Un monasterio espa?ol del siglo XII movido piedra a piedra a California
El magnate de los medios William Randolph Hearst orden¨® desmontar la construcci¨®n medieval para traerla a Am¨¦rica
La historia de Santa Mar¨ªa de ?vila no es la de?El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco, pero se le parece. Tiene elementos en com¨²n: Un monasterio medieval muy poderoso, fundado en el siglo XII, intrigas y un misterio por desvelar.
En esta historia no hay envenenamientos, al contrario que en la de Eco, pero si una traves¨ªa singular, la de unas piedras que emigraron desde la estepa castellana, en Trillo (Guadalajara), donde originariamente se erigi¨® en 1188 el monasterio, hasta California.
De c¨®mo sucedi¨® da cuenta una placa informativa en el Jard¨ªn Bot¨¢nico del Golden Gate Park en San Francisco. Formando parte de un muro al que en primavera le brota la hiedra, las piedras de Santa Maria de ?vila muestran su belleza desnuda y antigua al mundo.
La placa informa al visitante de que ¡°durante seis centurias el monasterio goz¨® de una poderosa influencia en los alrededores hasta que en 1935 el gobierno espa?ol lo cerr¨®, junto a otros 900 que compartieron el mismo destino. Cay¨® entonces en manos privadas y en un estado de desidia¡±.
Un a?o despu¨¦s el magnate de la prensa norteamericana, William Randolph Hearst, obsesionado entre otras muchas cosas con las piedras y las piezas de arte de Europa, puso sus ojos en el monasterio y lo desmont¨® piedra por piedra para traerlo por barco a California, con la intenci¨®n de reconstruirlo all¨ª.
Las cosas no le salieron como pensaba y el otrora poderoso empresario de un imperio mediatico, en el que Orson Welles se inspir¨® para narrar la historia cinematogr¨¢fica de?Ciudadano Kane, se vio afectado por la depresi¨®n econ¨®mica. Las piedras desembarcaron en San Francisco y fueron depositadas en un almac¨¦n.
Once a?os despu¨¦s, la ciudad de San Francisco se hizo con ellas por el precio de lo que cost¨® el almacenaje durante esos a?os. La idea era ensamblarlas como parte del Young Museum en Golden Gate Park, pero nunca se consiguieron los fondos necesarios para el proyecto y de nuevo el destino de las piedras fue un oscuro almac¨¦n del museo.
Un fuego y las inclemencias del clima acabaron borrando las marcas que ten¨ªan para su futuro ensamblaje, hasta que finalmente el proyecto se hizo imposible. A partir de 1960 el Jard¨ªn Bot¨¢nico decidi¨® usarlas para levantar muros en numerosos espacios del arbolario.
El ultimo emplazamiento fue en el muro de la terraza de la librer¨ªa, en el a?o 2000, un homenaje a la historia y a los talladores de estas piedras singulares.
Y se obr¨® el milagro
Pero la peripecia de las piedras, consideradas ¡°sagradas¡± por los monjes de la peque?a comunidad cisterciense de Vina, al norte de California, no acaba aqu¨ª.
Durante muchos a?os las piedras rondaron en los sue?os de los monjes del New Clairvaux Monastery hasta que finalmente el proyecto acariciado cobr¨® forma en la reconstrucci¨®n del edificio m¨¢s emblem¨¢tico de Santa Mar¨ªa de ?vila, la capilla g¨®tica del siglo XII.
San Francisco regal¨® las piedras a los monjes y estos se las ingeniaron para recaudar fondos y restaurar la capilla, con ideas tan originales como asociarse con una compa?¨ªa local de cervezas, Sierra Nevada, y bautizar con el nombre de ?vila a una marca de cervezas de primera calidad.
A falta de los ¨²ltimos detalles y de los dos millones de d¨®lares adicionales que necesitan, el edificio ya est¨¢ abierto al p¨²blico y se puede visitar.
Si las piedras hablaran seguro que podr¨ªan contar las muchas peripecias que han vivido.
Babelia
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