Competir o convivir
Adela Cortina publica '?Para qu¨¦ sirve realmente la ¨¦tica?' y 'Neurofilosof¨ªa pr¨¢ctica' "Si nos hubi¨¦ramos comportado ¨¦ticamente, no tendr¨ªamos una crisis como la actual"
Adela Cortina es catedr¨¢tica de ?tica y Filosof¨ªa Pol¨ªtica en la Universidad de Valencia, ciudad en la que naci¨® en 1947. Acaba de publicar ?Para qu¨¦ sirve realmente la ¨¦tica? (Paid¨®s), t¨ªtulo que coincide en las librer¨ªas con el volumen colectivo Neurofilosof¨ªa pr¨¢ctica (Comares) del que es editora. El primero es un paseo por las propuestas m¨¢s urgentes para la convivencia, con una voluntad, a la vez, divulgadora y provocadora. El segundo, en cambio, es un texto acad¨¦mico en el que se ofrece un panorama clarificador de las principales tendencias en neuro¨¦tica, as¨ª como una selecci¨®n de los textos m¨¢s citados en las discusiones al respecto.
PREGUNTA. El primero de los libros citados trata de ¨¦tica. Pero tambi¨¦n de pol¨ªtica.
RESPUESTA. El libro pretende responder a la pregunta de para qu¨¦ sirve la ¨¦tica. He tratado de dar respuesta a las diversas posibilidades, con formulaciones claras: ¡°sirve para¡±, y as¨ª hasta en nueve ocasiones, que son los nueve cap¨ªtulos. El punto de partida es que todos los seres humanos somos necesariamente morales. Podemos ser morales o inmorales, pero no amorales. Y lo mejor que podemos hacer es sacar partido de esa manera de ser moral del modo m¨¢s inteligente posible. De hecho, eso es lo que se ha intentado desde Grecia. De ah¨ª que en el libro haga un recorrido por una gran cantidad de aspectos en los que la ¨¦tica resulta fecunda. He intentado hacer ver que hay algo muy claro en este momento: si nos hubi¨¦ramos comportado ¨¦ticamente, no tendr¨ªamos una crisis como la actual; si la gente se comporta ¨¦ticamente no se producen crisis como la que estamos viviendo. En este sentido, claro, ¨¦tica y pol¨ªtica est¨¢n estrechamente relacionadas. El ser humano es persona en sociedad. No hay individuos aislados. La afirmaci¨®n liberal seg¨²n la cual hay individuos aislados que un buen d¨ªa deciden sellar un contrato no deja de ser una hip¨®tesis ficticia. No existen esos individuos aislados, sino personas vinculadas a los dem¨¢s seres humanos, es decir, en relaci¨®n pol¨ªtica.
P. ?Dice usted que con m¨¢s ¨¦tica no habr¨ªa crisis?
R. Una sociedad en la que las gentes actuasen con responsabilidad y atendiendo al bien com¨²n estar¨ªa mucho m¨¢s preparada para evitar crisis como esta. De ah¨ª que ya en el primer cap¨ªtulo se afirme que la ¨¦tica sirve para abaratar costes y crear riqueza, pero no solo en dinero, sino sobre todo en sufrimiento. Si se vive ¨¦ticamente, se reducen los gastos, sin necesidad de recortes: hay relaciones de confianza, hay relaciones de construcci¨®n com¨²n, todo resulta mucho m¨¢s barato en dinero y el excedente puede invertirse en lo que realmente importa.
P. Pero desde una ¨¦tica capitalista, lo que vale es el m¨¢ximo lucro en el m¨ªnimo tiempo.
R. Las propuestas ¨¦ticas pueden estar equivocadas. Una propuesta como la capitalista, seg¨²n la cual la base de la conducta humana es solo el af¨¢n de lucro, est¨¢ radicalmente equivocada. Lo que se muestra cada vez m¨¢s, desde la biolog¨ªa evolutiva y desde las neurociencias, es que los seres humanos estamos biol¨®gicamente preparados para cuidar y para cooperar.
La ¨¦tica sirve para abaratar costes y crear riqueza, no solo en dinero, sino sobre todo en sufrimiento
P. Ser¨¢, pero hay quien sigue sin enterarse.
R. Pues ese alguien se equivoca. Optar por el m¨¢ximo lucro es poco inteligente. Consiste en forzar uno de los lados del ser humano, el del ego¨ªsmo, cuando en realidad estamos preparados de una manera natural para la cooperaci¨®n y el cuidado. Los padres cuidan de los hijos, cuidamos de los parientes y cercanos. Por eso es importante insistir en que el individualismo es falso. Es una abstracci¨®n, una creaci¨®n, que ha resultado muy perjudicial, porque los seres humanos no somos solo maximizadores racionales, sino seres fundamentalmente cooperativos y reciprocadores. Son los chimpanc¨¦s los que son maximizadores. Por eso cuando las personas persiguen solo su beneficio, se equivocan: est¨¢n m¨¢s preparadas para cuidar y cooperar, no se mueven solo por el af¨¢n de lucro. El asunto es ?qu¨¦ triunfar¨¢: el impuso ego¨ªsta o el cooperativo?
P. ?Usted qu¨¦ cree?
R. Depende de lo que cultivemos.
P. En Espa?a, en Occidente, la tendencia es que el cuidado es algo que se compra y se vende. Sea el cuidado sanitario, el de los ancianos o la educaci¨®n.
R. La crisis actual del Estado de bienestar demuestra una vez m¨¢s que esas cosas no se compran ni se venden, no pueden quedar s¨®lo al juego del mercado, porque son bienes b¨¢sicos que tienen que estar al alcance de todos. Y se puede ver en la actitud de una poblaci¨®n convencida de que atender a los ancianos, a los dependientes, es esencial. Entre otras cosas, porque valen por s¨ª mismos.
P. La poblaci¨®n, s¨ª; pero los Gobiernos van a los suyo.
R. Efectivamente, los primeros recortes han sido para la dependencia, la sanidad, las pensiones. Justo para el mundo de los m¨¢s desprotegidos, de los que precisan mayor cuidado. En mi opini¨®n, se trata de medidas absolutamente injustas, porque los m¨¢s necesitados tienen que ser la primera preocupaci¨®n de una sociedad, precisamente porque son los m¨¢s vulnerables. La ¨¦tica sirve, entre otras cosas, para recordar que hay que saber priorizar y que los peor situados han de estar en el primer lugar.
P. En el segundo de los t¨ªtulos citados, queda claro que no todos los ¨¦ticos piensan igual.
R. Siempre ha habido distintas propuestas ¨¦ticas que suponen diversas perspectivas. Nuestro equipo defiende una l¨ªnea ¨¦tica, que muestra tambi¨¦n tener apoyo neurol¨®gico, cient¨ªfico. Es la tradici¨®n del reconocimiento, que ha sido defendida por autores como Hegel, Mead, Apel o Habermas. Lo interesante es ahora que estamos viendo que la neurociencia la avala. Que existen en los seres humanos esas propensiones de las que hablamos. Que el individualismo no se sostiene, que el cerebro es social, que el individuo se hace con los otros, que cuando el ni?o no es suficientemente atendido se ve mermado en sus capacidades. Es decir, la idea de que el apoyo mutuo nos constituye no es una idea abstracta, surgida s¨®lo de la tradici¨®n filos¨®fica, sino que tiene tambi¨¦n bases cient¨ªficas.
La educaci¨®n no puede consistir en formar personas competitivas, sino en educar ciudadanos justos
P. Entre los valores ¨¦ticos destaca usted la confianza. Hoy se dir¨ªa que est¨¢ rota. La ciudadan¨ªa no conf¨ªa en sus dirigentes y, a juzgar por la proliferaci¨®n de rejas en los edificios, tampoco en el vecino.
R. Sin embargo, la confianza es uno de nuestros m¨¢s importantes recursos morales. Cuando se establece entre ciudadanos y pol¨ªticos, empresarios y consumidores, personal sanitario y pacientes, las sociedades funcionan mejor tambi¨¦n desde el punto de vista pol¨ªtico y desde el econ¨®mico. Y, por supuesto, en una sociedad impregnada de confianza es mucho m¨¢s f¨¢cil que las gentes puedan desarrollar sus proyectos de vida feliz. La confianza es un recurso moral b¨¢sico y la ¨¦tica sirve, entre otras cosas, para promover conductas que generen confianza.
P. Pero hoy no se da.
R. Efectivamente, la confianza nos falta. Se ha perdido por las alcantarillas de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n, el h¨¢bito de mentir, la perversa costumbre de crispar los ¨¢nimos. Pero creo que hay que conquistarla solidariamente, igual que hay que conquistar solidariamente la libertad.
P. Su libro termina con un canto a la esperanza. Se puede cambiar. ?C¨®mo se llega a un cambio colectivo?
R. En primer lugar, porque seguimos siendo libres y, por lo tanto, cambiar a mejor es posible. Pero no se puede hacer en solitario, sino trabajando codo a codo. Hemos de construir solidariamente un mundo justo. Hay que decirlo y hacerlo. Y hay muchas gentes, muchas voces en la sociedad civil, tratando de contribuir a que se llegue a una sociedad justa.
P. Hace usted un elogio matizado del 15-M. La indignaci¨®n, dice, es la base de la lucha por la justicia, pero faltan propuestas.
R. Yo creo que ¨¦ste es el momento de las propuestas positivas. Cuando se inici¨® el movimiento, muchos nos alegramos de ver que al fin aparec¨ªa la gente que criticaba el estado de cosas. Ahora toca pasar a muchas m¨¢s propuestas concretas y a convertirlas en obras. Necesitamos un consenso social en determinados puntos indiscutibles.
P. ?Por ejemplo?
R. Es inadmisible que en Espa?a haya gente por debajo de los l¨ªmites de la pobreza, que personas que viven en nuestro pa¨ªs queden sin atenci¨®n sanitaria, o que hayamos olvidado la ayuda a la cooperaci¨®n. Acabar con injusticias de este calibre es un objetivo que debe generar un consenso, porque son claramente inmorales. Hace falta un compromiso claro y decidido que se?ale los caminos para solucionar estos problemas. Y, hoy, en Espa?a, o dialogamos y alcanzamos un acuerdo o estamos perdidos.
Cuando las personas persiguen solo su beneficio, se equivocan: est¨¢n m¨¢s preparadas para cuidar y cooperar
P. ?C¨®mo se consigue un acuerdo sobre lo positivo y c¨®mo se logra que lo cumplan quienes no los reconocen?
R. En primer lugar, fomentando una reflexi¨®n social sobre qu¨¦ valores valen la pena, en cu¨¢les creemos realmente. Porque parece que hay acuerdo en que es mejor la libertad que la esclavitud, la igualdad que la desigualdad, la solidaridad que la insolidaridad, el di¨¢logo que la violencia, pero a la hora de la actuaci¨®n la realidad es muy otra. Es preciso decidir si realmente, queremos esos valores, legislar para defenderlos e incorporarlos a trav¨¦s de la educaci¨®n. Esto es crucial.
P. Eso es a largo plazo.
R. Por supuesto. Hay que trabajarlo a medio y a largo plazo, como todo lo importante en la vida humana, pero es preciso empezar. Lo urgente es percatarse de que estamos yendo por un camino equivocado, que hay que cambiar de tercio. Y la educaci¨®n es uno de los asuntos en los que hay que ponerse de acuerdo. Lo que no se puede es educar s¨®lo en valores economicistas, sino educar para ser ciudadano.
P. Este Gobierno afirmaba, en el proyecto de ley de educaci¨®n, que hab¨ªa que educar para el mercado.
R. S¨ª. El primer borrador abogaba desde el comienzo por educar en la competitividad para propiciar la prosperidad del pa¨ªs. Despu¨¦s se modific¨® el texto. Desde luego, el sentido de la educaci¨®n no puede consistir en formar personas competitivas, sino en educar ciudadanos justos, buenos profesionales y personas capaces de proponerse metas vitales felicitantes.
P. ?Debe fomentar lo que los griegos llamaban la excelencia, la virtud de la convivencia?
R. La excelencia pol¨ªtica tiene que ser cosa de todos los ciudadanos. En caso contrario, no funciona la democracia. Pero la educaci¨®n debe ayudar tambi¨¦n a cada persona a desarrollar sus mejores capacidades, a empoderarle para que pueda llevar adelante una vida feliz.
P. La soledad, sugiere usted, es un mal a evitar porque el hombre es social.
R. La soledad no querida, porque a veces necesitamos estar solos para reflexionar. Algo que se ha perdido bastante. Pero s¨ª, creo que el individuo aislado es una verdadera desgracia. De hecho, es imposible llevar la vida adelante y crear una sociedad feliz desde el aislamiento.
P. Sin embargo, buena parte de los deberes ¨¦ticos son de car¨¢cter negativo.
R. Tradicionalmente hay una diferencia entre deberes negativos y positivos. Se dice que los primeros no admiten excepci¨®n, como, por ejemplo, ¡°no matar¨¢s¡±, mientras que en el caso de los positivos es el sujeto quien ha de calibrar hasta d¨®nde debe llegar, por ejemplo, en la ayuda a otros. En una sociedad alta de moral se trabaja activamente por respetar la dignidad ajena y la propia dignidad.
?Para qu¨¦ sirve realmente la ¨¦tica? Adela Cortina. Paid¨®s. Barcelona, 2013. 184 p¨¢ginas. 16 euros.
Neurofilosof¨ªa pr¨¢ctica. Varios autores. Coordinaci¨®n: Adela Cortina. Comares. Granada, 2013. 344 p¨¢ginas. 27 euros.
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