ªn, hasta el actor William Holden, sin olvidar a la nouvelle vague de la que Martin LaSalle, su primer esposo, formaba parte. China Machado es pura mezcla con una medida ¨²nica de innata soltura y elegancia.
Su vida dar¨ªa para una o quiz¨¢ varias novelas. Pero China no necesita fabular. Trabaja en unas memorias. Siempre corr¨ª tras la risa, se titula: ¡°Es algo nost¨¢lgico, que hace referencia a la familia de mi madre, a las reuniones en casa de mi abuela, con esa cocina enorme, llena de gente comiendo y riendo, un ambiente muy distinto del que hab¨ªa en casa de mi padre. Quiero escribir algo que inspire. Yo ven¨ªa de un mundo extravagante incluso en Shangh¨¢i, como del siglo XIX con plantaciones. Deb¨ªa de tener algo dentro de m¨ª que hizo que las cosas funcionaran¡±, dice sentada una tarde de principios de abril en un sof¨¢ del hotel Carlton de Manhattan. ¡°Mi agente me anima a que el libro trate de mi vida como modelo. ?Pero hay cientos de modelos y lo cierto es que en Am¨¦rica solo trabaj¨¦ en esto durante tres a?os! En exclusiva para Avedon, es cierto¡±, reconoce.
Nunca piensas en ti misma como ex¨®tica, te ves distinta pero eso es todo. Tampoco es para montar un revuelo
China viste una levita con estampado de leopardo en marr¨®n y negro, pantalones y sandalias. Esbelta, con melena negra rizada, ojos rasgados y almendrados a un tiempo, y unos p¨®mulos suaves que dan a su rostro forma de coraz¨®n, mantiene intacto su magn¨¦tico atractivo. Diane Vreeland la apodaba huesos de oro y Richard Avedon dijo que era probablemente la mujer m¨¢s bella que hab¨ªa conocido. ¡°Nunca piensas en ti misma como ex¨®tica, te ves distinta, pero eso es todo. Tampoco es para montar un revuelo¡±, dice encogi¨¦ndose de hombros. Expresiva y dicharachera, gesticula, r¨ªe con ganas y se quita cualquier importancia. Derrocha encanto. Su elegancia resulta sorprendentemente c¨¢lida y vital. Come un s¨¢ndwich club y patatas fritas picantes, bromea y se fuma un curioso cigarrillo de pl¨¢stico que lanza humo y con el que dice que desconcierta a los comensales de cualquier restaurante: ¡°Cuando me miran mal, hago esto¡±, dice peg¨¢ndose el falso cigarrillo a la palma de su mano. ¡°Llevo fumando 60 a?os¡±, confiesa. Y as¨ª la retrat¨® Avedon, en una imagen m¨ªtica, donde a China se le adivina una sonrisa y, con el torso girado, alarga el ¨ªndice lista a sacudir la ceniza de un cigarrillo.
A sus m¨¢s de 80 a?os acaba de arrancar un nuevo cap¨ªtulo en su biograf¨ªa, como dama it de Nueva York. En una comida en los Hamptons ¨Cdonde tiene fijada su residencia con su esposo¨C, un amigo de su hija le propuso hacer un reportaje con fotos de Bruce Weber. El pasado oto?o fue una de las protagonistas de la campa?a de los exclusivos almacenes Barneys, con estilismo de Carine Roitfeld. En enero present¨® About face en Sundance, un proyecto dirigido por Timothy Greenfield-Sanders sobre la madurez de las grandes modelos ¨Cen el que adem¨¢s de China participan desde Isabella Rosellini hasta Jerry Hall¨C. Si en 1959 fue la primera modelo no cauc¨¢sica que ocup¨® la portada de una revista de moda estadounidense, el a?o pasado volvi¨® a romper otra norma no escrita de la moda, esta vez no referente a la raza sino a la edad, al firmar un contrato con la poderosa agencia IMG, que representa entre otras a Kate Moss y Gisele B¨¹ndchen. ¡°Ella tiene esta incre¨ªble mezcla de elegancia y despreocupaci¨®n. A lo mejor es la sofisticaci¨®n de una era que no volver¨¢. Lo que hacemos hoy en moda no est¨¢ ni cerca de eso¡±, dice el maquillador estrella Fran?ois Nars.
Convertirse en una solicitada modelo a los 80 a?os despu¨¦s de una pausa en su carrera de maniqu¨ª de casi cinco d¨¦cadas es algo que encaja perfectamente en la excepcional vida de China. Noelie Dasouza Machado ¨Csu verdadero nombre¨C, naci¨® en Shangh¨¢i en el seno de una acaudalada familia de banqueros y terratenientes con ascendencia portuguesa. Su madre muri¨® cuando ella ten¨ªa tres a?os. En 1946 junto a su padre, su madrastra y sus hermanos se instal¨® en Buenos Aires. ¡°Lo perdimos todo, nos lo confiscaron. Este vaso del que bebo, pues tambi¨¦n nos lo quitaron¡±, dice. Hace dos a?os regres¨® por primera vez. ¡°Me daba miedo ir, pero fue un viaje incre¨ªble. El apartamento donde nos mudamos cuando la invasi¨®n de los japoneses segu¨ªa all¨ª. La iglesia del colegio de Loreto, donde estudi¨¦, tambi¨¦n, aunque el interior est¨¢ lleno de oficinas. La ciudad hoy es impresionante, no tiene fin¡±, explica.
Entre Argentina y Per¨² pas¨® cinco a?os de su adolescencia. A los 19 trabajaba como azafata a¨¦rea, cuando en Lima se cruz¨® por su camino el hombre que le hizo cambiar el rumbo. Cuentan que Luis Miguel Domingu¨ªn cay¨® fascinado al verla en un restaurante. ?Qui¨¦n era la flaca muchacha de cabellos negros con un mech¨®n blanco y ojos rasgados? Dos d¨ªas despu¨¦s se la llev¨® con ¨¦l. ¡°Me fugu¨¦ y ca¨ª en una vida que no imaginaba. Empec¨¦ a conocer gente de la que solo hab¨ªa le¨ªdo u o¨ªdo hablar, que nunca pens¨¦ que tratar¨ªa. No estaba preparada, era una chiquilla. Crec¨ª pensando que me har¨ªa mayor, me casar¨ªa y tendr¨ªa hijos, eso ser¨ªa todo, no imaginaba que viajar¨ªa por todo el mundo y conocer¨ªa a tanta gente¡±, asegura.
El apuesto matador era reverenciado all¨¢ donde fuera. La leyenda cuenta que ella le cur¨® las heridas de una cogida en Venezuela. ¡°Nunca hab¨ªa ido a los toros hasta entonces. De repente descubr¨ª la emoci¨®n y la tradici¨®n. Y cuando una est¨¢ enamorada, lo que hace tu pareja te parece lo m¨¢s fabuloso del mundo. Entr¨¢bamos en un restaurante y se hac¨ªa el silencio, todo el mundo se pon¨ªa en pie y aplaud¨ªa. Era como estar con un dios¡±, recuerda. El torero la llev¨® despu¨¦s a Espa?a donde se sinti¨® condenada al ostracismo. A¨²n le cuesta hablar de ello. No conoc¨ªa a nadie. Tuvo una g¨¦lida acogida. ¡°Fue muy duro, no les gustaba. Corr¨ªan los a?os cincuenta, la Espa?a de entonces era tremenda. Pero no me arrepiento, fue una experiencia, el primer gran amor de mi vida¡±, dice. Al final Domingu¨ªn march¨® con Ava Gardner.
Noelie miraba de ni?a las revistas de cine. ¡°Ve¨ªa estas mujeres preciosas. Mis favoritas era Vivien Leigh y Ava Gardner. Siempre posaban con un cigarrillo y un tipo guap¨ªsimo al lado. Yo no pensaba que era ex¨®tica, pero claramente no me ve¨ªa como ellas y por eso no pensaba que era bella. Solo supe que lo era por medio de los hombres¡±. En Par¨ªs una amiga le propuso que trabajara como modelo. Fue a cubrir una sustituci¨®n en cabina para Givenchy y el modisto la contrat¨®. Fue entonces cuando busc¨® otro nombre y se acord¨® de lo que le gritaban en Buenos Aires: ¡°Chinita, china¡±. ¡°Trabajaba much¨ªsimo mientras hac¨ªan la colecci¨®n, cos¨ªan sobre tus medidas. Cuando hab¨ªan terminado, te sent¨ªas muy orgullosa de mostrar los trajes¡±, recuerda. Decidi¨® hacer shows de moda para los grandes del momento y dej¨® Givenchy. Oleg Cassini, el modisto de Jackie Kennedy, la invit¨® a Nueva York.
Aquel primer viaje marcar¨ªa otro antes y despu¨¦s en la vida de Machado. A las pocas horas de llegar estaba en la oficina de Diana Vreeland, la temida directora de Harper¡¯s Bazaar. ¡°No era muy alta y al verme se levant¨® de su silla y empez¨® a rodearme dando lentas zancadas y exclamando: ¡®?Exquisita!, ?maravillosa!¡¯. Me hizo sentir muy inc¨®moda¡±, cuenta ri¨¦ndose. La ofreci¨® participar en un show esa misma tarde en el Waldorf Astoria, y una vez all¨ª China vio que deb¨ªa subir a un escenario con cortinas. La colocaron en una escala de cuerda por la que deb¨ªa bajar. ¡°Temblaba tanto que pens¨¦ que no terminar¨ªa¡±, recuerda. El caso es que no cay¨® al suelo sino en gracia: el gran fot¨®grafo de moda Richard Avedon qued¨® arrebatado con ella, le hizo unas fotos a los pocos d¨ªas y durante los siguientes tres a?os pos¨® solo para ¨¦l. En las siguientes d¨¦cadas ser¨ªa su colaboradora, como directora creativa de Harper¡¯s Bazaar, e ¨ªntima amiga. ¡°Nunca me fotografiaron hasta que llegu¨¦ a EE UU. Era modelo exclusiva para Dick, y si ¨¦l te pon¨ªa delante de su c¨¢mara te sent¨ªas la mujer m¨¢s bella¡±.
China por aquel entonces estaba prometida en Par¨ªs, ciudad a la que regres¨® tras el apote¨®sico paso por Nueva York. ¡°En 1958 esta ciudad era tan jazzy. Estaba Brando tocando los bong¨®s, Duke Ellington, Count Bessie y si ibas a Harlem pod¨ªas ver a Ray Charles. Empec¨¦ a visitar sitios de los que solo hab¨ªa le¨ªdo. Me pagaban 10 veces m¨¢s que en Europa. ?Por supuesto que quer¨ªa volver!¡±, exclama. ¡°Par¨ªs me gustaba, ten¨ªamos un apartamento en Ile Saint Louise. Los amigos de mi pareja eran Truffaut, Louis Malle y el grupo de Cahiers du Cinema. Luego tuve un affair con William Holden, pero esa es otra historia¡±.
Regres¨® y se instal¨® definitivamente. Se cas¨® con el actor Martin LaSalle y nacieron sus dos hijas. Avedon la anim¨® a que aceptara un trabajo como directora creativa en la revista para la que trabajaba. Poco despu¨¦s las fotos de China se publicaron en portada. ¡°Hasta mucho tiempo despu¨¦s no supe que el due?o se resist¨ªa a publicarlo y que Dick amenaz¨® con no renovar su contrato. Tampoco sab¨ªa que algunos clientes de Cassini no quisieron comprar la ropa que yo me hab¨ªa puesto¡±, cuenta.
El pasado enero en Sundance la modelo Beverly Johnson la sorprendi¨®. ¡°Me dijo que yo hab¨ªa sido la primera modelo de color en salir en una portada. Nunca lo hab¨ªa pensado, en primer lugar porque no soy negra y en segundo porque cuando se public¨® yo no era modelo. El asunto de la raza no estaba en mi cabeza¡±, dice riendo. Despu¨¦s de 11 a?os, dej¨® la revista en 1972. ¡°Con la llegada de la televisi¨®n las revistas empezaron a perder dinero. Hubo muchos recortes y ya no se pod¨ªan hacer tantas cosas¡±. China se lanz¨® al nuevo medio con programas de entrevistas a dise?adores y emitiendo desfiles. M¨¢s adelante trabaj¨® en Lear¡¯s, la primera publicaci¨®n dirigida a mujeres mayores de 45 a?os. Cuando aquello cerr¨® se decidi¨® a dise?ar su propia l¨ªnea de ropa, prendas de punto que triunfaron entre una clientela que inclu¨ªa a Lauren Bacall y Shirley McLaine. Pionera y rompedora, iconoclasta a su pesar, China observa divertida y curiosa su momento actual. ¡°Mira, siempre he pensado que si se abre una puerta, ?m¨¢s vale que entres bailando!¡±.
Babelia
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