T¨®picos futboleros

A pesar de un peque?o pu?ado de luminosas excepciones, el cine sobre f¨²tbol rara vez consigue escapar del t¨®pico. As¨ª, con la misma inercia con la que en la vida real futbolistas y entrenadores pronuncian esos inenarrables ¡°no hay enemigo peque?o¡±, ¡°los penaltis son una loter¨ªa¡±, ¡°la bola no ha querido entrar¡± o, el mejor, pues los engloba a todos, ¡°f¨²tbol es f¨²tbol¡±, los directores de cine acuden al penalti de ¨²ltimo minuto filmado a c¨¢mara lenta, al encadenado de entrenamientos con m¨²sica en plena vor¨¢gine y a la arenga b¨¢sica del triunfo por y para el pueblo. Un gran equipo, pel¨ªcula de Olivier Dahan a mayor gloria de un grupo de c¨®micos-estrella franceses de ¨²ltima (y pen¨²ltima) generaci¨®n, no es una excepci¨®n. Cine por y para el pueblo. Cine f¨¢cil, sin sutilezas ni complicaciones, blando, m¨¢s simple que sencillo y, por qu¨¦ no, quiz¨¢ eficaz. Siempre que, claro, formes parte de ese pueblo al que le gusta el cine popular. All¨¢ cada cual.

En el primer minuto, Dahan define a trav¨¦s de un bonito travelling por el pasillo hacia vestuarios lo r¨¢pidamente que se puede caer desde lo m¨¢s alto hasta la categor¨ªa de juguete roto. Es casi lo mejor de la pel¨ªcula. A partir de ah¨ª, lo que pod¨ªa haber sido un Moneyball futbolero, y en plan cutre, se queda en la en¨¦sima tentativa fallida por filmar un partido de f¨²tbol con verosimilitud y en, eso s¨ª, unos cuantos apuntes que pueden conformar al espectador especialmente futbolero. Unos de base, como la intrahistoria de ese equipo amateur que, como ocurre casi cada a?o, pasa sucesivas eliminatorias de Copa. Y otros, menores, pero con gracia, como ese Omar Sy clavado a Lilian Thuram (gafas de pasta negra, incluidas) y, sobre todo, ese personaje marcado de por vida por haber fallado un penalti a lo Panenka jugando ?en el Atl¨¦tico de Madrid!