Tras la guerra se desat¨® la barbarie
Keith Lowe escarba en el caos que rein¨® en Europa al final de la Segunda Guerra Mundial Su libro 'Continente salvaje' desmonta numerosas historias oficiales
Un soldado enfoca la c¨¢mara. Su compa?ero, igualmente uniformado, se ha colocado entre dos mujeres. Con cada mano agarra los pechos femeninos como si fueran suyos. El marinero sonr¨ªe. Seguramente lo vive como uno de los buenos momentos de la guerra. Da igual que las dos napolitanas se presten a las vejaciones por hambre. El soldado se retrata inmune a cuestionamientos morales. En La piel, Curzio Malaparte no incluy¨® fotos como la anterior pero transmiti¨® sin sutilezas la extinci¨®n de la ¨¦tica que acompa?¨® la entrada de las tropas aliadas en Italia: las mujeres eran la mejor mercanc¨ªa que ten¨ªa la poblaci¨®n civil local para acceder a productos inexistentes.
En Continente salvaje (Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores), el historiador Keith Lowe lo plasma tambi¨¦n sin finuras: ¡°No todos los hombres a quienes los americanos denominan ahora la Gran Generaci¨®n fueron los h¨¦roes abnegados que se representan a menudo: un porcentaje de ellos tambi¨¦n eran ladrones, saqueadores y maltratadores de la peor especie. Cientos de miles de soldados aliados, sobre todo los del Ej¨¦rcito Rojo, eran tambi¨¦n violadores en serie¡±.
¡°No hay verg¨¹enza. No hay moralidad. Solo supervivencia¡±, escribe el autor
Despu¨¦s de una guerra, lo que unos quieren olvidar es justamente lo que otros querr¨ªan recordar. Tras la hecatombe de vidas y morales arruinadas durante la Segunda Guerra Mundial, tambi¨¦n los pa¨ªses eligieron qu¨¦ rememorar y qu¨¦ sepultar en amnesia. Keith Lowe (Londres, 1970) ha decidido plasmarlo todo, sin mitos ni trabas, en un estremecedor ensayo que indaga en los horrores que comenzaron el d¨ªa despu¨¦s. Solo algunos concluyeron el 8 de mayo de 1945. ¡°La historia de Europa en el periodo de inmediata posguerra no es una de reconstrucci¨®n y rehabilitaci¨®n, es en primer lugar una historia de la ca¨ªda en la anarqu¨ªa¡±, avisa en la introducci¨®n.
No hay ley ni orden: no hay polic¨ªas ni jueces. No hay bancos, ni puentes, ni trenes, ni escuelas, ni bibliotecas, ni tiendas, ni f¨¢bricas, ni correos, ni tel¨¦fonos. No hay sentido del bien ni del mal. ¡°Hombres armados deambulan por las calles¡±, describe Lowe, ¡°cogiendo lo que quieren y amenazando a cualquiera que se interponga en su camino. Mujeres de todas las clases y edades se prostituyen a cambio de comida y protecci¨®n. No hay verg¨¹enza. No hay moralidad. Solo la supervivencia¡±. Y la venganza.
Hace seis a?os Lowe, que ya hab¨ªa impactado con su obra Inferno sobre la destrucci¨®n de Hamburgo en 1943, decidi¨® investigar sobre aquellos d¨ªas oscuros en los que Europa retorn¨® a lo peor de la Edad Media. En contraste con la sobreabundancia de investigaciones sobre lo ocurrido entre 1940 y 1945, salvo algunos autores (Tony Judt) y algunas obras sobre pa¨ªses concretos, apenas existen libros que detallen qu¨¦ ocurri¨® en el continente cuando cesaron bombardeos y disparos. ¡°Se pasaba de 1945 al Plan Marshall, los juicios de Nuremberg y a la guerra fr¨ªa¡±, explica Lowe durante una entrevista en Madrid.
Lo que m¨¢s sorprendi¨® al historiador fue ¡°la amplitud de la colaboraci¨®n entre los invadidos y los soldados alemanes. Es algo que todos los pa¨ªses quieren olvidar¡±. Lowe da algunos ejemplos: el 10% de las noruegas de entre 18 y 30 a?os ten¨ªa un novio alem¨¢n y el 51% de las danesas consideraban a los soldados germanos m¨¢s atractivos que a sus compatriotas. Indagar con rigor en el pasado es el camino m¨¢s directo para desmontar falsedades. ¡°Todos los pa¨ªses crearon mitos porque necesitaban sentirse bien: toda Francia estuvo en la Resistencia y Gran Breta?a se vio como la salvadora de Europa y la democracia. Y sin embargo ocurrieron cosas terribles¡±.
Limpiezas ¨¦tnicas, desplazamientos forzosos de masas, hambruna (The New York Times Magazine titul¨® un art¨ªculo Europa: el nuevo continente negro el 18 de marzo de 1945), esclavitud laboral, guerras civiles. Las violaciones alcanzaron cifras dantescas: las alemanas expiaron las atrocidades del r¨¦gimen nazi como si ellas hubieran tomado las decisiones. Solo en Berl¨ªn fueron violadas 110.000 mujeres. Por Alemania se dispararon los abortos clandestinos y los nacimientos de ni?os con ¡°forzoso¡± padre extranjero (casi 200.000).
Las alemanas sufrieron horrores: 110.000 fueron violadas en Berl¨ªn
Tras la rendici¨®n alemana que signific¨® el fin formal de la guerra, Europa sigui¨® sometida a los coletazos del conflicto m¨¢s sangriento de la Historia: murieron entre 35 y 40 millones de personas, ?como si hubiera desaparecido toda la poblaci¨®n de Espa?a en 1991! En Grecia, Yugoslavia y Polonia prosiguieron los estragos varios a?os. Lowe cita como ¨²ltimo episodio la liberaci¨®n de los pa¨ªses b¨¢lticos de la dominaci¨®n sovi¨¦tica en los noventa y la guerra yugoslava, que germin¨® sobre la sangr¨ªa y los s¨ªmbolos de los cuarenta.
El caos, la violencia y el odio camparon del este al oeste y del norte al sur. El historiador brit¨¢nico sostiene que semejantes elementos explican el ¨¦xito del comunismo y el auge de los nacionalismos para limpiar de minor¨ªas sus territorios. Ante este retrato desolador de lo que llegar¨ªa a ser el continente m¨¢s admirado en d¨¦cadas posteriores, Keith Lowe introduce algo de optimismo: ¡°Europa ha hecho las cosas bien para refrenar lo que ven¨ªa del pasado. La Uni¨®n Europea ha sido el ant¨ªdoto contra los nacionalismos. Aunque la integraci¨®n no es un proceso perfecto, mejora la situaci¨®n¡±.
Babelia
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