Jazz n¨®mada para el siglo XXI
Ken Vandermark lidera una nueva generaci¨®n de m¨²sicos errantes que antepone el avance del g¨¦nero al ¨¦xito
El saxofonista Ken Vandermark (Warwick, Rhode Island, 1964) est¨¢ sentado en un irland¨¦s cualquiera, de esos cuya decoraci¨®n se encarga por metros. Si hoy es martes, esto debe de ser Madrid. El d¨ªa anterior toc¨® en Wels (Austria). Al siguiente, en Valencia. La del jueves en Bilbao fue la ¨²ltima parada de un viaje de una semana en el que cada noche actu¨® al frente de su proyecto Made to Break, mezcla de jazz, electr¨®nica y punk. De Eslovenia a Italia. De Espa?a a Viena. Madrugones, huelgas de aerol¨ªneas, s¨¢ndwiches de rosbif a medio hacer¡ Al final del d¨ªa, la intensidad del directo. Y vuelta a empezar. ¡°Viajar es el trabajo; tocar, el premio. Las giras son parte del proceso creativo¡±, explic¨® el m¨²sico un d¨ªa lluvioso y de partido de Champions poco antes del concierto en la sala de rock Nasti de Madrid (que registr¨® una decente asistencia dadas las circunstancias).
La vida de este referente del jazz y la m¨²sica improvisada, uno de los m¨¢s activos de las ¨²ltimas d¨¦cadas, es un constante vagar, sobre todo por Europa, de un concierto en otro. Imaginen una existencia como la de aquella pel¨ªcula, Up in the air, aunque sin la facha de George Clooney, ni la promiscuidad c¨ªnica: Vandermark est¨¢ casado con una m¨¦dica residente en Chicago, ciudad que ser¨ªa su hogar si alguna vez parase en ¨¦l. ¡°En los ¨²ltimos tiempos he pasado unos ocho meses al a?o fuera de casa, lo cual habla de la paciencia de mi pareja¡±.
Gracias a esa paciencia, se ha ido creando como parte de una escena internacional de m¨²sicos (n¨®rdicos, estadounidenses, alemanes, japoneses¡) una base de seguidores. No es multitudinaria, pero s¨ª s¨®lida. ¡°Es lo bueno de estos tiempos. Cualquiera con un ordenador puede escuchar toda o casi toda la m¨²sica grabada y poco menos que a cambio de nada. Hay consecuencias muy graves de eso, pero la informaci¨®n ayuda a los conciertos y fomenta la curiosidad. Tiene sus pros y sus contras, pero solo le veo el sentido a trabajar con los pros¡±.
Aunque cada vez cueste m¨¢s ver las ventajas: ¡°La crisis en Europa va eliminando los programas de apoyo a la cultura y cada vez es m¨¢s dif¨ªcil tocar. Tengo que buscar la manera de volver a EE UU, donde la actitud hacia esta m¨²sica no es tan abierta. Las cosas est¨¢n demasiado codificadas all¨ª y hay lugares como el Lincoln Center que dicen lo que es jazz y lo que no. Bajar¨¦ el ritmo de conciertos. Espero no volverme loco¡±.
Ser¨¢ un viaje conocido, pero hecho a la inversa. Al inicio de su carrera, el m¨²sico oper¨® intensivamente en la escena de Chicago con, entre otros, el quinteto Vandermark 5, con el que actualiz¨® el legado de leyendas como Ornette Coleman o Sonny Rollins. En la d¨¦cada pasada, descubri¨® Europa¡ y sus m¨²sicos, sobre todo los del norte. Oslo, Wuppertal, o Viena se convirtieron en segundas residencias. Volc¨® su carrera en el continente en virtud de una sana promiscuidad creativa: es realmente dif¨ªcil saber cu¨¢ntos grupos ha integrado o liderado y menos cu¨¢ntos discos llevan su nombre. Ni ¨¦l mismo est¨¢ seguro.
Cuando se trata de cifras, Vandermark no es tan elocuente como al improvisar: ¡°Mantengo ocho proyectos estables, aunque el principal en formato peque?o es Made to Break [cuarteto austriaco-estadounidense] y en grande, The Resonance Ensemble¡±. El saxofonista vendi¨® personalmente al final del concierto de Madrid las ¨²ltimas referencias de ambas bandas, registradas para un sello de Lisboa y otro de Cracovia. He ah¨ª otra cl¨¢usula diferente en el contrato creativo de estos m¨²sicos. Graban para una panoplia de compa?¨ªas, casi siempre situadas en lugares excluidos del circuito de las grandes capitales del jazz.
¡°El trato es que no hay dinero, pero retenemos la libertad art¨ªstica¡±. A cambio tambi¨¦n reciben varios centenares de copias, que comercializan a trav¨¦s de Internet (catalyticsound.com) o en las giras. Es crucial para su modo de vida. ¡°Nunca me ha tentado un gran sello. Ni s¨¦ sus nombres. No soy vendible. Y soy feliz, porque no me interesa ser una marca¡±.
Como la integridad a¨²n no da de comer, resulta inevitable preguntar qu¨¦ har¨ªa hoy con los 265.000 d¨®lares (204.000 euros)de la beca McArthur para genios estadounidenses que recibi¨® (para sorpresa de muchos) en 1999, cuando solo era un m¨²sico de reputaci¨®n local. ¡°Exactamente lo mismo¡±, responde. Entonces, Vandermark emple¨® el premio en financiar dos giras del tenteto de la leyenda del jazz Peter Br?tzmann. Una banda tremendamente costosa en su log¨ªstica y de la que form¨® parte hasta que el l¨ªder decidi¨® disolverla en 2012, cuando sinti¨® que la evoluci¨®n creativa del grupo hab¨ªa tocado techo.
Cartograf¨ªa de un inquieto saxofonista
En casi dos d¨¦cadas de carrera discogr¨¢fica, Ken Vandermark ha participado en decenas de proyectos y en todos los formatos posibles aunque sus m¨¢s emblem¨¢ticas bandas quiz¨¢ hayan sido Vandermark 5, DKV, Peter Br?tzmann Tentet y Sonore.
Entre sus ¨²ltimas aventuras destaca Made to Break, con m¨²sica generada por ordenador (Christoph Kurzmann), bajo (Devin Hoff) y bater¨ªa (Tim Daisy). Los dos ¨²ltimos militan con Vandermark en The Resonance Ensemble. De todo ello hay abundante material en YouTube.
Babelia
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