Lampedusa en la Zagreb mafiosa
El escritor Ivica Djikic retrata el tri¨¢ngulo entre la mafia, guerra y el estado en ¡®So?¨¦ con elefantes¡¯
Por arriba, un Estado corrupto cargado de criminales de guerra ultranacionalistas o de sus t¨ªteres, conectados todos con las mafias de abajo, a su vez part¨ªcipes de masacres. En esa pinza, especialmente dura entre los a?os 90 y los primeros del nuevo milenio, ha quedado atrapada buena parte de la sociedad croata, acostumbrada a vivir en un ambiente sembrado de pistolas y con librer¨ªas donde ha sido muy f¨¢cil encontrar el Mein Kampf hitleriano. A¨²n quedan rastros notables de todo ello. O as¨ª lo cree el periodista y escritor Ivica Djikic (Tomislavgrad, Bosnia-Herzegovina, 1977), que ha aprovechado la estructura de la novela negra para narrarlo en So?¨¦ con elefantes (Sajal¨ªn editores), donde un antiguo oficial que hablaba en exceso de fosas comunes y negocios turbios en una Croacia que supuestamente pasa p¨¢gina a su historia es asesinado delante de su casa.
La Croacia que se destila de la novela que estos d¨ªas Djikic presenta en el marco de la BCN Negra est¨¢ lejos de la imagen del pa¨ªs oprimido que escap¨® del yugo de la malvada Serbia. Al contrario: la guerra contra el n¨²cleo duro de la antigua Yugoslavia parece otorgar patente de corso a quien particip¨® en ella para hacer cualquier cosa¡ que el estado mismo se encarga de tapar convenientemente. ¡°S¨ª, Croacia parte como la buena pero ha trascendido poco c¨®mo se tortur¨® a la minor¨ªa serbia de all¨ª, los cr¨ªmenes que se cometieron contra una poblaci¨®n civil cuya ¨²nica culpa era llevar apellidos serbios. La guerra nunca lleg¨® a Zagreb o Split y a¨²n as¨ª la poblaci¨®n serbia fue objeto de palizas, saqueos y cr¨ªmenes por parte de la polic¨ªa, el ej¨¦rcito o la misma gente de la calle. Pocos medios hablaron de ello aunque era vox populi¡±, relata Djikic. El Estado croata no intervino. ¡°No se hizo nada hasta el 2000, cuando la muerte del presidente Franco Tudjman y el inicio de las negociaciones para entrar en la Uni¨®n Europea; pero a¨²n as¨ª los juicios fueron a peque?a escala y los cr¨ªmenes considerados como casos individuales, aislados y no de guerra¡±.
Esa guerra entre 1991 y 1995 est¨¢ en la base de la alta delincuencia instaurada en la sociedad croata. ¡°Esta situaci¨®n viene de lo que llamo la mafia de la guerra; pero el gobierno siempre se ha apoyado en los grupos mafiosos: las conexiones entre la mafia y el estado vienen de antes del conflicto, no se sabe d¨®nde empieza lo criminal y d¨®nde lo legal nunca. Y desde el 2000 se siguen arrastrando muchas colas fruto de esa situaci¨®n, r¨¦moras dif¨ªciles de combatir. ?Ejemplo de corrupci¨®n? Pues de los 4.300.00 habitantes de Croacia, unos 500.000 se benefician aun hoy de jubilaciones y pagas por ser excombatientes, cuando todo el mundo sabe que nunca particip¨® tanta gente en la guerra; una gente que goza de privilegios que no deber¨ªan y que reciben prebendas como que sus hijos cuentan con bonificaciones especiales para entrar en la universidad¡ La corrupci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica es grave e insostenible, pero los socialdem¨®cratas llevan un a?o en el poder y no han tocado nada de los que lucharon en la ¡®guerra por la patria¡¯, como la bautizaron¡±.
En So?¨¦ con elefantes, el detective Bosko Krstanovic (hijo ileg¨ªtimo del oficial asesinado) quiere cambiar el servicio de seguridad nacional por el departamento de delitos pol¨ªticos, convencido de que a la chusma nunca se la podr¨¢ sacar de la calle y en cambio el verdadero peligro est¨¢ en el estado. ¡°S¨ª, es mi teor¨ªa. En los 90 el gobierno ten¨ªa m¨¢s o menos controlada a la gran mafia y trabajaban conjuntamente; los peores criminales de guerra se convirtieron en los capos mafiosos y nunca fueron juzgados ni condenados; el estado mir¨® hacia los peque?os grupos y a los delincuentes peque?os; o incluso se mostr¨® m¨¢s preocupado por pol¨ªticos y periodistas independientes¡±, relata Djikic por experiencia propia a ra¨ªz de sus denuncias desde el semanario Feral Tribune.
Y es que el enemigo es muy fuerte: ¡°La mafia yugoslava arranca ya en los a?os 80 y est¨¢ extendida por Suecia, Francia y Alemania; incluso la polic¨ªa secreta los proteg¨ªa a su manera y se intercambiaban favores. Adem¨¢s, es una mafia multicultural: cooperan serbios, albaneses, montenegrinos¡; las mafias croatas y serbias no estaban peleadas, ten¨ªan mejores relaciones que los estados entre s¨ª. Y todo eso siguen un poco as¨ª: mantienen ciertos pactos y las relaciones del estado con la mafia prosiguen¡±.
Ese panorama y la sensaci¨®n de que en Croacia, pero tambi¨¦n en los pa¨ªses del la antigua Yugoslavia, han tenido desde la ca¨ªda del comunismo ¡°m¨¢s neoliberalismo que democracia¡± explica en parte, seg¨²n Djikic, la eclosi¨®n de cierta yugonostalgia, que ¨¦l comparte. ¡°No tanto en el sentido pol¨ªtico o sentimental, porque aunque lo vivimos de peque?o sabemos que era una dictadura, como en lo cultural y cient¨ªfico, la sensaci¨®n de que hemos perdido unos nexos y un espacio com¨²n enriquecedor; es espiritual, si quiere, pero eso lo experimentan muchos j¨®venes¡±, opina. Y pone un ejemplo tragic¨®mico: ¡°en una librer¨ªa de Zagreb puedo encontrar hoy libros de todo el mundo excepto de Sarajevo o de Belgrado¡±.
Autor de dos pol¨¦micas biograf¨ªas sobre Ante Gotorina (general absuelto de cr¨ªmenes de guerra) y Sipe Mesic (expresidente de Croacia), Djikic debut¨® como novelista con Cirkus Columbia (tambi¨¦n en Sajal¨ªn editores y adaptada al cine en 2010 por Danis Tanovic) y donde, como aqu¨ª con los elefantes, utiliza un tiovivo que funciona de sugerente met¨¢fora de sus tesis. ¡°S¨ª, me gusta el mundo del circo y los gatos y quiero dejar ese tipo de im¨¢genes para que el lector las asocie a su modo con la obra¡±. Lo del g¨¦nero negro es ¡°porque lo policiaco me sirve de marco, pero lo importante es, justamente, lo que se sale de ese marco; creo que es s¨®lo una base para contar algo mucho m¨¢s negro¡±.
A pesar de que acaba de ver nacer a una hija, Djikic parece triste, o quiz¨¢ cansado, un poco como algunos de los personajes de su novela, jueces, fiscales o detectives, gente v¨¢lida pero desenga?ada que deja de trabajar para el Estado, all¨ª donde s¨®lo lo hacen ¡°los tontos y los malvados¡±, como suelta un personaje en un contexto lampedusiano, en el que la muerte del presidente del pa¨ªs apunta a una serie de cambios en todo para que al final no cambie nada. ¡°La experiencia me ha ense?ado que el Estado siempre est¨¢ para ahogar la libertad del individuo y para explotarlo a todo nivel; quiz¨¢ la entrada en la Uni¨®n Europea cambie eso; pero para m¨ª, el estado es siempre sospechoso¡±. Razones, en Croacia, no faltan.
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