Todos los sue?os rotos
Estos j¨®venes de hoy no han conocido la oscuridad, pero est¨¢n machacados, tienen el horizonte cerrado
A?o 1973. Los progresistas de anta?o se reconoc¨ªan entre ellos en la calle por la forma de vestir, trenca con capucha y trabillas de hueso, camisa de le?ador, chirucas o zapatones de pisar charcos, chaquetas color miel de pana rayada, nunca de pana dulce. Luc¨ªan tambi¨¦n ornamentos capilares, melena, patillas de hacha o barba ritual. El atuendo ten¨ªa sus complementos: la revista Triunfo bajo el brazo, Hermano Lobo o Por Favory el diario El Pa¨ªs de los primeros a?os, hasta la llegada de los socialistas al gobierno. No se distingu¨ªan por su arrojo pol¨ªtico; en general, frente a la dictadura prefer¨ªan el sarcasmo a jugarse el pellejo con los guardias. Adoraban las sillas de enea, las alfombras de esparto y la cer¨¢mica popular; beb¨ªan tinto, pero todav¨ªa no hablaban de a?adas ni sab¨ªan si el vino romp¨ªa en boca o ten¨ªa retrogusto. Ese vocabulario llegar¨ªa con el desencanto, a?os despu¨¦s, cuando se perdieron los ideales.
Ellas eran m¨¢s valientes, m¨¢s arriesgadas. Ven¨ªan breadas por una lucha personal que buscaba primero la propia liberaci¨®n frente al machismo y el autoritarismo del padre. Se implican en la batalla pol¨ªtica con un proselitismo de piel, hasta el punto que no hab¨ªa forma de ligar con cualquiera de ellas si no pertenec¨ªas a la tribu. Llevaban botas altas, jersey de grano gordo o minifalda vaquera con blusa de algod¨®n, bajo la cual dejaban bailar los pechos sin sost¨¦n libremente.
Los progres de manual eran gentes con estudios, la mayor¨ªa estaba o hab¨ªa pasado por la universidad, los m¨¢s apreciados sol¨ªan ser publicistas, inform¨¢ticos, cineastas, fot¨®grafos, arquitectos e interioristas. Ellas eran profesoras o trabajaban en las multinacionales y se dec¨ªa que alguna hab¨ªa alcanzado un puesto en la direcci¨®n de la empresa, pero normalmente se quedaban de secretarias de confianza de alg¨²n alto ejecutivo.
La extracci¨®n social era determinante. No pod¨ªa decirse que hubiera obreros progres. Un metal¨²rgico de la Perkins o de la Pegasso, un campesino o un minero era simplemente rojo o nada. Tampoco en la universidad los estudiantes excesivamente comprometidos y concienciados encajaban en el dise?o, porque en el boceto del progre hab¨ªa un elemento de frivolidad y erotismo porrero que ahuyentaba a los exiliados o militantes clandestinos, que se tomaban la lucha pol¨ªtica en serio. De hecho un comunista que tuviera una amante era expulsado del partido. Los progres ten¨ªan una ideolog¨ªa de izquierdas, aunque tambi¨¦n los hab¨ªa liberales furiosos, que en el fondo cre¨ªan que era m¨¢s explosivo el c¨®ctel Manhattan, wiski con verm¨² rojo, que el c¨®ctel Molotov y pensaban que el triunfo de la revoluci¨®n social tambi¨¦n consist¨ªa en llevarse a una de aquellas chicas de cara lavada a Oliver y despu¨¦s a la cama. Algunos troskoer¨®ticos se fundieron con el hipismo, ensayaron la comuna y probaron el intercambio de pareja. Este hedonismo era tambi¨¦n una frontera. No lograron la ruptura pol¨ªtica, pero hicieron suya la ruptura en el placer.
La derecha los zahiri¨® hasta el escarnio, pero a esa generaci¨®n de progres, muchos de ellos hijos de vencedores en la guerra, le debe este pa¨ªs la libertad y la democracia. Ven¨ªan de las tinieblas, fueron los primeros en viajar, en estudiar masters en Harvard y al principio ocuparon puestos de subdirectores generales t¨¦cnicos en la administraci¨®n del estado estando todav¨ªa los franquistas en el aparato y luego se incorporaron a las filas de UCD y del socialismo, ocuparon las instituciones y terminaron por trasformar el pa¨ªs. Finalmente los sue?os de aquella generaci¨®n se fueron al diablo.
Tambi¨¦n en esta serie...
A?o 2012. Dejemos a un lado las deserciones y el desencanto, que llegaron con la barriga incipiente y las primeras canas, cosa que sucedi¨® cuando los progres fueron sustituidos por las tribus urbanas de la movida cuyos escombros est¨¦ticos dieron paso a la legi¨®n de pijos de pelo pegado, ropa de marca, llav¨ªn de la Yamaha rodando sobre un dedo en la puerta de la discoteca Pach¨¢, pelotazos con bonos basura y panteras de pl¨¢stico que serv¨ªan copas en las terrazas.
Se trata de saber si aquella especie humana que fueron los progres de los a?os setenta subsiste hoy bajo una forma renovada, puesta al d¨ªa. La diferencia es sustancial. En la acampada del 15- M en la Puerta del Sol era enternecedor contemplar con qu¨¦ fervor nost¨¢lgico algunos setentones, progres revenidos, se involucraban en la lucha de estos j¨®venes indignados. Tambi¨¦n era pat¨¦tico ver a algunos l¨ªderes de partidos de izquierda tratando de pescar en ese caladero para apropiarse de sus consignas.
Estos j¨®venes de hoy no han conocido la oscuridad, pero est¨¢n machacados, tienen el horizonte cerrado, la derecha les ha comido la moral, la huida por cualquier gatera al extranjero es la alternativa al paro, se mueven entre la tentaci¨®n de la violencia y el des¨¢nimo, rodean el Congreso de los Diputados, se enfrentan a los desahucios, pueden quemar contenedores despu¨¦s de una manifestaci¨®n apaleada, pero los m¨¢s l¨²cidos saben que m¨¢s all¨¢ del c¨®ctel Molotov no hay nada y solo esperan un l¨ªder, un proyecto, una frase, una imagen, que cohesione esta pasi¨®n colectiva y trasforme su c¨®lera en algo determinante para cambiar el mundo o su vida.
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