Un ¡®tiziano¡¯ pr¨®digo vuelve a casa
El Prado presenta la milagrosa restauraci¨®n del tercer ¡®San Juan Bautista¡¯ del pintor Propiedad de la pinacoteca, estaba en muy mal estado en una iglesia de Almer¨ªa
![Iker Seisdedos](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F55d90429-2300-44ec-be26-6c4d252e2e83.jpg?auth=5ce78c8e7ab9ea483129aeded87b96ad3c646d0d505311d32943962aeceb27de&width=100&height=100&smart=true)
![Cuadro ' San Juan Bautista' recientemente atribuido a Tiziano](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OSL2NM3MTBNYIICTANSJPMITKQ.jpg?auth=1e9fb0c6a6647a4ba06c2855308795f5fa6578ed8a5960cb4b2f2078c2eee03e&width=414)
Clara Quintanilla, paciente restauradora del Museo del Prado, posee el raro don de obrar milagros pict¨®ricos. Qued¨® demostrado ayer en la presentaci¨®n en sociedad de un nuevo tiziano, un San Juan Bautista, el tercero del que se tiene noticia en la producci¨®n del genio veneciano del siglo XVI y cuyo descubrimiento adelant¨® este diario. No hab¨ªa m¨¢s que ver (con inevitable mueca de aprensi¨®n) c¨®mo lleg¨® el cuadro al taller de restauraci¨®n y c¨®mo lucir¨¢, orgullosamente recuperado y hasta el 10 de febrero, en una sala de la pinacoteca como la pieza central de una exposici¨®n que lo re¨²ne con las otras dos representaciones que de la imagen religiosa efectu¨® el pintor en vida: aquel san juan musculoso y de adem¨¢n filos¨®fico, pintado en 1533 y parte de los fondos de la Gallerie dell¡¯Accademia (Venecia), y el que se guarda en el monasterio de El Escorial, obra tard¨ªa (de entre 1565 y 1570) que muestra a un bautista reducido a su temblorosa esencia.
El tr¨ªo se acompa?a de una fotograf¨ªa del estado (poco m¨¢s que una mancha oscura, llena de ampollas y resquebrajamientos) en el que se conservaba el cuadro, tras a?os de olvido, guerras fratricidas y pavorosas restauraciones, en la iglesia parroquial de Nuestra Se?ora del Carmen en Cantoria (Almer¨ªa). Tambi¨¦n de varias radiograf¨ªas, parte del trabajo desarrollado desde el Gabinete de Documentaci¨®n T¨¦cnica por Ana Gonz¨¢lez Mozo (a la que quiz¨¢ recuerden de anteriores apasionantes pel¨ªculas de rescates art¨ªsticos como la de la Gioconda del Prado). El conjunto supone una inmejorable rendija por la que asomarse al trabajo y a las motivaciones de Tiziano, seguramente el pintor m¨¢s solicitado del siglo XVI, y de su taller, y del modo en que pod¨ªa variar durante los a?os un mismo motivo para crear algo radicalmente nuevo.
En la muestra tambi¨¦n se da somera cuenta de las vicisitudes de la pieza, pintada hacia 1550, y que dar¨ªan para una novela. Cuando Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) y gran experto del Prado en la escuela veneciana, la reclam¨® en octubre de 2007 para su estudio, el lienzo estaba catalogado como un ¡°an¨®nimo madrile?o del siglo XVII¡± y formaba parte de eso que se conoce como el Prado disperso, conjunto de 3.100 obras que fueron saliendo con rumbo a los m¨¢s diversos puntos de Espa?a cuando la colecci¨®n creci¨® ingobernable tras la anexi¨®n en 1872 de los fondos del Museo de la Trinidad.
¡°En el mejor de los escenarios, cre¨ªamos que est¨¢bamos ante una copia de un original perdido¡±, recordaba ayer Falomir. Como pintor de tremendo ¨¦xito, Tiziano ten¨ªa por costumbre realizar una r¨¦plica de cada una de sus nuevas composiciones, a sabiendas de que antes o despu¨¦s los clientes, en perpetua competencia entre s¨ª, se las reclamar¨ªan. Las primeras radiograf¨ªas y reflectograf¨ªas infrarrojas delataron correcciones en la composici¨®n del cuadro, signo inequ¨ªvoco de que estaban ante un original; ning¨²n copista ver¨ªa el inter¨¦s en recrear los titubeos del trazo primigenio.
En este caso, un original de enorme ¨¦xito en Espa?a (habida cuenta de las numerosas copias que existen y que siguen apareciendo tras el descubrimiento o quiz¨¢ gracias a ¨¦l). Sus primeras huellas hay que buscarlas en Zaragoza, donde resid¨ªa el hipot¨¦tico primer propietario: Mart¨ªn de Gurrea y Arag¨®n, IV duque de Villahermosa. En el camino recorrido por Falomir y los suyos para convertir el ¡°cuadro que en peores condiciones ha llegado al museo en su historia¡± en una pieza clave en el acervo tizianesco del Prado (¡°37 o 38¡± piezas que conforman la mejor colecci¨®n del mundo del pintor) hay, adem¨¢s de un sostenido y paciente trabajo de restauraci¨®n (quitar reentelados, eliminar barnices y subsanar las p¨¦rdidas), una labor de investigaci¨®n digna de detectives para llenar los huecos de la historia.
Se sabe que este bautista implorante estaba en Madrid a principios del XVII y que acab¨® el siglo donado al convento de franciscanas descalzas de San Pascual Bayl¨®n, en Madrid. Ya entonces se describ¨ªa como un lienzo ¡°muy oscuro¡±. De all¨ª pas¨® a los fondos del Museo de la Trinidad, y cuando estos se fundieron con los del Prado sali¨® hacia Cantoria con otros cinco cuadros, de los que cuatro se quemaron durante la Guerra Civil. El pedigr¨ª de superviviente de la contienda lo luce el San Juan Bautista del Prado en el bastidor, en la forma de un sello colocado por los Pioneros Rojos de Cantoria. De aquellos tiempos ciegos quedaron abundantes estragos en el lienzo, sobre todo en las partes m¨¢s oscuras.
Quiz¨¢ demasiados. Pese al trabajo de Quintanilla, apoyado por la Fundaci¨®n Iberdrola, el propio Falomir reconoc¨ªa que el valor del cuadro es ¡°m¨¢s documental¡± (y as¨ª, como el pasaporte necesario para el viaje entre el San Juan Bautista de Venecia y el de El Escorial, se presenta en la exposici¨®n) que ¡°est¨¦tico¡±. Tras la muestra y una visita a Venecia para su exhibici¨®n en la Accademia, el lienzo pr¨®digo volver¨¢ a las salas de Tiziano como el testimonio de un milagro.
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