El sepulcro de la discordia
Un creciente n¨²mero de protestantes sit¨²a en la Tumba del Huerto el ¨²ltimo descanso de Cristo El lugar est¨¢ a 600 metros del fijado por la tradici¨®n cat¨®lica
Seg¨²n dice la Biblia, ¡°en el lugar donde fue crucificado hab¨ªa un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual todav¨ªa no hab¨ªan sepultado a nadie¡±. Hay de hecho en Jerusal¨¦n un huerto con una tumba, y dentro de ella dos c¨¢maras. El umbral es tan peque?o que el visitante debe encorvarse para pasar a su interior. En la habitaci¨®n m¨¢s profunda yacen tres nichos. Sobre el del centro hay una cruz bizantina pintada en carmes¨ª en la pared, con unas iniciales que rezan ¡°Jes¨²s Cristo, Alfa y Omega¡±. Cerca del sepulcro se encuentra un promontorio en cuya ladera se pueden adivinar los ojos y la boca de lo que se asemeja a una calavera. Son estos indicios suficientes para que una cantidad creciente de peregrinos protestantes consideren que este huerto es el lugar al que aquella cita del evangelio de Juan se refer¨ªa, calvario y sepultura de aquel a quien en el cambio de era se conoci¨® como Jes¨²s de Nazaret.
La Tumba del Huerto se halla 600 metros al norte de la iglesia del Santo Sepulcro, que la tradici¨®n cat¨®lica y ortodoxa defienden como calvario real. La nueva sepultura la encontr¨® en 1867 un campesino que descubri¨® en su interior tierra y restos humanos. Por aquel entonces el imperio otomano hab¨ªa abierto Palestina a peregrinos extranjeros. Muchos protestantes hab¨ªan llegado a Jerusal¨¦n para encontrarse con un Santo Sepulcro ca¨®tico, sucio y ruidoso, en permanente disputa y constante algarab¨ªa. No pod¨ªa haber lugar m¨¢s lejano a la sobriedad que buscaba su fe reformista. Fue proverbial para ellos el descubrimiento de aquella tumba fuera de los muros de la ciudad vieja. Los evangelios mencionan como lugar de la crucifixi¨®n el G¨®lgota, o ¡°lugar de la calavera¡±. Seg¨²n la tradici¨®n jud¨ªa y romana, una crucifixi¨®n no pudo producirse intramuros, y, al fin y al cabo, el Santo Sepulcro se halla dentro de los muros de la ciudad.
El contraste entre el Santo Sepulcro y la recoleta Tumba del Huerto no puede ser mayor. ¡°Solo reconocemos esta sepultura, la otra no la visitaremos¡±, dec¨ªa recientemente en el recinto descubierto en el siglo XIX uno de los miembros de un grupo evang¨¦lico brasile?o, con una actitud entre iluminada y desafiante. En 2012 visitaron este lugar 260.000 personas. Son en su mayor¨ªa protestantes que huyen del viejo sepulcro y el trasiego de turistas y monjes en constante procesi¨®n. Consagrada por la emperatriz Helena en el siglo IV, es una iglesia en permanente tensi¨®n, su control se lo dividen entre seis comuniones, la cat¨®lica y varias ortodoxas, que chocan con frecuencia y no se han puesto de acuerdo ni sobre d¨®nde mover una escalera que desde el siglo XIX reposa en la fachada sobre un port¨®n.
¡°Nosotros no decimos que esta o aquella tumba sea la correcta, no proclamamos que este sea el ¨²nico lugar verdadero donde muri¨® y resucit¨® Jes¨²s¡±, explica Stephen Bridge, subdirector de la Tumba del Huerto, que una asociaci¨®n brit¨¢nica compr¨® en 1894 por 2.000 libras de la ¨¦poca. ¡°Sin embargo, este recinto cumple con varios requisitos hist¨®ricos, sobre todo el de que el lugar de la crucifixi¨®n se hallara fuera de las murallas. La Biblia dice adem¨¢s que la tumba de Jos¨¦ de Arimatea no estaba lejos de ese punto¡±.
A la Tumba del Huerto se la conoce tambi¨¦n como Calvario de Gordon, en honor al general brit¨¢nico Charles Gordon, quien en peregrinaje a Tierra Santa a finales del XIX investig¨® sobre el G¨®lgota y la verdadera tumba de Jes¨²s. Muchos otros peregrinos brit¨¢nicos ya hab¨ªan tratado de buscar un sepulcro alternativo, pero fue el carism¨¢tico Gordon, h¨¦roe de grandes gestas b¨¦licas en China, quien le dio a este huerto un marchamo de legitimidad al proclamar que junto al nuevo G¨®lgota hab¨ªa una tumba que bien podr¨ªa ser la de Jos¨¦ de Arimatea. No era una afirmaci¨®n cualquiera. Jos¨¦, de quien San Mateo dice que era ¡°un hombre rico convertido disc¨ªpulo de Jes¨²s¡±, fue, seg¨²n la tradici¨®n medieval, quien llev¨® el cristianismo a tierras brit¨¢nicas, primer custodio del Santo Grial.
¡°Gordon y otros peregrinos protestantes de la ¨¦poca vinieron a Jerusal¨¦n con ideas modernas, dispuestos a desafiar los dogmas y las ideas preestablecidas de la tradici¨®n cristiana cat¨®lica y ortodoxa. Y con esa independencia decidieron que, seg¨²n sus criterios hist¨®ricos y par¨¢metros cient¨ªficos, hab¨ªan encontrado un mejor candidato a Santo Sepulcro que el que se ven¨ªa venerando desde hac¨ªa siglos¡±, explica Seth Frantzman, profesor en la universidad de Al Quds y autor de un estudio sobre el general Gordon.
Pero ?acaso son estos muros eternos? Seg¨²n una investigaci¨®n del padre franciscano Virgilio Corbo, arque¨®logo del Santo Sepulcro, la muralla que rodea esta parte de la ciudad fue construida por Herodes Agripas entre los a?os 41 y 44. Cuando Jes¨²s fue enterrado cerca del a?o 30, este ¨¢rea estaba fuera de la ciudad, en un jard¨ªn, seg¨²n Corbo. Adem¨¢s, cuando Helena encontr¨® el lugar del Sepulcro, en el a?o 326, hab¨ªa habido una sucesi¨®n ininterrumpida de obispos que guardaron la tradici¨®n de que aquel era el punto de la muerte de su mes¨ªas, a pesar de la construcci¨®n en el lugar de un templo a Venus, cuando el emperador Adriano rehizo Jerusal¨¦n a semejanza de una ciudad romana tras la destrucci¨®n de Tito y Vespasiano.
La idoneidad de la Tumba del Huerto ha sido puesta en duda por varios estudiosos. El arque¨®logo Gabriel Barkay investig¨® el lugar del nuevo sepulcro en 1974 y lleg¨® a la conclusi¨®n de que, por su trazado y situaci¨®n, la tumba corresponde en realidad a la Edad de Hierro, entre los siglos ocho y siete antes de Cristo.
Hoy, la placidez del huerto sigue atrayendo a muchos peregrinos, sobre todo evang¨¦licos y mormones. A quienes gestionan ese templo ni siquiera parece importarles la veracidad f¨ªsica de un lugar que apela a las creencias, m¨¢s que al historicismo. ¡°Nuestra fe no depende de la exactitud de un lugar¡±, asegura el padre franciscano Fergus Clarke, custodio en el monasterio del Santo Sepulcro. ¡°Para quien no tiene fe, una tumba vac¨ªa en Jerusal¨¦n no significa nada¡±.
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