Civilizaci¨®n a latigazos
'El sue?o del celta', de Mario Vargas Llosa, ma?ana s¨¢bado con EL PA?S
El 7 de octubre de 2010 Peter Englund, secretario de la Academia sueca, anunci¨® que Mario Vargas Llosa acababa de ganar el Premio Nobel de Literatura. Como de costumbre, las razones para el galard¨®n a una trayectoria de casi 30 t¨ªtulos cupieron en 20 palabras: ¡°Por su cartograf¨ªa de las estructuras del poder y sus mordaces im¨¢genes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota¡±. En el momento del anuncio, el escritor peruano ten¨ªa en la imprenta su nueva novela, El sue?o del celta. Lo curioso es que aquella frase de Englund parec¨ªa escrita para describir ese libro, a¨²n in¨¦dito.
Con un t¨ªtulo tomado de un poema sobre el pasado m¨ªtico de Irlanda, El sue?o del celta cuenta la tormentosa vida de Roger Casement, un nombre con el que Vargas Llosa se top¨® un d¨ªa en una biograf¨ªa de Joseph Conrad. Casement, que vivi¨® entre 1864 y 1916, era un personaje en busca de autor y casi un siglo despu¨¦s de su muerte se encontr¨® con un novelista fascinado por su escurridiza figura. Conrad y Casement se hab¨ªan conocido durante la estancia de ambos en el Congo, ese trozo de ?frica de m¨¢s de dos millones y medio de kil¨®metros cuadrados que las potencias regalaron en 1885 al monarca de un pa¨ªs 85 veces m¨¢s peque?o, Leopoldo II de B¨¦lgica. Como diplom¨¢tico brit¨¢nico, el futuro protagonista de Vargas Llosa viaj¨® all¨ª convencido de que se acercaba a la vanguardia de la civilizaci¨®n y se top¨® con el coraz¨®n de las tinieblas.
A su regreso a Europa, Casement escribi¨® un dur¨ªsimo informe que pasa por ser una de las primeras denuncias del salvaje colonialismo occidental. Pero si en el cuerpo de cada ser humano cabe m¨¢s de una vida, en el de Casement cupieron al menos otras dos. Por un lado, sus escabrosas aventuras sexuales minaron su reputaci¨®n al hacerse p¨²blicas pese a no ser m¨¢s que presuntas. Por otro, su conversi¨®n al nacionalismo irland¨¦s ¡ªhab¨ªa nacido en el Ulster¡ª le llev¨® a conspirar contra Inglaterra durante la I Guerra Mundial. Su destino fue la prisi¨®n londinense de Pentonville, el lugar en el que arranca la novela de Vargas Llosa: la fascinante historia de un hombre que nunca estuvo c¨®modo en su piel; la radiograf¨ªa de un mundo dispuesto a traficar con la piel de los dem¨¢s. El poder, la resistencia, la derrota, dijeron en Estocolmo.
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