Beckett, ese p¨¢jaro negro y solitario
La biograf¨ªa de Anthony Cronin sigue los derroteros de un escritor desgarrado cargado de humor Obtuvo el Premio Nobel en 1969
En el libro que Enrique Vila-Matas dedic¨® a los a?os que pas¨® en Par¨ªs cuenta que un d¨ªa, paseando por los jardines de Luxemburgo, divis¨® en una alameda secundaria a ¡°un p¨¢jaro negro y solitario, casi inm¨®vil, leyendo el peri¨®dico¡±. Ahora aparece en Espa?a una de las mejores biograf¨ªas dedicadas a aquel singular caballero, la que el irland¨¦s Anthony Cronin public¨® en 1997 y que es, seguramente, la que mejor reconstruye los pasos que fue dando ese ¡°p¨¢jaro negro y solitario¡± hasta que conquist¨® su propia voz, una de las m¨¢s poderosas y desamparadas del siglo XX y que le vali¨® recibir el Premio Nobel de Literatura en 1969. Samuel Beckett. El ¨²ltimo modernista (La u?a RoTa, traducido por Miguel Mart¨ªnez-Lage) empieza por lo m¨¢s lejano. ¡°Yo tengo un recuerdo claro de mi existencia fetal¡±, cont¨® Beckett alguna vez. ¡°Fue una existencia en la que ninguna voz, ning¨²n movimiento posible pod¨ªa liberarme de la agon¨ªa y las tinieblas a las que estaba sujeto¡±. A partir de ah¨ª, va siguiendo meticulosamente sus pasos hasta el d¨ªa de su muerte, el 22 de diciembre de 1989.
¡°Tuvo sentimientos encontrados con respecto a su madre, pero tuvo un considerable afecto por su padre¡±, escribe Cronin. Samuel fue el segundo hijo de una familia acomodada que viv¨ªa en Foxrock, un barrio residencial de Dubl¨ªn, donde naci¨® el 13 de abril de 1906. T¨ªmido, reservado, enfermizo, solitario, no supo llevar bien la rigurosa educaci¨®n y la extrema frialdad que su madre impon¨ªa en casa, de ah¨ª que recordara su estancia en el Portora Royal School, el internado al que fue enviado en 1920, como ¡°los ¨²ltimos a?os realmente felices en mucho tiempo¡±. En aquella instituci¨®n, chapada a la antigua, fue realmente popular. Le costaba relacionarse con sus compa?eros pero triunf¨® como deportista. Destac¨® sobre todo en el cr¨ªquet, pero practic¨® tambi¨¦n el rugby e, incluso, el boxeo. Nadaba estupendamente, jugaba al tenis y al golf, m¨¢s adelante tuvo una moto. Sorprende que alguien tan volcado en los deportes escribiera posteriormente tan l¨²gubres diagn¨®sticos sobre la condici¨®n humana, como este apunte de un breve texto de 1957: ¡°No, no me arrepiento de nada, lo ¨²nico que me fastidia es haber nacido, es tan largo, morir, siempre lo he dicho, tan cansado a la larga¡±.
En el internado, triunf¨® en deportes como el cr¨ªquet, el rugby y el boxeo
Ese fue, sin embargo, el tono de su obra: la desolaci¨®n, un radical pesimismo, la brutal certeza de la ausencia total de cualquier sentido. Todo eso servido, ciertamente, con un peculiar sentido del humor (lo calificaron de ¡°crudo¡± cuando empez¨® a publicar). Estudi¨® en el Trinity College de Dubl¨ªn entre 1923 y 1927 y se licenci¨® en filolog¨ªa moderna. Consigui¨® una plaza como lector de ingl¨¦s en la ?cole Normale Sup¨¦rieure y lleg¨® a Par¨ªs, entonces el centro de las vanguardias, en 1928. All¨ª conoci¨® a James Joyce, que fue decisivo para su futura dedicaci¨®n a la literatura. Era tal la proximidad entre ambos escritores, ambos irlandeses y miopes que cuando estaban a solas, cuenta Cronin, ¡°uno de sus principales m¨¦todos de comunicaci¨®n eran los silencios mutuos, como dijera Beckett, ¡®dirigidos el uno al otro¡±.
La vida de Beckett estuvo llena de desplazamientos antes de que se instalara en Francia de manera definitiva a partir de noviembre de 1937, y decidiera unos a?os despu¨¦s escribir el grueso de su obra en franc¨¦s. Cronin lo sigue de manera escrupulosa, va dando cuenta de cada una de sus amistades y amor¨ªos, disecciona sus obsesiones, analiza cada nuevo texto que escribe, y muestra el desgarro ¨ªntimo que lo acompa?¨® todo el tiempo: liberarse de Irlanda aun cuando llevara clavado su paisaje como un rasgo insoslayable de su mirada. Cultiv¨® los c¨ªrculos intelectuales de los lugares por los que fue pasando aun cuando nunca formara parte de grupo alguno, fue gran amigo de Giacometti ¡ª¡°los dos eran aves nocturnas y adictos a las caminatas¡±¡ª y amante, ¡°reticente¡± seg¨²n Cronin, de Peggy Guggenheim. Suzanne Deschevaux-Dumesnil, seis a?os mayor que ¨¦l, fue la mujer decisiva. ¡°Ella me convirti¨® en un hombre¡±, dijo Beckett, ¡°ella me salv¨®¡±. Pasaba una ¨¦poca dif¨ªcil, beb¨ªa mucho, no trabajaba, un d¨ªa fue apu?alado por un proxeneta.
Fue un gran amigo de Giacometti y amante de Peggy Guggenheim
Gracias a la influencia de Suzanne empez¨® a ser m¨¢s un ciudadano franc¨¦s que un irland¨¦s exiliado. En septiembre de 1938 todo el mundo, incluso alguien tan apol¨ªtico como Beckett, sab¨ªa que habr¨ªa guerra. Tuvo noticias de la crueldad y la virulencia del antisemitismo nazi y un d¨ªa decidi¨® saber qu¨¦ conten¨ªa Mein Kampf, el libro de Hitler. Un tiempo despu¨¦s de la ocupaci¨®n de Par¨ªs, empez¨® a colaborar con la Resistencia. Cuando termin¨® el horror que dej¨® el mundo sembrado de cad¨¢veres fue condecorado con la Croix de Guerre.
¡°Molloy y todo lo que vino despu¨¦s fue posible el d¨ªa en que tom¨¦ conciencia de mi propia estupidez. Entonces empec¨¦ a escribir lo que sent¨ªa¡±, explic¨® Beckett a?os m¨¢s tarde refiri¨¦ndose a la primera novela de su trilog¨ªa m¨¢s c¨¦lebre. La escribi¨®, como otras de sus grandes obras, en un periodo de m¨¢xima creatividad, el que va de los a?os 1946 a 1950.
Esperando a Godot fue la obra que lo encumbr¨® y le permiti¨® llevar su universo de seres abandonados y perdidos al gran p¨²blico. ¡°El cuaderno escolar en el que se escribi¨® a toda velocidad y sin apenas enmiendas lleva la fecha del 9 de octubre de 1948 en la primera hoja y del 29 de enero de 1949 en la ¨²ltima¡±, cuenta Cronin. A partir de entonces, sigui¨® escribiendo de manera infatigable, pero los cimientos de su literatura eran ya inconmovibles. Todav¨ªa tuvo un gran amor (Barbara Bray) aunque sigui¨® con Suzanne, y, claro, no dej¨® de beber. Cuando le otorgaron el Nobel en 1969 lo consider¨® ¡°una cat¨¢strofe¡±. Nunca le hab¨ªa interesado ese tipo de gloria.
Un hombre fr¨¢gil en la resistencia
Anthony Cronin es muy preciso en su biograf¨ªa cuando describe los achaques de Samuel Beckett. Aunque advierte que seguramente muchos de sus males eran de origen psicosom¨¢tico, apunta que ¡°era propenso a sufrir agudos trastornos estomacales, fiebres, resfriados, palpitaciones, n¨¢useas, for¨²nculos, quistes seb¨¢ceos, erupciones faciales y otras complicaciones¡±. El propio Beckett, que lo mismo pod¨ªa pasarse horas sentado en un parque que caminando infatigable de un lugar a otro, reconoc¨ªa haber estado deprimido, ¡°como cabe esperar en una coliflor llena de gusanos¡±.
Sus fr¨¢giles nervios no fueron ning¨²n obst¨¢culo para que trabajara con la Resistencia poco despu¨¦s de que los alemanes ocuparan Par¨ªs durante la II
Samuel Beckett, el ¨²ltimo modernista. Anthony Cronin. Traducci¨®n de Miguel Mart¨ªnez-Lage. La u?a RoTa. Madrid.
Babelia
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