Un espect¨¢culo total
Madonna muestra su inteligencia, feminidad y elegancia en un ¡®show¡¯ bailable y espectacular en el primero de sus dos conciertos en el Sant Jordi
Cuando el griter¨ªo del p¨²blico arreciaba por la m¨¢s de media hora de tardanza, se apagaron las luces del Sant Jordi. Unas campanadas marcaban el inicio del espect¨¢culo, protagonizado por un enorme botafumeiro movido por monjes con h¨¢bitos escarlata. Una cruz con las iniciales de Madonna presid¨ªa la escena, mientras otros tres religiosos emerg¨ªan del escenario representando entonar unos salmos. Solo faltaba un cura de verdad. Pero en su lugar apareci¨® ella, lo contrario de un religioso. Girl gone wild atron¨® el recinto marcando la pulsi¨®n r¨ªtmica apropiada para que Madonna, negro total, pantalones ajustados, melena rubia y tacones, diese los primeros pasos. De fondo, para mantener el toque espiritual ante tanta procacidad ¡ªbailarines con torso desnudo movi¨¦ndose como para seducir a una novicia¡ª, la nave de una catedral. Eran los primeros instantes del primero de los dos conciertos de Madonna en Barcelona, ¨²nicas paradas de su gira mundial en Espa?a. Una gira m¨¢s en la que espiritualidad, carnalidad, elegancia y m¨²sica se hermanaron bajo la melena de la que a¨²n puede considerarse la ambici¨®n rubia.
El primero de los cuatro bloques del espect¨¢culo noque¨®, como luego los dem¨¢s, por abundancia de est¨ªmulos. En Revolver la musa rubia bail¨® en el provocador que con forma triangular hend¨ªa la platea donde el p¨²blico, atronado, gritaba. En la siguiente pieza una habitaci¨®n emergi¨® del escenario y en ella, Madonna y un bailar¨ªn simularon una discusi¨®n que ella zanj¨® descerraj¨¢ndole un tiro. La pieza, claro, era Gang bang. En Papa don¡¯t preach el cromatismo oscuro de las pantallas enmarc¨® una cruz; en Hung up Madonna y el cuerpo de baile hicieron equilibrios en unas cintas, mientras que en I don¡¯t give A la estrella se ci?¨® una guitarra y la mene¨® en la punta del escenario, para acabar con im¨¢genes de cementerio propias de una portada de Joy Division en Best friend / Hearbeat. Aire, por favor.
Madonna no perdi¨® el resuello corriendo y saltando como en Sticky & sweet tour. En esta gira se muestra como una mujer que se resiste a dejar atr¨¢s sus atractivos pero no cae en demostraciones antinaturales de vigor o erotismo.
En el arranque de la segunda parte, vestida de animadora, con m¨²sicos colgados del techo como marionetas, mene¨® el trasero, pero la cosa no pas¨® de simp¨¢tico gesto picante. En Turn up the radio, ya sin disfraz,reapareci¨® la rockera, guitarra en ristre, brazo en alto, falda modosita por encima de la rodilla. Plataformas retr¨¢ctiles hac¨ªan aparecer y desaparecer bailarines, aunque los tres miembros de Kalakan, todo y no ser de Bilbao, aparecieron por donde quisieron, desde detr¨¢s del escenario en una plataforma m¨®vil. Ese fue el momento Sabino Arana de la noche. Madonna, con txapela puesta no como en Astigarraga sino como en la Quinta Avenida, cant¨® con el tr¨ªo de percusi¨®n vasco al que present¨® debidamente. En un momento de m¨¢ximo esplendor euskald¨²n, Kalakan cantaron en euskera mientras sonaba la txalaparta. Mejor promoci¨®n de Euskadi ni el Guggenheim. Luego, ya en ingl¨¦s, Madonna dijo eso de que estamos aqu¨ª para ser felices y formar una sola alma y todo eso que se dice para trascender la frivolidad. Por cierto, la alocuci¨®n fue para presentar una balada, ¡°es muy caliente¡± dijo en un castellano de Tijuana. No se sabe si caliente quer¨ªa decir aburrida, pero podr¨ªa ser, Masterpiece es un tost¨®n de cuidado.
La ambici¨®n rubia, con la 'txapela' puesta, cant¨® con el tr¨ªo vasco Kalakan
Hablando de m¨²sica, que la hubo tambi¨¦n, Madonna se mostr¨® como lo que es, una artista extremadamente inteligente. Interpret¨® ocho piezas de su ¨²ltimo disco siempre sabiamente alternadas con exitazos. As¨ª tras Masterpiece son¨® Justify my love y luego Vogue. Sonido house bailable con bajos tan gruesos y carnales que parec¨ªan columnas salom¨®nicas retorci¨¦ndose con los compases de la pieza. Un no parar, un sindi¨®s de im¨¢genes, volteretas, plataformas que iban y ven¨ªan, luces y preciosos motivos en las pantallas segu¨ªan comi¨¦ndose el tiempo. Sin apenas mirar el reloj ya hab¨ªa pasado m¨¢s de una hora de espect¨¢culo.
Madonna es m¨¢s lista que nadie, pidi¨® protagonismo con Candy song mientras el escenario se llenaban de sudorosos torsos desnudos. A partir de aqu¨ª el aceler¨®n final. No hubo pecho ni bragas, Barcelona no es Estambul ni Roma, esta es una ciudad normal donde eso se ve por la calle, mandaron las coreograf¨ªas m¨¢s bien reposadas y una espectacularidad siempre elegante. Con Like a prayer y Celebration acab¨® un concierto muy entretenido en el que Madonna mand¨®. Est¨¢ en forma. Tanto que no precisa demostrarlo.
Babelia
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