Corrala
La costumbre de utilizar los pa¨ªses de nuestro entorno para poner en evidencia nuestras carencias no ser¨ªa del todo justa si, de tanto en tanto, no ejerci¨¦ramos la misma comparativa para sacudirnos los complejos. El drama de las dos Espa?as no es tan tr¨¢gico si uno repara en las dos Argentinas o las dos Venezuelas. Pero si Francia ha sido el espejo en el que nos mir¨¢bamos durante a?os para acabar m¨¢s deprimidas que la madrastra de Blancanieves, es tambi¨¦n hoy un motivo de cierto orgullo y no solo gay. La tramitaci¨®n parlamentaria del derecho al matrimonio homosexual ha despertado la protesta virulenta. La sorpresa no es tanta si se observa que cada vez tiene m¨¢s poder¨ªo el discurso sin complejos del frentismo nacional, que agita la emigraci¨®n, el conflicto religioso, el enfretamiento racial y el proteccionismo del producto local amparado en un soporte electoral amplio. En Espa?a, esa pose m¨¢s radicalmente conservadora est¨¢ diluida dentro de un partido hegem¨®nico, que solo agita el vocer¨ªo cuando ejerce de oposici¨®n.
Francia resolver¨¢ en el parlamento sus disputas esenciales. Pero es precisamente el parlamento donde los italianos no acaban de encontrar la aritm¨¦tica de su estabilidad. El gran sustento de la carrera de Berlusconi contin¨²a siendo el dato incontestable de que presidi¨® el gobierno m¨¢s duradero de la historia reciente del pa¨ªs. La autocombusti¨®n de Bersani es un perfecto ejemplo de lo in¨²til que es ara?ar una victoria electoral sin un programa s¨®lido y coherente. En la crisis institucional, que Espa?a padece en grado evidente, la figura de Napolitano ha servido para parchear una situaci¨®n delirante, pero parece m¨¢s f¨¢cil que el Presidente de la Rep¨²blica dilapide su prestigio personal a que logre la gobernabilidad sin nuevas elecciones.
Cuando leeemos en los medios de comunicaci¨®n alemanes los ataques contra los pa¨ªses del sur de Europa, nos recuerda el victimismo del poderoso, que ejercen a ratos los dos equipos grandes de la Liga espa?ola. Hace palidecer la facilona estrategia de culpar a la Merkel de todos nuestros males. En esta corrala todos andan tir¨¢ndose los trastos desde la balconada, aunque dentro tengan una casa sin barrer. Lo grave para Espa?a es quedarnos sin espejo donde mirarnos, sin vecino al que desear emular para ser mejor.
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