Aquel aroma de los h¨¦roes
En Sueca en verano nos divertimos viendo desayunar a Puchades en el bar y cuando termina, aplaudimos
1950. Hay algunos aromas primordiales que estructuran el alma de un ni?o, el olor de la caja de los gusanos de seda, el almid¨®n del armario ropero, el polvillo en suspensi¨®n del desv¨¢n mucho tiempo cerrado, el de la alacena y la despensa con los sucesivos estratos entreverados de salazones, dulces y conservas, el de los l¨¢pices de Alpino, el de la goma de borrar con sabor a coco, el de soluci¨®n de pegamento en el taller de bicicletas. Entre todos aquellos aromas hab¨ªa uno que perfumaba a los h¨¦roes: el olor a linotipia de los cromos de futbolistas, que el ni?o barajaba, compart¨ªa y cambiaba con los compa?eros. Ese aroma queda alojado en su cerebro como un v¨¢stago de la memoria hasta el final de la vida.
A cualquier ni?o el futbolista del cromo le parece un hombre muy mayor. Esa diferencia de edad constituye un abismo que permanece inalterable durante mucho tiempo. Aquella imagen del cromo se convierte en una categor¨ªa plat¨®nica en su imaginaci¨®n hasta que un d¨ªa le asalta la sensaci¨®n contraria. De repente, cuando uno est¨¢ a punto de cumplir cuarenta a?os, se da cuenta de que los futbolistas son unos chavales, sobre todo si los ve de paisano. Esa revelaci¨®n es la primera se?al de que te est¨¢s haciendo viejo.
Guardo todav¨ªa en la memoria la emoci¨®n de aquel d¨ªa en que al rasgar el sobre que conten¨ªa cinco cromos de futbolistas, por fin, me sali¨® Puchades, el medio centro del Valencia, el que m¨¢s se resist¨ªa para completar al equipo. Antes de pegarlo al ¨¢lbum, su aroma a linotipia todav¨ªa fresco, pas¨® directamente desde el fondo de mi nariz a la circulaci¨®n de la sangre para instalarse en el cerebro. All¨ª permanece todav¨ªa intacto Puchades, rubio, con la trencilla de cordones sobre el estern¨®n, la frente alta, como un h¨¦roe inasequible. Se dec¨ªa que hab¨ªa sido segador de arroz, que calzaba el 46 de zapatos, lo que le permit¨ªa dormir de pie cuando en la mili hac¨ªa guardia de noche en la puerta del cuartel. Un d¨ªa lo sorprend¨ª de paisano paseando por el jard¨ªn de Viveros. No lo acompa?aba ning¨²n halo que lo distinguiera de los dem¨¢s mortales, incluso me pareci¨® que su delgadez no se correspond¨ªa con la fortaleza que exhib¨ªa en el campo. Pero durante mucho tiempo permaneci¨® en mi mente como un ideal de fuerza e integridad moral.
Puede que el f¨²tbol fuera entonces el hueso que el franquismo daba a roer a las masas para que olvidaran el grado de humillaci¨®n en que viv¨ªan, pero Puchades era la s¨ªntesis de esa teor¨ªa de Plat¨®n de que a este mundo hemos venido a recordar las ideas celestes que ya sab¨ªamos antes de nacer. Un d¨ªa le pregunt¨¦ a un compa?ero de colegio, natural de Sueca, el pueblo natal del futbolista, c¨®mo se divert¨ªa en verano. ¡°En Sueca en verano nos divertimos viendo desayunar a Puchades en el bar y cuando termina, aplaudimos¡±, me respondi¨®.
2013. Hoy en este pa¨ªs descoyuntado el patriotismo huele a linimento, puesto que, al parecer, el sentimiento de unidad solo lo vertebran mediante una pasi¨®n colectiva algunos h¨¦roes del deporte. Sus victorias obligan a izar una y otra vez la bandera espa?ola al comp¨¢s del himno nacional en cualquier parte del mundo, hasta el punto que la pol¨ªtica parece un oficio innoble si se compara con la est¨¦tica del triunfo deportivo en las canchas. Hace poco Pep Guardiola se present¨® en rueda de prensa ante cientos de periodistas y c¨¢maras de televisi¨®n como entrenador del Bayern de M¨²nich. Sin darle demasiada importancia respondi¨® con toda naturalidad a las preguntas que le formulaban. Lo hizo correctamente en cinco idiomas, alem¨¢n, ingl¨¦s, italiano, catal¨¢n y castellano. Poco despu¨¦s Rafa Nadal, al ser eliminado en el primer partido del torneo de tenis de Wimbledon, se limit¨® a decir que perdi¨® porque hab¨ªa jugado peor que el adversario. No ech¨® la culpa a la hierba ni a la lesi¨®n de la rodilla. Tampoco puso excusas el entrenador Vicente del Bosque al ser derrotado en la final de la copa de Corporaciones en Maracan¨¢.
Si se compara esta actitud con la de nuestros pol¨ªticos se llega a la conclusi¨®n de que algunos deportistas de elite son el ¨²nico ejemplo moral que le queda a este pa¨ªs. Como los anteriores presidentes del gobierno, tambi¨¦n Rajoy se presenta en Bruselas y en Berl¨ªn sin saber idiomas, incluso balbuciendo en castellano. Ante cualquier dificultad econ¨®mica echa la culpa a la herencia recibida o comienza a buscar una gatera para escapar. Las r¨¢fagas de Pedrosa, Marc M¨¢rquez y Lorenzo en las curvas del circuito a 300 por hora, la naturalidad con que se levantan despu¨¦s de las ca¨ªdas para subirse de nuevo a la motocicleta y seguir compitiendo, he aqu¨ª el espejo. Seg¨²n Plat¨®n, aprender consiste en recordar. Entonces aquellos cromos envolv¨ªan a los h¨¦roes con el perfume de linotipia. Los ni?os establecen ahora los mismos ritos para los nuevos mitos bajo la luz iridiscente, magm¨¢tica del plasma en tabletas y consolas. Solo que los h¨¦roes hoy en el plasma ya no tienen aroma.
Babelia
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