Buscando a mi ¡®yo¡¯ anarquista
Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez debuta en la novela con 'El anarquista que se llamaba como yo' La historia surgi¨® cuando el autor encontr¨® en Internet a un revolucionario con su mismo nombre
Los d¨ªas 6 y 7 de noviembre de 1924 un grupo de anarquistas procedente de Francia entr¨® en Espa?a con el objetivo de derrocar la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Estaban convencidos de que estallar¨ªa la revoluci¨®n en el interior y se dirigieron a Vera de Bidasoa (norte de Navarra). All¨ª se toparon con dos guardias civiles. Los mataron. Llegaron refuerzos, algunos revolucionarios resultaron heridos, entre ellos, Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez, el protagonista de la novela El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), primera y sorprendente novela de Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez.
Algunos fueron detenidos, otros lograron escapar. En un primer juicio fueron absueltos por falta de pruebas, pero el caso pas¨® a al Tribunal Supremo de Guerra y Marina, que conden¨® a muerte, por garrote vil, a tres de ellos, Juli¨¢n Santill¨¢n Rodr¨ªguez, Enrique Gil Galar y Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez. El 6 de diciembre de 1924 se cumpli¨® la sentencia, pero Mart¨ªn S¨¢nchez evit¨® el garrote. Camino de la ejecuci¨®n, esposado, se tir¨® por una ventana.
Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez se enter¨® de esta historia casi por casualidad. Un d¨ªa, escribi¨® su nombre en Google y la pantalla ¡°vomit¨®¡±, cuenta en el pr¨®logo, cientos de resultados. Casi al final, apareci¨® el nombre del anarquista que se llamaba como ¨¦l, en el Diccionario internacional de militantes anarquistas. ¡°Me interes¨® mucho el destino tr¨¢gico de estos hombres que intentaron librar al pa¨ªs de la dictadura de Primo de Rivera y el hecho de que la intentona acabara benefici¨¢ndola¡± y le fascin¨® a¨²n m¨¢s la figura de Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez. ¡°Podr¨ªa haber sido mi bisabuelo¡±.
El escritor rastre¨® los diarios de la ¨¦poca en la Biblioteca Nacional. Viaj¨® a Vera de Bidasoa, a Par¨ªs. P¨ªo Baroja hab¨ªa escrito sobre el tr¨¢gico episodio en La familia de Errotacho. Vicente Blasco Ib¨¢?ez, Miguel de Unamuno y Jos¨¦ Ortega y Gasset escribieron una carta de protesta por las arbitrariedades cometidas.
El escritor reinventa la vida de su tocayo. Desde su nacimiento en Baracaldo, en 1890, hasta su muerte. Fue periodista, tip¨®grafo, calderero. Trabajaba en la imprenta La Fraternelle en Par¨ªs, cuando anarquistas espa?oles le convencieran primero de que imprimiera octavillas que llevar¨ªan en su expedici¨®n a Espa?a y, luego, de que se sumara a la acci¨®n contra la dictadura de Primo de Rivera. Mart¨ªn Santos no estaba seguro de querer participar. ¡°No todos eran revolucionarios convencidos. Algunos se apuntaron simplemente para cruzar la frontera. No quer¨ªa que Pablo fuera un l¨ªder, ni un h¨¦roe o ni un tipo ofuscado como Gil Galar. Lo explica muy bien P¨ªo Baroja¡±.
La novela est¨¢ llena de gui?os. Por ejemplo, al gran amigo desde la adolescencia de Pablo Mart¨ªn le llaman Robins¨®n, como uno de los personajes que aparece en la Familia de Errotacho.
El Par¨ªs de los exiliados de la dictadura, como Blasco Ib¨¢?ez, Ortega y Gasset o Unamuno, las tertulias, las conspiraciones, El caf¨¦ de la Retonde¡ Mart¨ªn S¨¢nchez mezcla realidad y ficci¨®n con una habilidad endiablada. ¡°La Fraternelle existi¨® y tambi¨¦n la Rotonde, era el caf¨¦ de las revoluciones. Uno de sus asiduos fue Lennin y Unamuno ten¨ªa all¨ª su pe?a espa?ola¡±.
Lo mismo sucede en la Barcelona de principios del siglo XX, la ciudad de las bombas, de las ligas vegetarianas, de la agitaci¨®n permanente. Y el Madrid en ebullici¨®n de Alfonso XIII, donde d¨ªa s¨ª d¨ªa no se preparaba un atentado contra el monarca, como el de Mateo Morral, que atent¨® contra el Rey el d¨ªa de su boda con Victoria Eugenia. Morral convive perfectamente con personajes de ficci¨®n.
La ambientaci¨®n y documentaci¨®n de Un anarquista que se llamaba como yo son excelentes: la llegada del cine a Madrid, el hundimiento del Titanic, la p¨¦rdida de las colonias¡ Recuerda a ratos La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza. El lector no est¨¢ seguro de lo que sucedi¨® en realidad y qu¨¦ es inventado. Mart¨ªn S¨¢nchez es tajante. ¡°Como dec¨ªa Nabokov, calificar un relato de historia ver¨ªdica es un insulto al arte y a la verdad¡±.
Aparecen en la novela grandes acontecimientos, como la batalla de Verd¨²n, durante la I Primera Guerra Mundial, en la que el anarquista Mart¨ªn S¨¢nchez estuvo como corresponsal de guerra; o la Semana Tr¨¢gica de Barcelona, donde le toc¨® presenciar, en el castillo de Montju?c, el fusilamiento de Francisco Ferrer y Guardia. ¡°Es dif¨ªcil abordar temas tan tremendos en un solo cap¨ªtulo y he hecho un esfuerzo de condensaci¨®n. Me interesaba tratar los temas m¨¢s ¨ªntimos, la intrahistoria antes que los grandes acontecimientos¡±.
El amor entre el joven anarquista y la bella ?ngela es como un follet¨ªn. El padre de ella se opone, hay un duelo, ella desaparece y Pablo la busca por todas partes. Mart¨ªn S¨¢nchez narra la historia desde 1890 hasta 1924 en dos tiempos, el pasado y el presente. ¡°Es una treta t¨¦cnica para hacer avanzar la historia, como hace Haruki Murakami en Kafka en la orilla, hasta que ambos tiempos convergen en el cap¨ªtulo final¡±.
Pablo Mart¨ªn S¨¢nchez naci¨® en 1977 cerca de Reus, o sea Tarragona, una broma de este escritor que tan bien sabe jugar con la literatura y la historia. Es graduado superior en Arte Dram¨¢tico, licenciado en Literatura y literatura Comparada y m¨¢ster en Humanidades. Es traductor, y como ¨¦l dice es exlector editorial, excorrector, exlibrero, exatleta, exactor. ¡°Me interesaba m¨¢s la dramaturgia que la representaci¨®n¡±. Vivi¨® un a?o en Par¨ªs, tras los pasos de su admirado Georges Perec. ¡°Me interesaba su manera de entender la literatura¡± y decidi¨® que la literatura es su vocaci¨®n. Ha publicado un libro de relatos, Fricciones (2011).
La novela desprende cierta simpat¨ªa por el anarquismo rom¨¢ntico de principios del siglo XX. ¡°S¨ª, siento cierta simpat¨ªa, pero quise mantenerme a cierta distancia y rechac¨¦ el manique¨ªsmo de buenos y malos. Hay una larga tradici¨®n anarquista en Espa?a; a¨²n la mantienen movimientos como los de antiglobalizaci¨®n, los antisistema o el 15-M. Hablan de autogesti¨®n y eso es lo que ya defend¨ªa Proudhon.
El anarquista que se llamaba como yo, una de las novelas importantes de estos ¨²ltimos tiempos, representa la simbiosis perfecta de historia e imaginaci¨®n. Desde el mismo pr¨®logo, hasta el largo relato, el ep¨ªlogo e incluso la sorprenden adenda, realidad y ficci¨®n se mezclan hasta confundirse.
?Novela hist¨®rica? ?Autoficci¨®n? ?Aventuras? ¡°Una buena novela no necesita apellido. Doy suficientes pistas para que el lector dude de todo, porque el lector del siglo XX tiene que dudar de todo¡±.
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