El hechizo de las listas de cine
EL PA?S invita a los lectores, a partir de hoy, a elegir la mejor pel¨ªcula de la historia. Como adelanto, un an¨¢lisis sobre el eterno embrujo de las listas La votaci¨®n comenzar¨¢ el lunes a las nueve de la ma?ana
![Elsa Fern¨¢ndez-Santos](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F246d361a-fc4f-4a39-bbae-200ab7dc5f41.png?auth=6c749f9dfcb5883ad1fcb15fc1aa13b4da9db4874474cde93770f1ccd60015e4&width=100&height=100&smart=true)
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Es un ejercicio sencillo solo en apariencia. Meditar unos minutos, sacar papel y l¨¢piz o, en su defecto, teclear un par de tuits, y aventurar la lista de las mejores pel¨ªculas de todos los tiempos. S¨ª, s¨ª, conviene no ponerse nerviosos, las listas, ya se sabe, provocan un sentimiento muy acorde a nuestros tiempos: ansiedad. Ansiedad al elaborarlas, al conocerlas, al rebatirlas, al compararlas y, finalmente, al olvidarlas. Pasado el agobio, la elaboraci¨®n de un r¨¢nking tan solo deber¨ªa ser una v¨ªa m¨¢s para hablar y discutir sobre una pasi¨®n com¨²n: el cine.
As¨ª ha ocurrido este verano con la publicaci¨®n de la conocida lista de las mejores pel¨ªculas de la historia del cine de la revista brit¨¢nica Sight & Sound, probablemente la m¨¢s prestigiosa que existe en la actualidad y que se anuncia cada d¨¦cada desde 1962. Elaborada en esta ocasi¨®n con los votos de casi 900 especialistas de 73 pa¨ªses de todo el mundo, por primera vez la eterna n? 1 de todas las listas de cine, Ciudadano Kane, era apartada del p¨®dium por V¨¦rtigo, obra cumbre de Alfred Hitchcock que llevaba tiempo pis¨¢ndole los talones a la ¨®pera prima de Orson Welles.
En un registro m¨¢s humilde, EL PA?S ha decidido confeccionar la suya propia con los votos de sus lectores y partiendo de la base de un cat¨¢logo que se efectu¨® en agosto de 2010 para El Pa¨ªs Semanal a partir de una encuesta con 100 profesionales del cine hispanos. Entre las pel¨ªculas elegidas entonces estaban, adem¨¢s de Ciudadano Kane y V¨¦rtigo; otros cl¨¢sicos incontestables que forman parte de algunos de los episodios de mayor esplendor de la historia del cine, como Amanecer, de Murnau; Luces de la ciudad, de Chaplin; Ocho ? , de Fellini; El ladr¨®n de bicicletas, de De Sica; Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen y Gene Kelly; El apartamento, de Billy Wilder; Ser o no ser, de Lubitsch; Los 400 golpes, de Truffaut; 2001: una odisea del espacio, de Kubrick; Annie Hall, de Woody Allen; El r¨ªo, de Jean Renoir; Una mujer bajo la influencia, de Cassavettes; Centauros del desierto, de John Ford; Ordet, de Dreyer; Al final de la escapada; de Godard o El padrino, de Coppola. El cine espa?ol tambi¨¦n estar¨¢ representado por pel¨ªculas fundamentales como El verdugo, Pl¨¢cido y ?Bienvenido, m¨ªster Marshall!, de Berlanga; Viridiana, El ¨¢ngel exterminador y El discreto encanto de la burgues¨ªa, de Luis Bu?uel; ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto? y ?tame, de Pedro Almod¨®var; Los santos inocentes, de Mario Camus; El esp¨ªritu de la colmena, de V¨ªctor Erice; El d¨ªa de la bestia, de Alex de la Iglesia y El viaje a ninguna parte, de Fernando Fern¨¢n G¨®mez.
La invitaci¨®n de EL PA?S va m¨¢s all¨¢ del mero juego y pretende brindar tambi¨¦n una ocasi¨®n para que el lector se adentre en algunas joyas de la historia del cine
Sea cual sea el resultado final, la invitaci¨®n de EL PA?S va m¨¢s all¨¢ del mero juego y pretende brindar tambi¨¦n una ocasi¨®n para que el lector se adentre en algunas joyas de la historia del cine. Un arte que muchos aprendieron a conocer tachando una a una la lista de Las 100 mejores pel¨ªculas de John Kobal, elaborada a finales de los a?os ochenta a partir de una encuesta a 100 cr¨ªticos y cin¨¦filos de 22 pa¨ªses y en la que se pod¨ªa cotejar, por ejemplo, las pel¨ªculas favoritas de Susan Sontag frente a las de Bertrand Tavernier. Entre ambas, por cierto, una sola coincidencia: La regla del juego, de Jean Renoir.
Sontag advert¨ªa modestamente en un breve texto a pie de p¨¢gina que, por supuesto, ella hablaba de sus pel¨ªculas favoritas, las cuales, a su juicio, ¡°no pertenecen a la lista de las 10 mejores". Tavernier, modestia aparte, extend¨ªa su lista hasta 15 y, en el mismo volumen, Guillermo Cabrera Infante se sal¨ªa por la tangente con uno de sus felices malabarismos: ¡°?Por que diez? ?Por qu¨¦ no 20, 100 o 100.000? Ahora en el invierno de nuestra satisfacci¨®n todos somos, como le gusta decir a Langlois, una cinem¨¢tica de la mente¡±. Pero todo esto fue mucho antes de la era del ¡°me gusta¡± y ¡°no me gusta¡±, aunque ya predijera Roland Barthes en 1975 esta manera de clasificar el mundo: "Me gusta, no me gusta: esto no tiene la m¨¢s m¨ªnima importancia para nadie; aparentemente, no tiene sentido. Y, sin embargo, todo esto quiere decir: mi cuerpo no es igual que el tuyo. As¨ª, en esta espuma an¨¢rquica de los gustos y las repelencias, especie de plumeado distra¨ªdo, se va dibujando poco a poco la figura de un enigma corporal, que invita a la complicidad o a la irritaci¨®n"
La avidez de la relaci¨®n nos empuja a menudo a leer tambi¨¦n las listas pr¨¢cticas como si fueran lista po¨¦ticas, en realidad, lo que distingue una lista po¨¦tica de una lista pr¨¢ctica es solo la intenci¨®n con que la contemplamos
Pero dejemos de lado fervores y enojos y volvamos a la lista de 2012 de Sight & Sound: son interesantes las diferencias que se establecen entre el criterio de los cr¨ªticos y el de los directores, que tambi¨¦n han sido consultados. Si para los primeros V¨¦rtigo (esa pel¨ªcula dentro de otras tantas pel¨ªculas que seg¨²n explic¨® Hitchcock a Fran?ois Truffaut cuenta en realidad como un hombre se quiere ir a la cama con una mujer que est¨¢ muerta y por ello se entrega a una peculiar forma de necrofilia) es la n¨²mero uno, para los cineastas (han votado desde Martin Scorsese a Paul Schrader, Aki Kaurism?ki o Woody Allen) la ganadora es Cuentos de Tokio, de Yasujiro Ozu, ese melodrama japon¨¦s que cambi¨® la hoja de ruta del lenguaje cinematogr¨¢fico y con la que tantos grandes cineastas se sienten y sentir¨¢n en permanente deuda.
En cualquier caso, encerrar la historia del cine en un r¨¢nking no deja de ser un gesto excluyente y temerario del que quiz¨¢ solo quepa librarse extrayendo esta reflexi¨®n de Umberto Eco en El v¨¦rtigo de las listas (Lumen). Pel¨ªculas, libros o flores, en realidad, que sea algo m¨¢s que la lista de la compra solo depende de nosotros: ¡°La avidez de la relaci¨®n nos empuja a menudo a leer tambi¨¦n las listas pr¨¢cticas como si fueran lista po¨¦ticas, en realidad, lo que distingue una lista po¨¦tica de una lista pr¨¢ctica es solo la intenci¨®n con que la contemplamos¡±.
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