Borau el irresumible
Jos¨¦ Luis Borau escrib¨ªa y filmaba historias imprevisibles e irresumibles. Salvo en sus comienzos, cuando acept¨® encargos para foguearse (Brandy, Crimen de doble filo), nunca hizo g¨¦neros. Los mezclaba, como mezclaba los tonos: musicalmente. Borau hac¨ªa un cine ambicioso, en todos los sentidos: asuntos, repartos, respeto por el p¨²blico. Borau contaba historias. Muchas, y cada vez m¨¢s complejas, m¨¢s corales, con m¨¢s estratos narrativos. Sus pel¨ªculas, como las de su amigo y disc¨ªpulo Guti¨¦rrez Arag¨®n, eran f¨¢bulas, cr¨®nicas, comedias y tragedias entreveradas. Pel¨ªculas, esencialmente, de personajes, o sea, con personas, con conflictos adultos. Hubo un tiempo en el que practicar estas alquimias no solo no era raro sino que era factible, e incluso ten¨ªa ¨¦xito. Porque Furtivos (1975) funcion¨® a lo grande. Y no creo que el p¨²blico corriera en masa al cine porque se trataba de una ¡°met¨¢fora de Espa?a¡±. No vas al cine para ver met¨¢foras. La gente iba a verla porque era una buena historia. Poderosa, inesperada, con tensi¨®n, y muy bien interpretada. Intenta colocarle ahora a un productor una historia como Furtivos. ?Una historia rural que acaba en tragedia? ?Sin protagonistas conocidos, que apenas salen por televisi¨®n? ?Y a qu¨¦ franja de p¨²blico va dirigido eso? ?Interesar¨¢ al p¨²blico joven? Ni loco vendes hoy Furtivos.
Borau, como buen baturro, se met¨ªa en unos berenjenales de consideraci¨®n armado de una tozudez hom¨¦rica. Dos a?os antes (aunque no se estren¨® hasta el 75) hab¨ªa hecho Hay que matar a B, reconvirtiendo Madrid y Galicia en escenarios sudamericanos. Ten¨ªa un elenco internacional (Darren McGavin, St¨¦phane Audran, Patricia Neal, Burgess Meredith) pero no era una superproducci¨®n sino un thriller casi minimalista cruzado con una historia de amor crepuscular. Tras el zambombazo de Furtivos se embarc¨® en La sabina (1979), que combinaba el relato fant¨¢stico con las peripecias sentimentales de un grupo de extranjeros en Andaluc¨ªa. Coproducci¨®n con Suecia y, de nuevo, un equipo actoral fuera de lo corriente: ?ngela Molina, Ovidi Montllor, Harriet Anderson, Jon Finch, Carol Kane y Simon Ward.
Sin embargo, su mayor acto de baturrismo militante fue R¨ªo abajo, una historia de frontera y amor loco, ambientada a ambos lados del R¨ªo Grande y protagonizada por unos explosivos David Carradine, Scott Wilson y Victoria Abril, que tard¨® cuatro a?os en terminar y con la que perdi¨® hasta la camisa. He vuelto a verla estos d¨ªas y he pensado en lo muy bien que se hubieran entendido Borau y John Sayles, el Sayles de Lone Star. Y con el Ray Lawrence de Lantana. Para reponerse del tortuoso rodaje y la debacle econ¨®mica que supuso, Borau peg¨® un doble tirabuz¨®n y cay¨® de pie en la deliciosa, peterpanesca y delirante Tata m¨ªa (1986), cuya sinopsis no ser¨ªa capaz de sintetizar ni el mism¨ªsimo Robert McKee, con otro reparto ins¨®lito (Imperio Argentina, Carmen Maura, Alfredo Landa, Miguel Rell¨¢n) y que recibi¨® tantos aplausos c¨®mplices como enarcamientos de cejas. Once a?os tard¨® Borau en volver al ruedo y lo hizo con Ni?o nadie (1997), una par¨¢bola ¡°entre el infinito y el estornudo¡±, para decirlo en palabras de Macedonio Fern¨¢ndez, que dej¨® a cuadros a tirios y troyanos. No s¨¦ si considerarme tirio o troyano, pero me parece, a la espera de revisi¨®n (y pese a los notables trabajos, en el recuerdo, de El Brujo y Lina Canalejas), el ¨²nico patinazo de su filmograf¨ªa, redimido a lo grande con Leo (2000), aquella joya de serie negra y destinos fatales con la que volvi¨® a su mejor cine y que supuso su inesperada (o quiz¨¢s no tanto) salida por el foro. Pienso que Leo, con una formidable Iciar Bollain y un impecable equipo de int¨¦rpretes, le hubiera gustado a Fritz Lang, y tambi¨¦n me digo que quiz¨¢s lo m¨¢s parecido hoy d¨ªa a una pel¨ªcula de Borau (en esencia, en empe?o, en controlada locura) sea la extraordinaria Diamond Flash, y me pregunto lo que hubiera pensado Borau de haberla visto, y me recuerdo que Carlos Vermut tuvo que hacerla fuera de la industria y a¨²n no ha recibido, como todo lo que se sale del carril, el reconocimiento que merece.
Babelia
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