Maria Antonieta, en clave rap
Los jardines del palacio franc¨¦s acogen un delirante desfile de Chanel que mezcla 'hip hop' y la est¨¦tica del siglo XVIII
La tarde antes de que un socialista asumiera la presidencia de la Rep¨²blica francesa, en una Europa asolada por la tragedia econ¨®mica, Chanel reivindic¨® el legado est¨¦tico de las cortes de Luis XIV a XVI. Dif¨ªcil saber si se podr¨ªa elegir un momento m¨¢s inapropiado. O m¨¢s apropiado, ya que el dise?ador Karl Lagerfeld pelea por convertirse en el monarca absoluto de la incorrecci¨®n pol¨ªtica. Desde luego, estaba encantado de tomar Versalles la v¨ªspera de que el socialismo volviera al El¨ªseo. El lunes, ¨²nico d¨ªa que no aceptan visitantes, los jardines del palacio se abrieron para ¨¦l; las obstinadas lluvias de primavera cedieron paso a un sol abrasador, y los titulares clamaron por ser invocados. Se trataba de escenificar el retorno del rey Sol a Versalles.
Como ya suced¨ªa en 2006 con la pel¨ªcula de Sofia Coppola acerca del mismo tema, revisar en edulcorada clave pop a un personaje tan controvertido como Mar¨ªa Antonieta es, cuanto menos, espinoso. Para la colecci¨®n de crucero 2013 de Chanel, Lagerfeld une polisones, pelucas de color pastel, brocados y encajes con el armario de una hip-hopera, lo que crea situaciones delirantes. La idea es utilizar vocabulario del siglo XVIII, pero con materiales contempor¨¢neos como el vaquero o el pl¨¢stico. Revisiones de los zapatos creepers, que calzaron a los Teddy Boys y al punk, sustituyen a las chanclas de seda y permiten que doncellas rococ¨® sacadas de las pinturas de Watteau -y sus amigos jardineros- troten alrededor de las fuentes de Versalles al ritmo de M.I.A.
"Un poco de frivolidad puede resultar saludable", defend¨ªa Lagerfeld en otro extremo de la grandiosa finca. Tras el desfile, los invitados fueron trasladados al Bosquet du Rocailles para continuar con la extravagante presentaci¨®n en una caseta de cristal rodeada de cascadas de agua en la que actu¨® la banda de Alice Dellal. La premisa de Lagerfeld es que Francia debe continuar ofreciendo su cara m¨¢s suntuosa para mantener una industria fundamental para su econom¨ªa como es la moda. "Nadie comprar¨¢ nuestros productos si ofrecemos una imagen triste y deprimente", explicaba a los periodistas. "?C¨®mo podr¨ªa no gustarme esto? ?Es una fiesta!", dec¨ªa la actriz Tilda Swinton, acerca de la colecci¨®n. "Karl, como siempre, hab¨ªa demasiadas ideas, demasiada creatividad", le reprochaba la modelo In¨¨s de la Fressange al alem¨¢n. "Con lo que has mostrado hoy pod¨ªas haber hecho 10 desfiles".
Es f¨¢cil aplaudir la promoci¨®n de la excelencia artesanal y la legitimidad hist¨®rica de Europa en la industria del lujo para mantener los puestos de trabajo que genera. Pero hay que tener cuidado. Con la evocaci¨®n acr¨ªtica de una monarqu¨ªa absoluta que se entregaba al hedonismo mientras oprim¨ªa a su pueblo, la industria de la moda corre el riesgo de despertar hoy la misma simpat¨ªa que aquella corte que la revoluci¨®n francesa mand¨® a la guillotina.
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