Exorcistas contra todo mal
El cardenal Rouco Varela prepara a ocho nuevos combatientes del demonio en Madrid y se cuadruplica la oferta de especialistas en Espa?a
Rondando el comienzo del siglo XXI s¨®lo exist¨ªa un exorcista oficial en Espa?a. El a?o pasado hab¨ªa cuatro. En el a?o trece ¡ªmal n¨²mero¡ª crece la competencia, o, si queremos, el servicio. El cardenal Rouco Varela, ha promovido la formaci¨®n de ocho m¨¢s, uno por vicar¨ªa en su di¨®cesis de Madrid. El maligno acecha. Atentos.
No parece que las prioridades un tanto esot¨¦ricas de Rouco vayan muy al d¨ªa con los mensajes del nuevo papa Francisco. Mientras ¨¦ste gira por el mundo, y m¨¢s en esa mina que no se puede perder para la fe cat¨®lica que es Am¨¦rica Latina, tratando de poner al d¨ªa un discurso oficial propio del medievo, encarando asuntos como el de la homosexualidad, los preservativos o prepar¨¢ndose para la limpieza de la curia, en Espa?a parece que los tiempos se paran. M¨¢s, si cabe.
Pero Bergoglio cree en el diablo. Y as¨ª lo ha dejado dicho, seg¨²n don Benito, dean de la catedral de Oviedo. Eso le sirve para justificar, seg¨²n ¨¦l, que al fin y al cabo, no le separan tantas cosas de Ratzinger o incluso de Juan Pablo II. ¡°El demonio existe¡±, suelta para empezar don Benito. Punto.
Y ¨¦l ha podido comprobarlo directamente, nos comenta, con alg¨²n caso de posesi¨®n, levitaciones y espumarajos aparte, cuando ha citado a sus pobres almas ajenas a Dios cuid¨¢ndose con el crucifijo escondido en el bolsillo del pantal¨®n. ¡°?Qu¨¦ tienes ah¨ª? ?Qu¨¦ tienes ah¨ª?¡±, le sueltan notando las vibraciones.
Adem¨¢s de llevar el orden diario de la catedral asturiana y centrarse en su cometido de sacerdote penitenciario, el arzobispo le ha encomendado los exorcismos. Hay demanda. Lo de Madrid le llama la atenci¨®n: ¡°Parece que el diablo anda suelto por all¨ª, como vulgarmente se dice¡±, comenta sentado en su austero despacho de la sacrist¨ªa, aquel lugar de donde sali¨® el encargado a quien Clar¨ªn brinda un repulsivo cierre de La Regenta con un pegajoso beso de sapo en la boca de Ana Ozores.
Lo de la org¨ªa demoniaca que nos ata?e parece que ha aumentado con la avalancha de inmigrantes, sostienen en algunos lugares sin querer parecer xen¨®fobos. Con la llegada principalmente de latinoamericanos prolifer¨® el n¨²mero de pr¨¢cticas de brujer¨ªa, sectas, iluminaciones varias y todo tipo de competencia. Existen multitud de casos que se acercan a pedir ayuda, posteriores a una sesi¨®n de espiritismo, por ejemplo.
Lo comenta Jos¨¦ Antonio Fortea, que durante bastante tiempo fue el ¨²nico ejerciente en Espa?a. Lo hace en un paseo por Alcal¨¢ de Henares, donde trabaja en una de sus parroquias. Lo de Fortea no es una entrevista, que quede claro. Es un paseo de consulta a 40 grados a la sombra por el pueblo donde ejerce y donde a cada paso le paran: unos por gusto y otros porque acaban de ver una pel¨ªcula de exorcistas y quieren comentarla. ¡°No es el g¨¦nero que m¨¢s me gusta. En casa del herrero¡¡±.
Si ha pretendido con el periplo de hora y media extirparme al maligno, ¨¦ste se me ha derretido en el trayecto. Autor de varios libros sobre el asunto, Fortea, que comienza hablando de periodismo y acaba conversando sobre Bach y las bandas sonoras, atiende al menos 400 casos al a?o.
Es dif¨ªcil discernir. ¡°La mayor¨ªa son s¨ªntomas que debemos desviar al psic¨®logo o al psiquiatra. Despu¨¦s est¨¢n las ansiedades y tambi¨¦n los que vienen con todo el numerito de las pel¨ªculas ensayado, salvo darle la vuelta a la cabeza. Pero de esos 400 casos, alrededor de cuatro s¨ª que se deben a una clara posesi¨®n¡¡±, afirma. ¡°Nosotros somos el ¨²ltimo reducto".
Fortea, dice, ha sufrido ¡ªy sufre¡ª ¡°la tentaci¨®n del racionalismo¡±. Pero cuando ha tenido que jug¨¢rsela con alg¨²n pose¨ªdo a punto de morir estrangulado se ha visto obligado a admitir que existen cosas inexplicables para la ciencia. La diferencia con ciertas enfermedades mentales y una buena patada a Belceb¨² es que las primeras pueden ser interminables, mientras que un pose¨ªdo bien tratado, no tarda en readaptarse al medio, comentan ambos miembros del gremio.
Cuando todo ha fallado, cuando desde la medicina, a la brujer¨ªa, cualquier cosa, ha fracasado, muchos conf¨ªan en un exorcismo. Tanto el padre Benito como Fortea aplican el protocolo. Piden que lleguen acompa?ados de alguien, se les examina, se les pregunta y si ven claros s¨ªntomas comienza el combate: ¡°Cuando alguien est¨¢ pose¨ªdo no habla con su voz, ataca, blasfema, se le salen los ojos de las ¨®rbitas, se rebela contra la oraci¨®n, es un sufrimiento terrible¡±, aseguran. Y un riesgo. F¨ªsico.
Ambos creen en el poder del maligno porque creen en Dios y as¨ª lo ha determinado. ¡°No es un mito, es el ¨¢ngel ca¨ªdo¡±, afirma don Benito. Fortea, m¨¢s te¨®rico y hoy doctorando sobre el tema con una tesis que prepara entre Roma y Alcal¨¢, torea a gusto los innumerables matices con los que esta sociedad ¡°secularizada¡± domina la multiplicidad de significados. Hablar sobre el mal con ellos puede acabar siendo un galimat¨ªas. ?Lo tienen bien diagnosticado? ¡°Existe el bien, pero no tiene por qu¨¦ existir el mal, seg¨²n las doctrinas¡±, comenta Fortea. ¡°La Iglesia no puede absolver al pecado, pero s¨ª al pecador¡±, dice don Benito. Son aristas, a su entender, importantes.
La proliferaci¨®n de exorcistas ante la demanda imperante no tiene que ver con la rabia o la desgracia que generan estos malos tiempos. Viene de m¨¢s all¨¢, afirman tanto Fortea como el padre Benito. Colocan el origen en los a?os que Espa?a empez¨® a experimentar, seg¨²n ellos, un declive cristiano. Algo llama la atenci¨®n: resulta indiscutible la ecuaci¨®n desesperaci¨®n m¨¢s b¨²squeda de soluciones ajenas a la ciencia o la raz¨®n.
Tampoco ellos mismos aciertan a entender lo que no quieren llamar expansi¨®n del mal. Son t¨¦rminos relativos, se miren como se miren. ?Qu¨¦ es el mal?, insistimos. ¡°Convengamos que aquello que persevera en su acci¨®n hasta el final, sin muestra de arrepentimiento. Hitler, sin ir m¨¢s lejos¡±, asegura Fortea. ¡°Matar inocentes, el aborto¡±, cree don Benito.
Otro asunto es la posesi¨®n. Que se personaliza en casos concretos y sin estad¨ªsticas. Que afecta a j¨®venes, hombres, mujeres, agn¨®sticos y creyentes por igual. Pero que, seg¨²n ellos, con sus m¨¦todos de batalla contra el demonio, acaba cur¨¢ndose. ¡°Se cura, se cura¡ Puede llevar d¨ªas, meses, a veces a?os, pero se cura. Es otra de las diferencias con ciertos males psiqui¨¢tricos y que por tanto no son posesi¨®n, porque esos pueden ser cr¨®nicos¡±, comenta Fortea.
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