Jitka Hanzlov¨¢: atenci¨®n m¨¢xima
En este verano de exposiciones multitudinarias est¨¢ bien buscar espacios menos frecuentados en los que la quietud permitir¨¢ disfrutar todav¨ªa m¨¢s los tesoros no evidentes que se muestran en ellos. Est¨¢ bien ir al Prado y al Thyssen, pero a quien viene a Madrid yo le recomiendo siempre una visita a la Real Academia de San Fernando, donde con bastante frecuencia el n¨²mero de obras maestras es superior al de personas que se acercan a ellas. Algunos de los goyas m¨¢s sobrecogedores se encuentran all¨ª: e impresionan m¨¢s todav¨ªa porque no son tan conocidos, o porque uno no esperaba verlos de golpe en ese lugar. Hace a?os, escribiendo una novela en la que dos amantes deb¨ªan verse clandestinamente en Madrid, los imagin¨¦ cit¨¢ndose y busc¨¢ndose por las salas sucesivas de la Academia de San Fernando, d¨¢ndose abrazos furtivos en alguna sala vac¨ªa bajo la mirada de las figuras de los cuadros.
Otra ma?ana de contemplaci¨®n y sigilo hay que reservarla este verano para las fotograf¨ªas de Jitka Hanzlov¨¢ en la sede que la Fundaci¨®n Mapfre tiene en general Per¨®n. Por encontrarse en una zona tan inh¨®spita la sala es a¨²n m¨¢s acogedora. Est¨¢ organizada de tal manera que permite por igual la sensaci¨®n de cercan¨ªa y la de la amplitud del espacio. No creo que haya en Madrid otra instituci¨®n cultural que sostenga un programa de fotograf¨ªa tan asiduo, tan bien argumentado, desde hace tantos a?os, tan atento a la herencia hist¨®rica de ese arte como a las formas plurales de su contemporaneidad.
A Jitka Hanzlov¨¢ se le nota mucho que est¨¢ en su plenitud creativa. Las fotos m¨¢s antiguas de la exposici¨®n son de hace 20 a?os, cuando ella ten¨ªa poco m¨¢s de 30. Las m¨¢s recientes las ha hecho ahora en Madrid. Entre unas y otras el progreso del estilo y de los temas es una lecci¨®n sobre las continuidades, las tanteos y los quiebros de los que est¨¢ hecha la obra de un artista. En una ¨¦poca dominada por alegor¨ªas de brocha gorda a lo Cindy Sherman, la sutileza de Jitka Hanzlov¨¢, su propensi¨®n al tono menor, pueden pasar inadvertidas. Pero cada fotograf¨ªa suya es un ejercicio de observaci¨®n de lo misterioso en lo visible, lo mismo en la cara de alguien que mira serenamente a la c¨¢mara en un fragmento de muro o en la apertura irregular entre dos cortinas, o en un sof¨¢ de piel debajo de una ventana en el que se nota la huella del cuerpo que lo hund¨ªa y lo ha abandonado, o en la hierba de un claro que est¨¢ en la frontera de los ¨¢rboles, en el umbral de la oscuridad del bosque.
Entr¨¦ a ver la exposici¨®n y no hab¨ªa nadie m¨¢s. El silencio acentuaba mi actitud de alerta y el efecto gradual que las fotograf¨ªas iban teniendo sobre m¨ª. Hanzlov¨¢ utiliza el color con una contenci¨®n en los matices que parece m¨¢s propia del blanco y negro. En fotograf¨ªa el sentido de la composici¨®n es inseparable de la intuici¨®n del hallazgo. Hanzlov¨¢ hace retratos que tienen una rotundidad de presencia como del Renacimiento ¨Cson muy visibles las referencias a Holbein, a Ghirlandaio o Piero della Francesca- pero tambi¨¦n otros dictados por el azar de un encuentro en la calle. El temblor del tiempo perdido est¨¢ en las fotos de su regreso al pueblo de la infancia: en la serie prodigiosa que dedic¨® al bosque se percibe, en la mirada adulta, el miedo primordial de los ni?os a perderse en la espesura de los ¨¢rboles. Hanzlov¨¢ es tan capaz de hacer de repente el retrato ¨ªntimo de un desconocido como el de un p¨¢jaro o un caballo. Casi en la oscuridad, cuando las siluetas ya son negras pero el cielo todav¨ªa es azul marino, se fija en una ara?a atareada en su hilo casi invisible y parece que estuviera retratando a un trapecista.
O¨ª los pasos de otro visitante y ni siquiera entonces sal¨ª del trance de esas fotos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.