El grito de ?frica hecho mujer
La Mar de M¨²sicas rinde tributo a la gran cantante de Mal¨ª Oumu Sangar¨¦
En Wasalu, la tierra que vio nacer a Oumou Sangar¨¦ y cuya m¨²sica representa, las canciones contienen propiedades m¨¢gicas, como ahuyentar a los malos esp¨ªritus o proteger de los animales salvajes. Siendo una ni?a, Sangar¨¦ abandon¨® con sus padres esa regi¨®n maliense para buscarse la vida en Bamako. Con apenas cinco a?os, ya cantaba en bodas y bautizos con su madre. Si como dice un proverbio bambara el mejor maestro del hombre es el sufrimiento, la cantante ha superado con creces las ense?anzas de semejante escuela.
Convertida ahora en la gran diva de la canci¨®n africana, aprovecha cualquier aparici¨®n p¨²blica para denunciar la situaci¨®n de las mujeres en Mal¨ª: poligamia, ablaci¨®n, matrimonios forzosos y todo el peso del trabajo en el campo, donde solo para buscar agua hay que recorrer varios kil¨®metros a pie. Su labor humanitaria y su categor¨ªa profesional fueron recompensadas en la noche del martes en el auditorio del Batel de Cartagena con el primer premio La mar de m¨²sicas. ¡°Sangar¨¦ es la voz de todas las mujeres de ?frica¡±, asegur¨® la exdirectora de Radio 3, Lara L¨®pez, antes de que el escritor Javier Reverte entregara el galard¨®n.
Alta, robusta, con un traje de seda con estampados africanos, adornada con las joyas t¨ªpicas de su pa¨ªs y un peinado digno de una reina, la cantante dedic¨® emocionada el premio a sus colegas del norte de Mal¨ª, donde la guerra amenaza a¨²n m¨¢s sus terribles condiciones de vida. Fue solo el pre¨¢mbulo de una noche cargada de emociones. La banda del percusionista indio Trilok Gurtu y el saxofonista noruego Jan Garbarek arroparon a la cantante en un concierto memorable en el que el mejor jazz se hizo africano.
La qu¨ªmica entre los tres artistas, que llevaban casi cuatro a?os sin compartir escenario, fue total. Empez¨® Gurtu con su banda y su cascada de percusiones capaces de reproducir desde la m¨²sica griega a la balc¨¢nica o los silbidos de una tormenta de arena; cuando la m¨²sica se acercaba a los sonidos de Rajast¨¢n se uni¨® Garbarek con uno de los saxos m¨¢s l¨ªricos del jazz contempor¨¢neo.
La m¨²sica en Mal¨ª apenas suena, alcanzada de pleno por la dif¨ªcil situaci¨®n pol¨ªtica; pero hace unos a?os el pa¨ªs del Sahel se convirti¨® en uno de los puntos neur¨¢lgicos de las m¨²sicas del mundo. En uno de sus viajes a Bamako, Gurtu conoci¨® a Sangar¨¦ y qued¨® prendado de su timbre agudo. En paralelo, el percusionista indio mantiene con Garbarek una relaci¨®n de antigua amistad y no tuvo m¨¢s que comentarle lo que pretend¨ªa para que el saxofonista noruego se apuntara el proyecto de fusionar tres culturas diferentes.
Antes de la presentaci¨®n ante el p¨²blico cartagenero, pasaron la tarde ensayando. Como buena musulmana, Sangar¨¦ (Bamako, 1968) practica sus cinco rezos diarios y sigue el Ramad¨¢n sin probar ni una gota de agua pero aguant¨® el tipo pese al mareo. La cantante debut¨® precisamente en Cartagena, en 1996, cuando todav¨ªa era una perfecta desconocida. Conoce la ciudad y se siente c¨®moda. El lunes actu¨® con Bela Fleck, en el Parque Torres, el escenario estrella de este festival que cumple su XVIII edici¨®n y que, afectado por los recortes, ha reducido a diez d¨ªas su programaci¨®n, dedicada en esta ocasi¨®n a las nuevas m¨²sicas africanas.
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