Martina Cole o La Rowling m¨¢s gore
Mafia, bajos fondos, mujeres maltratadas, violencia expl¨ªcita. Son los ingredientes de las novelas de Martina Cole, la escritora inglesa que ha entrado en el club de los escritores multimillonarios. Su vida es una novela: fue madre soltera punk con un novio criminal
En los libros de Martina Cole no aparecen ni?os hu¨¦rfanos con gafillas y aptitudes excepcionales para la magia, ni existen brujos ambiguos con apariencia de rockeros g¨®ticos. En las tambi¨¦n algo extravagantes novelas de esta autora con car¨¢cter no hay rastro de universidades elitistas trasladadas a la ciencia de la supercher¨ªa, ni casoplones al estilo de Downton Abbey, con su arriba y abajo marcando el siempre agrietado ascensor de las clases sociales en Reino Unido¡
En las historias que pare Martina Cole ruge el lenguaje crudo de los bajos fondos. Las hero¨ªnas lo son despu¨¦s de sobreponerse a palizas o violaciones, v¨ªctimas de una rueda siniestra donde se genera m¨¢s frustraci¨®n que romanticismo. Los chulos son muy chulos, tan b¨¢sicos que producen grima, y las mujeres, tan bastas como un estropajo. Pero tienen sus corazoncitos, un sentimiento que proviene m¨¢s del est¨®mago que de otra v¨ªscera, pero que llega con fuerza a un p¨²blico tan amplio como amante de la vida perra.
Sus maestros han sido Dickens y la puta calle, en la m¨¢s completa extensi¨®n del t¨¦rmino: el lumpen londinense en constante degeneraci¨®n y una experiencia de chavala irlandesa criada en Essex (Inglaterra), l¨®gicamente desubicada.
Le cost¨® encontrar su camino, pero lo hall¨®. Antes de que la industria la viniera a bendecir con una historia que ten¨ªa metida en un caj¨®n y se convirtiera hoy en la autora m¨¢s exitosa despu¨¦s de J. K. Rowling, Cole se las hab¨ªa arreglado para criar como madre soltera cuando solo ten¨ªa 18 a?os a Chris, un hijo que ahora parece un lord hincha del Manchester United, aparte de salir de un par de matrimonios abocados al fracaso vendiendo trastos en la calle con la eterna banda sonora de David Bowie en su cogote.
Tuvo su etapa ¡®punk¡¯ y de la escoria fue de donde seguramente sac¨® las voces que pueblan hoy la m¨²sica disonante de sus personajes, arrastrados a la p¨¦rdida y el juramento como poco esperanzador m¨¦todo de desahogo. De siempre le atrajo el lado m¨¢s oscuro de lo oscuro. La Mafia, por ejemplo. ¡°Nos fascina, existe una especie de mitificaci¨®n hacia su forma de vida¡±. Pero, aunque parezca que no, en los a?os setenta exist¨ªan c¨®digos de respeto. Cuesta m¨¢s distinguir ahora el bien del mal. ¡°Lo que me hace temblar son las nuevas t¨¦cnicas de bandas criminales, pensar que vas por la calle y con un aparatito pueden acceder a todos los datos de tu tarjeta de cr¨¦dito y desplumarte. Antes hab¨ªa normas¡±.
Eso lo pudo conocer por experiencia propia: ¡°Tuve un novio criminal, me enter¨¦ despu¨¦s de abandonarlo, desde entonces mir¨¦ muy bien con qui¨¦n andaba¡±. O quiz¨¢ aquel hombre que robaba bancos se aterroriz¨® ante el influjo que desprende hoy esta madraza ¨Caparte de Chris, hoy padre a su vez, tiene una hija adolescente¨C en su casa de Kent, donde lo mismo cuelgan crucifijos que obras de Picasso, Renoir, Matisse o Rembrandt. Son los placeres que le proporciona el privilegio de haber ingresado en el club de los novelistas que han superado los 50 millones de libras.
Me hacen temblar las nuevas bandas criminales, que con un aparatito pueden acceder a tu tarjeta de cr¨¦dito y desplumarte
Lo de los crucifijos le viene de su catolicismo racial. Aunque hasta cierto punto. Y nunca por encima de las normas que le quisieran imponer sus gu¨ªas espirituales: ¡°Soy cat¨®lica y practicante, me echaron del colegio de monjas por empujar a una, llegamos a un acuerdo: no vuelve m¨¢s y nosotras no decimos nada. Eran unas putas, a mi padre le advert¨ª que no quer¨ªa regresar¡±. Aunque el rebote le ha durado lo justo: ¡°Mi hija hoy va a un colegio cat¨®lico, todo el mundo sabe que es la mejor educaci¨®n que se puede recibir en el mundo¡±.
Pero Cole practica otras fidelidades menos tendentes a la santidad para conocer lo real, aunque de lo m¨¢s recomendables si te decides por ciertos tonos en las historias que escribes. En su sal¨®n se amontonan los peri¨®dicos del d¨ªa. Medios como The Sun, The Daily Mirror o cualquier tabloide abocado a la sangre de los que nadan entre la siempre fina l¨ªnea que separa la verdad de las mentiras o, en su caso, las exageraciones propias de los chicos de Murdoch, medio inventadas y dotadas de un cebo eficaz para alejarse de lo que podr¨ªamos considerar vulgarmente cotidiano.
De ah¨ª, como de la mina, extrae Cole sangre y carne para muchas historias. Pero tambi¨¦n de la televisi¨®n. La autora est¨¢ permanentemente enchufada a canales subidos de tono, entre escandalizada y perpleja por lo lejos que son capaces de llegar en sus condenas preventivas y sus hogueras cat¨®dicas. ¡°Me parece tremendo c¨®mo los medios juzgan a la ligera, estoy conectada a las noticias obsesivamente y es incre¨ªble que en cadenas como Fox News sentencien. Los americanos cuentan mucho mejor los cr¨ªmenes, pero no seleccionan tanto, aqu¨ª, en Reino Unido, eso ya lo controlamos m¨¢s, si no es un gran, gran crimen, ni se menciona en las noticias¡±.
Tanto de ese carnaval de tinta y televisi¨®n mezclada con delitos infames como del arsenal de primeras ediciones de cl¨¢sicos que guarda en sus estanter¨ªas, con Dickens o Arthur Conan Doyle a la cabeza, Martina Cole es capaz de urdir una cocteler¨ªa literaria tan excesiva como tocada por el halo de la aceptaci¨®n masiva en su acercamiento a las clases bajas brit¨¢nicas. Estas ser¨¢n de todo, pero leen¡
El Booker no me dar¨ªa ni para tabaco, este pa¨ªs es clasista y en la literatura tambi¨¦n hay clases, a m¨ª no me admiten en todos los sitios
No es dif¨ªcil deducir que con una p¨®cima ecl¨¦ctica entre Oliver Twist y una noticia salvaje del felizmente extinguido News of the World, Martina Cole ha logrado un estilo que abruma e impacta, sobre todo en el pa¨ªs donde vive, pero tambi¨¦n en las naciones de Europa del Este, en las que arrasa. ¡°Me gusta cuando algunos han visto en m¨ª un aire de Dickens, muchos han dicho que para conocer la Inglaterra de hoy en el futuro habr¨¢ que leerlas, pero la mayor¨ªa no lo hace. ?Sabes por qu¨¦? Porque este es un mundo absolutamente machista. Lo mismo que cuando me echan en cara lo de la violencia. No les llama la atenci¨®n en los autores masculinos, pero en m¨ª s¨ª, porque soy mujer¡±.
Tampoco es que ande muy necesitada de la bendici¨®n cr¨ªtica o del reconocimiento. ¡°El Booker no me dar¨ªa ni para tabaco, este pa¨ªs es clasista en todo, en la literatura tambi¨¦n hay clases, a m¨ª no me admiten en todos los sitios, por eso me alegr¨¦ y me emocion¨¦ cuando algunos autores de novela negra, al darme el premio de novela criminal, me dijeron: te lo mereces".
El rechazo de las ¨¦lites le viene en parte por reflejar una sociedad que no gusta. ¡°Reino Unido es violento, ¨¢spero, tiene poco que ver con lo que se pinta en series como Downton Abbey¡±. Pero no por retratarlo en toda su brutalidad Cole deja de adorarlo. Empezando por su cocina. Frecuenta el pub pegado a su discreta mansioncilla del siglo XV. All¨ª invita a cerveza y a un plato de comida casera. Otro de sus vicios es la gastronom¨ªa. ¡°Detesto ir a los sitios y toparme con un Starbucks o un McDonalds. Una vez llev¨¦ a mi nieto porque se empe?¨® en el regalo. Le dije: ¡®Vale, entramos, agarras el mu?eco y tiras la comida a la basura¡±.
Car¨¢cter le sobra. Tanto, que asusta a los ligues: ¡°Doy miedo a los t¨ªos, se impresionan, es cierto que he dicho eso de que me gustan los hombres, pero nunca me comer¨ªa uno entero. Una vez llev¨¦ a un tipo a mi casa, viv¨ªa en una mansi¨®n que era enorme, demasiado grande, lo reconozco, al llegar le sent¨ª intimidado, me dijo, ¡®mira Martina, si quieres llamarme t¨², hazlo¡¯, era un buen hombre, pero seguro que se asust¨®¡±.
Probablemente no se hubiera acostumbrado a los horarios de su oficio. ¡°Escribo de noche. Hasta que me avisan las gallinas. Duermo poco. Desde joven, me di cuenta de que con todo lo que hab¨ªa que hacer era una p¨¦rdida de tiempo¡±.
De sus vigilias nacen criaturas batidas por la vida, sobre todo mujeres. Aunque tambi¨¦n salen de su curiosidad y del parloteo continuo con la especie: ¡°Hay mucha investigaci¨®n y muchas horas de conversaci¨®n en mis libros, algunos me han dicho que parec¨ªa que hab¨ªa estado mir¨¢ndoles en su casa por la ventana¡±.
Imaginaci¨®n nunca le falt¨®. Para cualquier g¨¦nero. Martina Cole comenz¨® a creer que pod¨ªa ser escritora, ensayaba su estilo con una vecina. ¡°Antes de entregar mi primer manuscrito le escrib¨ªa historias rom¨¢nticas a una mujer que viv¨ªa en mi mismo barrio. Ocupaban lo que da un cuaderno de anillas. Aquel fue un gran entrenamiento. No met¨ªa cr¨ªmenes, una vez se me ocurri¨®, y me dijo: no vuelvas a hacerlo, no me ha gustado nada¡±.
Los americanos cuentan mucho mejor los cr¨ªmenes, pero no seleccionan tanto. En Reino Unido, eso lo controlamos m¨¢s
No hab¨ªa cumplido los 20. Una de esas historias anduvo guardada entre sus b¨¢rtulos mucho tiempo, hasta que se la envi¨® a un agente. Cuando Darley Anderson ley¨® aquella peripecia de una mujer m¨¢s que fatal ¨CDangerous lady, se titulaba¨C, no tard¨® en llamar: ¡°Vas a ser una estrella¡¡±, le dijo. Y firmaron un contrato con la editorial Headline por 150.000 libras. Desde entonces no ha cambiado. Ni de agente ni de editor. ¡°Me gusta el concepto de lealtad¡±. No le ha ido mal. Con ese dinero le compr¨® a Chris una cazadora de cuero y una bici. Ella se decidi¨® por un BMW.
En Espa?a le ha costado entrar, aunque se muestra m¨¢s que ilusionada con el lanzamiento de la editorial Alianza que ha sacado al mercado cuatro novelas suyas: M¨¢s cerca, El jefe, El asesino de mujeres y Secretos de una asesina. Bastante arriesgado, si partimos de la base de que para el lector espa?ol, el estilo casi gore con que Cole refleja sus mundos puede resultar muy impactante.
Pero no se frena en banda y desea abrir m¨¢s mercados. Las 29 lenguas a las que est¨¢ traducida pueden ensancharse m¨¢s. Solo lamenta que su madre, quien en los tiempos duros le ayudaba con leche y pa?ales para Chris, y comida y cigarrillos para ella, no haya vivido para disfrutar de su ¨¦xito: ¡°Era una mujer dura, me ayud¨® mucho con el chico, hubiese sido feliz comprobando c¨®mo me invitan ahora a Downing Street, a celebrar el Jubileo o a recepciones con los presidentes de Estados Unidos¡±. Acude a esos saraos, pero con su cr¨®nica desconfianza en la clase pol¨ªtica, empezando por Tony Blair: ¡°Fue un blando y un bocazas, ya me resulta sospechoso de por s¨ª alguien que quiera ser candidato a algo¡±.
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