El ¨²ltimo vuelo de Saint-Exup¨¦ry
"Roberto Ciulli, director de este espect¨¢culo ha repartido los papeles a la contra de lo que la edad y el f¨ªsico de sus actores sugieren"
El ciclista aviador de sonrisa perenne interpretado por Inma Nieto parece un pr¨ªncipe ca¨ªdo, y el principito de Jos¨¦ Luis G¨®mez, vestido como los viajeros inm¨®viles de Philippe Genty, un aviador de vuelta de todas las batallas, en trance de preparar su ¨²ltimo viaje. Roberto Ciulli, director de este espect¨¢culo para adultos inspirado en el libro de Saint-Exup¨¦ry, ha repartido los papeles a la contra de lo que la edad y el f¨ªsico de sus actores sugieren, para obligarles (como al ciclista en la cuesta arriba) y para romper el clich¨¦. En su puesta en escena, inspirada a su vez en las entradas de clowns cl¨¢sicas, hay golpes incruentos, ca¨ªdas, llantinas a lo Charlie Rivel y tiernos abrazos de reconciliaci¨®n.
EL PRINCIPITO
EL PRINCIPITO
A partir del libro de Saint-Exup¨¦ry. Traducci¨®n: Jes¨²s Mun¨¢rriz. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis G¨®mez e Inma Nieto. Versi¨®n y direcci¨®n: Roberto Ciulli. Teatro de La Abad¨ªa. Hasta el 17 de noviembre.
El arranque de la funci¨®n est¨¢ repleto de citas y de sugerencias: la bici junto a la cual el aviador yace en la cuneta alude a la que al autor de Vuelo nocturno le leg¨® su hermano, fallecido a los 15 a?os; la breve caminata a ninguna parte de los protagonistas evoca la de Tot¨® y Ninetto Davoli en Ucellacci e uccellini; el arrebato l¨ªrico del principito cuando glosa la importancia de la guerra entre corderos y plantas, tiene la temperatura po¨¦tica del Paseo de Buster Keaton, y el car¨¢cter crepuscular que G¨®mez imprime a su personaje lo hermana con el monarca de El rey se muere.
Ciulli desplaza el relato original al territorio de Esperando a Godot: en lugar del periplo interplanetario, se nos da cuenta de una espera acompa?ada y de una transici¨®n guiada al m¨¢s all¨¢. Puede entenderse tambi¨¦n que en su versi¨®n, el aviador, en el momento postrero, repite el viaje simb¨®lico que el principito le cont¨® en su encuentro enso?ado, d¨¦cadas atr¨¢s. Quiz¨¢ por contaminaci¨®n beckettiana, el tr¨¢nsito por los siete asteroides se resuelve en el sitio, sobre un mandala de terciopelo que ocupa el centro del escenario: tal recorrido, sumamente abreviado, puede resultar confuso para quien no tenga fresca la memoria del texto, pues versi¨®n, direcci¨®n y actores saltan de un planeta a otro sin puntuar los cambios con claridad suficiente.
Para sus int¨¦rpretes, el lenguaje que Roberto Ciulli les marca es un desaf¨ªo: est¨¢n m¨¢s certeros en los momentos en los que manejan emociones puras (el d¨²o con la rosa, donde se entrecruzan el humor, la ternura, el ego¨ªsmo y la humana ceguera) que en los que requerir¨ªan ese swing que solo tienen los clowns que ejercen su dif¨ªcil oficio a diario.
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