Reino Unido estudia un modelo mixto para la financiaci¨®n de la cultura
La ministra brit¨¢nica del gremio pide a las artes que demuestren su val¨ªa para recibir subvenciones
![Imagen del interior del Museo Brit¨¢nico tras la reforma del arquitecto Norman Foster.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/U5CAV5SZZRF2ER2YGEJ24XPSVI.jpg?auth=fc4a7f57e65849c16d3756378512609270ce132af234d9e64ba4df145649ba75&width=414)
En tiempos de tremenda austeridad, incluso la cultura se ve forzada a justificar su valor econ¨®mico para ser merecedora de los fondos p¨²blicos, ha subrayado hoy la ministra de Cultura brit¨¢nica, la conservadora Maria Miller, en su mensaje destinado al mundo de las artes. Seg¨²n sus propias palabras, ¡°en un momento en que el dinero es escaso, nuestro enfoque debe ser el del impacto econ¨®mico¡± como principal consideraci¨®n.
En su primera gran intervenci¨®n p¨²blica desde que asumiera el cargo el pasado septiembre (tras una remodelaci¨®n del gabinete), Miller inst¨® a los responsables culturales a ¡°demostrar los beneficios de la inversi¨®n¡± del gobierno, a pesar de asegurar al tiempo que ¡°estoy luchando por vosotros tanto como me es posible¡±. Con ello alud¨ªa a la orden transmitida por el Tesoro a todos los ministerios para que ejecuten recortes en sus presupuestos en torno al 10 por ciento para los pr¨®ximos periodos fiscales.
El lugar elegido por la ministra como tribuna, el Museo Brit¨¢nico, es uno de los grandes exponentes de c¨®mo la inversi¨®n del Estado en el cap¨ªtulo cultural revierte en todos los ciudadanos. Las instituciones muse¨ªsticas p¨²blicas son de entrada gratuita en el Reino Unido, un extremo que empieza a verse contestado desde reducidos aunque influyentes sectores por la carga que representan para el erario p¨²blico. El gobierno liderado por el conservador David Cameron, sin embargo, nunca ha llegado a insinuar tal extremo, ni se prev¨¦ que vaya a arriesgarse a adoptar una medida tan impopular y probablemente contraproducente.
Porque la propia Miller, a pesar de conminar al sector a apretarse el cintur¨®n, ha tenido que admitir tambi¨¦n que ¡°la cultura brit¨¢nica es quiz¨¢ el producto m¨¢s poderosos e irresistible del que disponemos¡±, tal como ha quedado preclaro a ra¨ªz del ¨¦xito de los Juegos Ol¨ªmpicos celebrados en Londres el pasado verano. La ciudad es una de las grandes capitales mundiales de la cultura y, como tal, arrastra cada a?o a millones de visitantes que contribuyen a revitalizar la econom¨ªa. La cultura y la creatividad que exhibe el Reino Unido, destac¨® la ministra, concitan ¡°m¨¢s que nunca una enorme demanda¡±.
Esas ¨²ltimas palabras de apoyo -o m¨¢s bien de consuelo-- no han conseguido neutralizar la creciente inquietud desde los sectores culturales. Si la propia Miller es la primera en reconocer que la cultura es un haber que suma enteros tambi¨¦n desde el punto meramente financiero, ?qu¨¦ mayor demostraci¨®n se le exige al sector sobre su propia val¨ªa? ?C¨®mo cuantificar los exactos r¨¦ditos econ¨®micos de cada una de las manifestaciones culturales? Decisiones puntuales pero muy significativas como la del Ayuntamiento de Newscastle (norte de Inglaterra) de suprimir en su totalidad el presupuesto destinado a actividades culturales han levantado ampollas y provocado protestas ciudadanas, con el apoyo de artistas reconocidos internacionalmente como Sting, Bryan Ferry o Mark Knoppfler.
La respuesta de la oposici¨®n laborista al envite de Miller ha sido formulada por la ministra de Cultura en la sombra, Harriet Hartman, y su clamor ante un tijeretazo presupuestario a causa del cual ¡°las artes y las industrias creativas est¨¢n sufriendo¡±.
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