El muerto que habla
Armoniza diversas formas de animaci¨®n: del collage a la acuarela, pasando por heterog¨¦neos registros de dibujo animado experimental en 2D
En los ¨²ltimos tiempos, diversos trabajos han planteado, como estimulante tema de debate, si la animaci¨®n ¨Cla quintaesencia del artificio- puede ser una buena herramienta para el cine documental ¨Cque, en su m¨¢xima pureza, deber¨ªa ser el g¨¦nero menos af¨ªn a la construcci¨®n y al simulacro-. Pel¨ªculas como Vals con Bashir (2008) o la espa?ola 30 a?os de oscuridad (2012), con sus contrastadas estrategias, no ofrec¨ªan respuestas categ¨®ricas a la cuesti¨®n, pero abr¨ªan un leg¨ªtimo territorio de exploraci¨®n, en cuyos m¨¢rgenes brilla ahora un trabajo tan inquietante y poderoso, pero, al mismo tiempo, tan potencialmente pol¨¦mico como Crulic de la directora rumana Anca Damian.
CRULIC
Direcci¨®n: Anca Damian
Animaci¨®n
G¨¦nero: Documental. Ruman¨ªa-Polonia, 2011
Duraci¨®n: 73 minutos.
Ganador del premio al mejor largometraje en el festival de Annecy en su edici¨®n de 2012, Crulic armoniza diversas formas de animaci¨®n ¨Cdel collage a la acuarela, pasando por heterog¨¦neos registros de dibujo animado experimental en 2D- para contar la historia, desoladoramente kafkiana, de un rumano que emprendi¨® una huelga de hambre tras ser detenido en Polonia por un robo que no cometi¨®. El desenlace fue fatal y tuvo como consecuencias la dimisi¨®n del ministro rumano de Asuntos Exteriores ¨Cen un gesto de conciencia ¨¦tica que, visto desde aqu¨ª, parece casi de ciencia-ficci¨®n- y la imputaci¨®n de tres m¨¦dicos polacos. El extremo m¨¢s controvertido de la propuesta es el de convertir a Crulic, en la voz del actor rumano Vlad Ivanov, en el narrador de su propio infortunio: una voz que, al principio del metraje y si el narrador no conoce la historia ver¨ªdica que hay detr¨¢s, funciona como perturbadora falsa pista. Crulic es, as¨ª, la historia de un muerto contada por ¨¦l mismo y, por tanto, un supuesto documental que parte de una imposibilidad.
El manejo de la historia por parte de Anca Damian es, no obstante, espectacular y entra en perfecta armon¨ªa con los deslumbrantes recursos formales de una pel¨ªcula que alcanza algunos de sus momentos m¨¢s conmovedores en el plano subjetivo desde la camilla que transporta al protagonista a un hospital y en el aleg¨®rico vuelo final de una s¨¢bana, sin cuerpo al que cubrir y proteger. Crulic, entre otras cosas, viene a confirmar la eterna vigencia de lo que cont¨® Kafka en El proceso.
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