El famoso artista ¡®kitsch¡¯ y el hu¨¦sped del psiqui¨¢trico
El famoso y millonario artista medi¨¢tico Jeff Koons expone algunas de sus obras junto a las de un oscuro dibujante portugu¨¦s interno en un hospital psiqui¨¢trico de Lisboa
Es dif¨ªcil encontrar dos personas tan diferentes. De un lado, el pol¨¦mico, y medi¨¢tico artista estadounidense Jeff Koons, primer exponente del rentable arte kitsch, autor del gigantesco Puppy del Guggenheim, multimillonario, multifamoso, multiperseguido por los periodistas y el ¨¦xito. Del otro, Jos¨¦ Ribeiro, un interno del hospital psiqui¨¢trico de Lisboa, callado y huidizo, que camina despacio arrastrando los pies y a quien le cuesta hablar. El primero concibe esculturas gigantes de corazones rutilantes que han llegado a exponerse en la terraza del Metropolitan de Nueva York. El segundo es un autor obsesivo de historias dibujadas con bol¨ªgrafo en cuadernos de espiral, de c¨®mics de marcianos o de autorretratos er¨®ticos dedicados a nadie. Ahora ambos se citan juntos en una rara exposici¨®n situada en el pabell¨®n 13 del Hospital J¨²lio de Matos, en Lisboa.
La idea parti¨® del profesor de arte Sandro Resende, uno de los responsables del aula de terapia del hospital, el causante de que Ribeiro dibuje. ¡°Para m¨ª son artistas, artistas con problemas mentales pero artistas. Ya hemos hecho antes exposiciones de enfermos con otros artistas conocidos portugueses. Pero esta vez pens¨¦ en Koons por el contenido er¨®tico de los dibujos de Ribeiro y por su tendencia a autorretratarse¡±, explica en su despacho, con Ribeiro (encorvado, silencioso y ausente) a su lado. As¨ª que se pusieron en contacto con la galer¨ªa que representa a Koons y le enviaron algunos de los cuadernos que diaria y obsesivamente rellena Ribeiro. Y al estadounidense le gust¨® el estilo del portugu¨¦s. ¡°O al menos eso es lo que nos dijeron. La cosa es que enviaron cuatro obras para que figuraran al lado de las de Jos¨¦¡±, agrega Resende.
- ¡°A ti tambi¨¦n le gusta Koons ?no Jos¨¦?¡±-, pregunta, mirando a Ribeiro.
Este, vestido con una camiseta y un pantal¨®n vaquero, se limita a encogerse de hombros y a confeccionar media sonrisa dif¨ªcil de traducir. Despu¨¦s a?ade que lo que le gusta es el manga er¨®tico, que est¨¢ aprendiendo a dibujar y que oye mal.
Es una manera de desentenderse de la entrevista, de decir que no quiere preguntas, de volver a su cigarro reci¨¦n liado y a su vida que da vueltas sobre s¨ª mismo. Tiene 45 a?os. Vive en el hospital. Comenz¨® con los clases de arte hace trece, con Resende. Dibuja tres o cuatro horas al d¨ªa, siempre con un bol¨ªgrafo Bic de punta fina, la mayor¨ªa de las veces escenas futuristas o pornogr¨¢ficas de trazo sobrio y triste. Tiene permiso para salir a la calle, pero no lo utiliza casi nunca. Por la noche ingiere una macedonia de pastillas tranquilizantes para poder dormir. Necesita moverse casi continuamente, ir de aqu¨ª para all¨¢, no puede quedarse quieto en el mismo sitio mucho tiempo, de manera que seg¨²n discurre la entrevista se pone cada vez m¨¢s nervioso.
La exposici¨®n consta de cuatro autorretratos fotogr¨¢ficos sonrientes de Koons, cuatro composiciones fotogr¨¢ficas optimistas e ir¨®nicas: en uno aparece con un cerdo, en otro en una escuela, en otro se encuentra rodeado de mujeres rubias en bikini y en otro est¨¢ en una granja. Fueron hechos a finales de los 80 y valen cerca de 160.000 euros. Enfrente, hay tres dibujos ampliados de Ribeiro: en uno, el central, aparece un tipo con una mata en el pelo extra?a y una flecha se?al¨¢ndole. En el de la izquierda el mismo tipo corre desesperadamente d¨¢ndose martillazos en el pene. En el de la izquierda, el personaje es perseguido por un perro que abre aterradoramente la boca.
- La flecha la pone para que todos sepamos que se refiere a s¨ª mismo-, explica Resende.
En el centro de la sala de la exposici¨®n hay una vieja ambulancia en desuso con dibujos a rotulador hechos por Ribeiro. Es una suerte de homenaje (y respuesta ir¨®nica) al BMW de carreras que en 2010 Koons llen¨® de colores el¨¦ctricos y con el que dio la vuelta al mundo afirmando que era un veh¨ªculo optimista y ganador. La ambulancia de Ribeiro est¨¢ pintada con el estilo sombr¨ªo de Ribeiro: un tipo desnudo con una flecha en la cabeza al que le persigue el mismo perro de todas las pesadillas, una pareja am¨¢ndose desnuda en una especie de desierto, una cabeza calva, un tipo ense?ando el sexo¡
Resende aclara que pens¨® en Koons al ver los dibujos de Ribeiro por su contenido er¨®tico, por cierto narcisismo que, a su juicio, los dos comparten. As¨ª que tal vez tengan en com¨²n m¨¢s de lo que parece el artista estadounidense famoso por ser el primero en contratar a una agencia de publicidad para promocionarse y por casarse con la actriz porno Cicciolina y el dibujante oscuro y obsesionado con los horarios del pabell¨®n psiqui¨¢trico.
En un v¨ªdeo en Youtube se puede ver a Koons en los Campos de Marte de Par¨ªs, en un d¨ªa nublado, frente a su coche m¨¢gico. Despu¨¦s aparece dando una rueda de prensa con una soltura de estrella de cine. En la ma?ana soleada de Lisboa en que Ribeiro habla con EL PA?S un grupo de escolares acude a la exposici¨®n. Ribeiro los ve y se escurre hacia la salida, t¨ªmido, evasivo y silencioso, arrastrando los pies. Da una excusa antes de alejarse y perderse por los edificios y caminos del hospital que constituye su mundo entero:
- Ya van a dar la hora de almorzar en el comedor. Tengo que irme.
Babelia
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