El t¨ªo Jess y la luz encendida
El escritor recuerda la figura del cineasta fallecido ayer
Hac¨ªa much¨ªsimos a?os que no ve¨ªa al t¨ªo Jes¨²s, pero lo he mencionado y tenido algo presente en los ¨²ltimos tiempos, en la novela que intento escribir ahora. Era ¨¦l quien se manten¨ªa apartado de la familia. No por enfado ni nada parecido, sino porque, como dec¨ªa mi madre, su hermana mayor que lo hab¨ªa cuidado de ni?o (le llevaba diecisiete a?os), ¡°Jes¨²s es muy descastado, no lo puede remediar¡±. No es que a nadie le importara gran cosa, era su manera de ser, eso es todo.
Su figura me hac¨ªa enorme gracia, en cualquier caso, y nunca olvidar¨¦ sus favores, siempre le estar¨¦ agradecido. Fue ¨¦l quien me permiti¨® ganar mi primer dinero, encarg¨¢ndonos a mi primo Carlos Franco y a m¨ª la traducci¨®n de varios guiones de Dr¨¢cula y Fu-Manch¨², de las pel¨ªculas que en los a?os setenta rod¨® con esos personajes para el productor ingl¨¦s Harry Alan Towers. En una de ellas, del mal¨¦fico chino creado por Sax Rohmer, mi primo Ricardo Franco y yo incluso hicimos de extras: nos oblig¨® a bajar, descalzos y a la carrera, una ladera pedregosa, hasta el borde de un lago o pantano, y quiz¨¢ a alguna otra nader¨ªa peligrosa. No se nos puede reconocer, ya que llev¨¢bamos capuchas negras, ¨ªbamos disfrazados de esbirros chinos, con los pantalones preceptivos. Pude ver brevemente a Christopher Lee y con eso me di por satisfecho. En otros rodajes logr¨¦ echarles el ojo a Jack Palance, a Herbert Lom y a George Sanders, m¨ªticos para m¨ª entonces y ahora.
En otros sitios he contado c¨®mo gracias a ¨¦l escrib¨ª mi primera novela, Los dominios del lobo, en su casa de Par¨ªs que me cedi¨® con generosidad, a mis diecisiete a?os. Tambi¨¦n c¨®mo me colaba de ni?o en su cuarto, cuando iba a casa de mis abuelos ¡ªsus padres, con los que a¨²n medio viv¨ªa¡ª, los cuales, muy religiosos, no deb¨ªan de tener ni idea de que Jes¨²s guardaba all¨ª un arsenal de revistas er¨®ticas, algo escaso en tiempos de la dictadura y que a m¨ª me abrieron los ojos como platos. Era muy bromista, muy simp¨¢tico, muy exagerado y muy fantasma. Como alg¨²n otro hermano suyo, sumamente mentiroso. No hace demasiado le le¨ª en una entrevista un embuste que me hizo gracia: ¡°F¨ªjate si hay gente malvada¡±, le dec¨ªa al periodista, ¡°que dicen que he nacido ?en 1930!¡±, que era exactamente el a?o en el que hab¨ªa nacido (¨¦l andaba quit¨¢ndose as¨ª como una docena). No le faltaba algo de raz¨®n: a veces hay que ser muy malvado para contar la verdad de alguien que intenta ocultarla.
Sus pel¨ªculas primeras son muy apreciables, Gritos en la noche, Rifif¨ª en la ciudad, la comedia Tenemos 18 a?os o el disparate musical Vampiresas 1930. Entre las incontables m¨¢s hay de todo, pero no se puede negar que ten¨ªa imaginaci¨®n y desfachatez y osad¨ªa. Incluso compon¨ªa la m¨²sica en ocasiones, bajos sus queridos pseud¨®nimos. Seg¨²n mi madre, era muy miedoso y aprensivo, como el personaje que interpret¨® como actor en la legendaria El extra?o viaje, de Fern¨¢n G¨®mez. Cada noche despertaba a media casa con alguna alarma, la m¨¢s llamativa de las cuales fue cuando una madrugada anunci¨® angustiado a padres y hermanos que le hab¨ªa ocurrido algo mortal de necesidad: ¡°Me he tragado la nuez, me estoy ahogando sin remedio¡±. Era incapaz de dormir sin una luz encendida y, seg¨²n me confirm¨® mi primo Ricardo (que fue ayudante de direcci¨®n de bastantes pel¨ªculas suyas en los a?os setenta) segu¨ªa conservando esa man¨ªa todav¨ªa de adulto. Quiz¨¢ por eso hizo tantas pel¨ªculas de terror. Conf¨ªo en que en su ¨²ltima hora la habitaci¨®n no estuviese a oscuras.
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