Un dibujante frente a un pintor
El franc¨¦s Edmond Baudoin acept¨® el desaf¨ªo de plasmar en c¨®mic la biograf¨ªa de Dal¨ª De la antipat¨ªa que le inspiraba pas¨® al reconocimiento tras indagar en el personaje
Antes de caminar por la vida de Dal¨ª, el dibujante Baudoin se pate¨® Ciudad Ju¨¢rez junto a su colega Troubs. Paraban a seres an¨®nimos, les interrogaban por su sue?o y les hac¨ªan un retrato. El resultado fue un c¨®mic titulado Viva la vida (Astiberri) sobre uno de los lugares del planeta donde reina la muerte. Edmond Baudoin no suele trabajar por encargo. Sin embargo, tras la experiencia mexicana, acept¨® la propuesta del Centro Pompidou para llevar la vida del genial surrealista de Figueres al c¨®mic.?
El resultado es Dal¨ª, una obra publicada en Espa?a por Astiberri y que ofrece un trazo tan audaz y personal como lo fue la propia pintura del catal¨¢n. Dise?ado a partir de un blanco y negro hegem¨®nico que Baudoin rompe con repentinos e inesperados toques de color, el libro se desenvuelve sobre el mundo de alegor¨ªas y fantas¨ªas que cimentaron la realidad de Salvador Dal¨ª.?
"Sab¨ªa muy pocas cosas de su vida y, al descubrirla, descubr¨ª a un ser humano que trabajaba mucho su arte para intentar superar a un hermano mayor enterrado en el cementerio de su ciudad. Pero, ya que resulta imposible enfrentarse con un muerto, ten¨ªa que hacer siempre m¨¢s, incluso delirar. ?C¨®mo no comprender y amar a un hombre que se enfrenta a lo imposible?", respond¨ªa hace meses por correo electr¨®nico Baudoin, con motivo de la publicaci¨®n de su obra en Espa?a.
Nueve meses antes del nacimiento de Dal¨ª, muri¨® su hermano mayor, tambi¨¦n llamado Salvador. "Con el nombre de un hermano muerto uno hace lo que puede. Menudo regalo 'extra?o' de parte de unos padres", reflexiona el personaje-narrador. "Su infancia est¨¢ llena de ejemplos de su necesidad de existir", sigue antes de recordar que, para sacudirse su miedo una noche, pate¨® a su hermana en la cabeza. Y la quer¨ªa. El d¨ªa que un m¨¦dico acudi¨® a su casa para agujerearle las orejas, reaccion¨® horrorizado y trat¨® de impedirla. Irrumpi¨® en la habitaci¨®n y golpe¨® al m¨¦dico en la cara con un cepillo.
?Era un loco? El propio Baudoin lo crey¨® en los sesenta, cuando le ve¨ªa como alguien "un poco psicod¨¦lico, un poco ido". Finalmente le irrit¨® su af¨¢n autopropagand¨ªstico con fines recaudatorios, pero su acercamiento ¨²ltimo ha suavizado su juicio. Por el c¨®mic desfila toda la iconograf¨ªa daliniana (hormigas, relojes, cuernos de rinoceronte...), los escenarios que frecuent¨® y, por supuesto, la omnipresente Gala con un trazo surrealista. En confesi¨®n del Baudoin narrador: "Yo tambi¨¦n juego a la paranoia cr¨ªtica, y de esta manera intento poner en im¨¢genes el inconsciente de Dal¨ª mientras creaba".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.