Nick Wallenda atraviesa el ca?¨®n del Colorado sobre el alambre
El funambulista se convierte en la primera persona en cruzar la garganta y logra tambi¨¦n el r¨¦cord de altura alcanzado caminado en un cable, 457 metros
Un solitario camino sobre 426,7 metros de alambre suspendidos del abismo de 447 metros de arenisca encarnada que conforman la garganta horadada por el Peque?o R¨ªo Colorado en Arizona, convirti¨® este domingo a Nick Wallenda en el primer hombre en atravesar el ca?¨®n del Colorado sobre un cable y en el funambulista en deslizarse sobre ¨¦l a semejante altitud.
Con unos vaqueros ajustados y una camiseta del canal de televisi¨®n que emiti¨® el evento en exclusiva y con todo lujo de detalles, Wallenda emple¨® en su haza?a menos de 23 minutos. En esa escasa media hora interminable, el funambulista se mantuvo firme, con los pies aferrados como si fueran garras al alambre de cinco cent¨ªmetros de grosor y con las manos sujetas a la p¨¦rtiga para equilibrar su cuerpo y contrarrestar los embates de un viento de m¨¢s de 30 kil¨®metros por hora. "Dios, t¨² que has creado el viento y que dominas sobre ¨¦l, haz que pare", repet¨ªa Wallenda casi como un mantra durante su fr¨¢gil periplo sobre el desfiladero.
El funambulista est¨¢ acostumbrado a hacer de las gestas extraordinarias una costumbre. El a?o pasado entr¨® en la historia al convertirse en el primer hombre en atravesar las cataratas del Ni¨¢gara desliz¨¢ndose sobre un alambre en m¨¢s de un siglo. Este hombre de 34 a?os pertenece a la s¨¦ptima generaci¨®n de una estirpe de acr¨®batas que comenz¨® a desafiar al v¨¦rtigo hace 200 a?os, una fascinaci¨®n que lo atrap¨® con dos a?os y que con 10 le llev¨® a anhelar atravesar el ca?¨®n del Colorado.
M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, Wallenda ha cumplido su sue?o. Agotado, atajaba la distancia final del precipicio casi al sprint para abrazar a su mujer, sus tres hijos y sus padres, una imagen semejante a la que hace casi un a?o se produjo en la vertiente canadiense de las cataratas del Ni¨¢gara -cuando super¨® los 500 metros que separan la cascada de la parte estadounidense- pero, a la vez, muy diferente.
Entonces, miles de espectadores apostados en las dos orillas contemplaron hipnotizados el recorrido en el alambre de Wallenda; este domingo, s¨®lo los sedimentos milenarios del ca?¨®n, junto a un pu?ado de familiares, amigos, t¨¦cnicos y operarios de televisi¨®n, observaron al funambulista. (Las estrictas reglas del Parque Nacional impiden las concentraciones de personas. Hace un a?o, la cadena de televisi¨®n que retransmiti¨® el evento le oblig¨® a ponerse un arn¨¦s de seguridad; esta vez, cruz¨® el desfiladero como es tradici¨®n en su familia, sin ning¨²n tipo de protecci¨®n. En julio de 2012, la espuma de las cataratas nublaban la visi¨®n a Wallenda; en esta ocasi¨®n, pod¨ªa reparar con nitidez en el esquel¨¦tico hilo de agua marr¨®n del Peque?o R¨ªo Colorado, o Colorado Chiquito, que culebreaba a sus pies. La dificultad, estribaba en evitar que el reflejo del sol del ocaso le cegara la vista.
Su inquebrantable fe, a la que no dej¨® de apelar mientras atravesaba la garganta, los esp¨ªritus invocados minutos antes de que se dispusiera a cruzar el desfiladero por el jefe de la naci¨®n Navaja, que habita esa zona oriental del ca?¨®n desde hace siglos, y, sobre todo, su preparaci¨®n, hicieron que Wallenda saliera airoso de su reto a la gravedad.
"La vida est¨¢ sobre el alambre, todo lo dem¨¢s solo es esperar", era el lema de su tatarabuelo Karl Wallenda, que perdi¨® la vida en 1978 al caerse de un cable cuando trataba de cubrir la distancia entre dos rascacielos de Puerto Rico. Wallenda, el domingo, volvi¨® a honrar el lema familiar.
Babelia
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