Retratos de guerra
Dos viajes a la base italiana en Afganist¨¢n inspiraron a Paolo Giordano para construir el sorprendente decorado en el que se desenvuelven los soldados de 'El cuerpo humano'. Con su primera novela, 'La soledad de los n¨²meros primos', el escritor turin¨¦s sedujo a siete millones de lectores.
Sopla el viento helado de los Alpes, en una atm¨®sfera de bruma que envuelve el paisaje de gris, como en un pasaje de una novela de Paolo Giordano. A la puerta de la casa turinesa del escritor se ve aparcada la furgoneta blanca, propiedad de un tapicero de la zona que, desde hace tres a?os, impide la entrada de los rayos de sol en su estudio y a la que dedic¨® un cuento para ilustrar actos que no favorecen la convivencia. La presencia del destartalado veh¨ªculo bajo la ventana deja claro que al conductor no le ablandan las peque?as historias. Lo corrobora el propio Giordano con una sonrisa resignada al abrir la puerta que da acceso al edificio. Un piano y una guitarra, recuerdo de la ¨¦poca en que tocaba en un grupo de rock y quer¨ªa ser cantante, forman parte del mobiliario de su minimalista rinc¨®n de escritor y de su nueva vida junto a su familia. Aqu¨ª, sentado frente a la ventana con paisaje de furgoneta, ha escrito El cuerpo humano, la historia de un destacamento italiano en Afganist¨¢n que la editorial Salamandra publica en Espa?a el pr¨®ximo jueves.
Han trascurrido cinco largos a?os desde que Giordano (Tur¨ªn, 1982) se convirti¨® en uno de los mayores fen¨®menos editoriales con La soledad de los n¨²meros primos, novela de la que vendi¨® siete millones de copias en todo el mundo. Entonces contaba 26 a?os y preparaba el doctorado sobre la f¨ªsica de las part¨ªculas en la universidad, pero muchas cosas han cambiado desde entonces, en lo personal y en lo literario. De entrada, puso el punto final al doctorado (¡°los turineses acabamos todo lo que empezamos¡±), pero abandon¨® su trabajo en la Facultad para dedicarse a tiempo completo al oficio de escritor. Pasar del agujero negro de la adolescencia de Alice y Mattia, dos seres solitarios y sensibles, a la vida de un batall¨®n italiano en Afganist¨¢n no result¨® sencillo; las segundas novelas, sobre todo si llegan precedidas de un ¨¦xito arrollador con todo lo que conlleva de exposici¨®n p¨²blica, nunca son f¨¢ciles. Al principio, su formaci¨®n cient¨ªfica le imped¨ªa dar cr¨¦dito a lo que le dec¨ªan, pero luego lleg¨® la inseguridad. ¡°He combatido contra un gran miedo, deb¨ªa demostrar que era lo bastante bueno como para ocupar el lugar en que me encuentro. Afortunadamente mi ambici¨®n ayud¨® a sofocar la parte emocional. No puedo negar que el ¨¦xito ha sido como una bomba en mi vida. Me ha arrastrado a cambiar de profesi¨®n y a asumir responsabilidades que antes no ten¨ªa; ahora he formado una familia y muchas cosas han cambiado en el terreno personal. Entre ambos libros hay una diferencia enorme y el recorrido vital de que he sido objeto se nota en este nuevo trabajo. Creo que esto tambi¨¦n ha sido una reacci¨®n a lo que me ha sucedido, con todas las posibilidades que se me abrieron, si no hubiera tenido unos anclajes a la realidad hubiera podido perderme. Ten¨ªa miedo de entrar en un estado de dispersi¨®n enorme¡±, cuenta entre sorbo y sorbo de agua.
La novela arranca en una situaci¨®n de normalidad, pero todo cambia de improviso, como una explosi¨®n. ¡°Me pareci¨® que bien pod¨ªa ser una met¨¢fora para contar lo que me hab¨ªa pasado a m¨ª, aunque no hablara de eso. Antes empec¨¦ otros proyectos y otras historias, pero, de repente, la guerra se me present¨® como la met¨¢fora mejor para describir una situaci¨®n de confusi¨®n mental: m¨¢s all¨¢ de lo que significa con todo su horror, tiene tambi¨¦n la capacidad de llevar a las personas a un estado de claridad: el miedo es miedo, el heroismo es heroismo¡, y esta claridad en las cosas me permit¨ªa salir de la confusi¨®n en la que yo mismo me encontraba¡±. El cuerpo humano narra la vida de un batall¨®n destinado durante seis meses en Fob Ice, la base de operaciones avanzadas de las tropas italianas, en la entrada norte del valle de Gulist¨¢n, en territorio afgano. ¡°Sent¨ªa necesidad de buscar la claridad. Quer¨ªa contar c¨®mo viven los j¨®venes en esa franja de edad que va de los veinte a los treinta a?os. Al principio no pod¨ªa hacerlos brillar con luz propia, me parec¨ªan opacos. En ese contexto, su personalidad quedaba escondida dentro de muchas capas y no sal¨ªa a la luz¡±. Pero la situaci¨®n se transforma radicalmente cuando viajan a Afganist¨¢n: ¡°En la base militar viv¨ªan en una burbuja en la que me era posible alcanzarlos sin prejuicios ni poses. Cada persona se mostraba como era realmente. A partir de un pedazo de desierto, pod¨ªan reinventar su vida cotidiana trozo a trozo¡±.
No puedo negar que el ¨¦xito ha sido como una bomba en mi vida. Me ha arrastrado a cambiar de profesi¨®n y a asumir responsabilidades que antes no ten¨ªa
Giordano pertenece a la estirpe de los t¨ªmidos que se crecen en la distancia corta. De esos que una vez que toman la palabra no resulta f¨¢cil pararlos. ¡°?Hablo mucho?¡±, pregunta en un ligero intervalo. Sus ojos, de un azul casi transparente, permacecen atentos al m¨ªnimo detalle. Un ligero tup¨¦ y un atuendo de vaqueros, botas y un jersey, le dan un aire de eterno adolescente, un poco en el estilo James Dean, pero no solo en lo f¨ªsico, tambi¨¦n quiz¨¢s en lo atormentado del personaje. Tal como lo cuenta, en la literatura Giordano pone mucho de su propia vida, de sus miedos y vacilaciones. En este caso, se ha enfrentado a una novela coral, con 12 personajes movi¨¦ndose por el libro bajo una estructura f¨¦rrea. ¡°No s¨¦ trabajar con intrigas definidas. El dise?o de los personajes est¨¢ medido y meditado, mezclando la psicolog¨ªa de cada uno y las relaciones y circustancias que les unen y distancian. En principio, la guerra es siempre una met¨¢fora, una experiencia para situarlos al l¨ªmite. Claro que ver morir a alguien o ser responsable de su muerte queda m¨¢s all¨¢ de la met¨¢fora, pero es una motivaci¨®n; tambi¨¦n por lo que ata?e a las motivaciones, creo que m¨¢s all¨¢ de los prejuicios hay razones muy complejas e ¨ªntimas que los animan a tener una experiencia de estas caracter¨ªsticas. Hay una b¨²squeda de s¨ª mismos, de ponerse a prueba. Dir¨ªa exagerando un poco que en este caso la guerra representa lo que fue el servicio militar en el pasado cuando era obligatorio¡±. Sometidos a esa traves¨ªa del desierto, los soldados se ven obligados a madurar. Construidos como arquetipos, cada personaje representa un car¨¢cter abstracto. Letty, el t¨ªpico soldado dominado por su madre, encarna la inocencia; Cederma, un pat¨¢n que lleva tatuado en la espalda un verso de la Il¨ªada y recita de memoria La chaqueta met¨¢lica, la violencia; Mitrano, el chivo expiatorio, y el coronel Ballesio, m¨¢s preocupado por volver a esquiar en los Alpes y mantener la cerveza fr¨ªa en la nevera donde guardan las vacunas, el mando. Pero entre los miembros del desorientado batall¨®n brillan con luz propia dos personajes con los que Giordano parece identificarse: Eguitto, socorrista m¨¦dico, y Ren¨¦, stripper en la vida civil, y al mando del pelot¨®n. ¡°Ambos, de trayectoria opuesta, se parecen a m¨ª. Ren¨¦, al que descubro al final, va entrando lentamente en la novela, como si yo lo hubiera estado esperando durante mucho tiempo, sin entender su forma de moverse en el mundo; cree tener un control absoluto sobre su vida, el mundo parece el que ¨¦l ha creado y, de repente, un embarazo hace que explote su control, que se rompa la burbuja de seguridad en que se mueve. Sin embargo, Eguitto es menos convencional, desde ni?o ha tenido muchas responsabilidades, m¨¢s de las que pueda imaginar, y solo en la guerra aprende a dejar de lado las que no son suyas¡±. Es el ¨²nico de los soldados que no desea regresar a Tur¨ªn. Precisamente en medio de una emboscada, bajo las balas talibanes, Eguitto descubre que ¡°las peores fracturas se producen cuando estamos parados, cuando el cuerpo decide hacerse a?icos y, en una fracci¨®n de segundos, se rompe en tantas esquirlas que es imposible recomponerlo¡±. Como Mattia, el adolescente de apariencia d¨¦bil y fuera de las convenciones sociales, con el que Giordano arrebat¨® en su primera novela, Giotto es tambi¨¦n un n¨²mero primo. ¡°Su lealtad a las personas que ama suena como una forma de hero¨ªsmo y una afirmaci¨®n de car¨¢cter, hay que tener gran fuerza para salir de relaciones afectivas que te encadenan. Eguitto es valiente, pero en un plan al que la mayor¨ªa de las personas no tiene acceso. Es verdad que en cierto momento empec¨¦ a pensar en ¨¦l como Mattia, me gusta esta l¨ªnea de continudad entre los dos libros, y a m¨ª mismo como lector me gusta detectar c¨®mo se movi¨® el autor de un t¨ªtulo a otro, da una idea de continuidad¡±.
Dos viajes a la base italiana, una burbuja de seguridad en medio de la nada, donde los soldados permanecen aislados, sin ning¨²n contacto con la poblaci¨®n, le inspiraron para construir el sorprendente decorado en el que se desenvuelven las relaciones de los soldados. ¡°Esta no es una guerra limpia. Ni equilibrada. Sois los blancos. Sois unos ratones en un trozo de queso enmohecido. No tenemos un solo amigo. Ni siquiera los ni?os con las caras llenas de moscas¡±, les instruye uno de los mandos a un pelot¨®n desorientado que, en general, carece de vocaci¨®n militar y que ha optado por la guerra como salida profesional.
No hay muchas novelas en Italia como El cuerpo humano. A Giordano le interesaba mostrar la perspectiva europea y la visi¨®n italiana con respecto al conflicto, muy diferente de la americana. La historia reciente ha inspirado a guionistas, escritores y cineastas de medio mundo. Series como Homeland o pel¨ªculas como La noche m¨¢s oscura, por citar dos t¨ªtulos recientes, tratan sobre la guerra de Irak o el terrorismo, pero tienen la guerra como tel¨®n de fondo y las historias se mueven en ese contexto. ¡°He intentado documentar la guerra, pero no para reflejar el conflicto mismo, sino nuestra conexi¨®n sentimental con ella. El problema est¨¢ ah¨ª, pero los personajes se mueven en otro plano. Es verdad que hay guerras peque?as en nuestras relaciones cotidianas y lo que quer¨ªa precisamente era contar la guerra en su entidad y declinarla en varias formas, de la macrosc¨®pica a la microsc¨®pica¡±. Para mostrar esa batalla no hubiera podido llevar a los soldados a Vietnam o a la guerra civil espa?ola. ¡°Si quer¨ªa contar la historia de los j¨®venes de entre 20 y 30 a?os deb¨ªa irme a Afganist¨¢n; cuando empez¨®, yo ten¨ªa 18 a?os y todav¨ªa sigue. Esta es la guerra de mi generaci¨®n¡±. Con los soldados se enfrent¨® a un paisaje hostil, donde el sol machaca durante el d¨ªa y el fr¨ªo cala los huesos por la noche, pero acab¨® arrebatado por la belleza de la nada. ¡°Uno de los lugares m¨¢s bonitos que he visto en mi vida, siempre tengo la imagen de la gran monta?a que estaba enfrente de la base y que cambiaba de color a lo largo del d¨ªa, bajo un cielo siempre sin nubes¡±.
He intentado documentar la guerra, pero no para reflejar el conflicto mismo, sino nuestra conexi¨®n sentimental con ella¡±.
Desde el principio tuvo claro el t¨ªtulo de la novela. Y lo explica a su manera. ¡°Solo cuando estamos enfermos el cuerpo vuelve a estar en el centro de la existencia; fue en este intento de reconstruir la vida desde su base cuando me he dado cuenta de que el cuerpo es m¨¢s sabio que la mente¡±. Para ilustrar sus palabras bucea en su propia existencia. Cuando estudiaba en la Universidad ten¨ªa muchas molestias f¨ªsicas, cosas peque?as que, de alguna forma, no eran otra cosa que avisos de su cuerpo que trataba de decirle algo. ¡°Estaba en tensi¨®n y no le escuchaba, pero cuando cambi¨¦ de profesi¨®n, los s¨ªntomas de ligeras enfermedades desaparecieron por completo, y esto quiere decir que el cuerpo nos sugiere cosas que conviene que escuchemos¡±, a?ade contento de haber abandonado el mundo universitario y del estudio para entregarse por completo a la literatura. Sin embargo, hasta en el t¨ªtulo pesa el ¨¦xito de la primera novela: ¡°Quien sabe si no pretend¨ªa expiar la culpa por el t¨ªtulo anterior. No quer¨ªa que se estableciera una competici¨®n, deseaba algo claro y sencillo. La soledad de los n¨²meros primos [lo escogi¨® su editor] era po¨¦tico¡±. No comparte en absoluto la mala costumbre de buscar t¨ªtulos que, como primera medida, traten de atraer al p¨²blico. ¡°Me parece una prerrogativa muy comercial, el verdadero t¨ªtulo es el que cuando acabas, te a?ade una lectura m¨¢s¡±. El pr¨®ximo, promete, ser¨¢ muy po¨¦tico.
En su cabeza anal¨ªtica de cient¨ªfico no encuentra una explicaci¨®n l¨®gica que justifique por qu¨¦ un autor gusta m¨¢s en unos sitios que en otros. El granero de los lectores de Giordano, adem¨¢s de Italia donde ha ganado todos los grandes premios, se encuentra, en Espa?a, Holanda e Israel. Vayan donde vayan sus personajes, las ra¨ªces piamontesas viajan en ellos. Pero no es solo el hecho de ser turin¨¦s, Giordano lo acota as¨ª: ¡°En la casa donde viv¨ª hasta los 20 a?os, mi cuarto ten¨ªa una ventana que daba a la colina y al r¨ªo Po. Hasta hoy mismo, que llevo 10 a?os fuera de esa casa, todos mis sue?os est¨¢n en ese parque frente al r¨ªo. Hasta el final de mis d¨ªas mis libros se alimentar¨¢n de la atm¨®sfera de ese lugar¡±. Esa es la fotograf¨ªa de sus novelas y el lugar al que hace referencia su escritura. ¡°Aunque me encuentre frente al impresionante cielo azul de Afganist¨¢n, mi cielo ser¨¢ siempre el gris turin¨¦s¡±. Las referencias son tambi¨¦n literarias. Durante los ocho a?os que estudi¨® y trabaj¨® en la Facultad de F¨ªsica, en el trayecto desde el aparcamiento a la Facultad, ve¨ªa cada ma?ana un monumento dedicado a Primo Levi. ¡°Muchas veces pensaba que ten¨ªamos una relaci¨®n, ambos de Tur¨ªn y dedicados a la ciencia, pero adem¨¢s encontr¨¦ que tengo una afinidad con ¨¦l desde el punto de vista de la escritura, limpia y lineal. Me gustar¨ªa que alg¨²n d¨ªa pudieran relacionarnos, pero me falta mucho¡±, concluye con sencillez.
En su dif¨ªcil agenda de escritor en promoci¨®n, queda un hueco de un par de horas libres hasta que lleguen al estudio unos periodistas holandeses. ¡°?Vamos a comer?¡±, propone. En un restaurante cercano a su domicilio, tomamos unos deliciosos raviolis, t¨ªpicos del Piamonte, m¨¢s peque?os y rellenos de carne. A los postres, con un Bonet, un pastel de chocolate con amaretto, la conversaci¨®n gira en torno a las elecciones italianas y los esc¨¢ndalos pol¨ªticos en Espa?a. No conseguimos llegar a un acuerdo sobre d¨®nde est¨¢n peor las cosas.
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