Atiq Rahimi, cine contra el espanto
El escritor y director afgano exiliado en Par¨ªs explica c¨®mo y por qu¨¦ adapt¨® para la gran pantalla su cuarto libro Con ¡®La piedra de la paciencia' gan¨® el premio Goncourt
Atildado, elegante, con el sombrero bien calado. Atiq Rahimi (Kabul, 1962) pasea por Par¨ªs destilando majestuosidad. De buena cuna (padre gobernador cuando en Afganist¨¢n hab¨ªa rey), educado en el Liceo Franc¨¦s de Kabul, su vida cambi¨® cuando huy¨® del ej¨¦rcito sovi¨¦tico a trav¨¦s de las monta?as y se adentr¨® en los mundos literarios que acabaron poblando sus novelas. Su familia fue diezmada por los mujaidines, ¨¦l se convirti¨® en exiliado pol¨ªtico en su Francia de adopci¨®n. Hoy, las cosas han cambiado mucho: Rahimi gan¨® el premio Goncourt ¡ªla m¨¢s prestigiosa de las recompensas literarias en Francia¡ªcon La piedra de la paciencia, su cuarto libro, y el segundo que ¨¦l mismo dirige en la versi¨®n cinematogr¨¢fica que ayer se estren¨® en Espa?a. ¡°Perm¨ªteme la broma: llevo los libros al cine para saber por qu¨¦ los escrib¨ª. ?Si obtuve la respuesta? Claro, por eso estamos aqu¨ª¡±. Bien, ?y cu¨¢l era esa respuesta? ¡°Escrib¨ª la novela para hacer una pel¨ªcula¡±. Y Rahimi r¨ªe, jaleando su propia travesura.
Ya m¨¢s serio, explica: ¡°Cuando uno escribe, crea personajes, y no sabe de d¨®nde vienen. Nacen del subconsciente. Pero con una pel¨ªcula, debes dominar esos personajes. Porque llega el actor, te pregunta y tienes que darle una respuesta; lo mismo el decorador, el iluminador¡ Debes responderles y ah¨ª entiendes las cosas que escribiste. Cada arte saca distintos sentimientos. La pel¨ªcula me dej¨® dar m¨¢s recorrido a la ambig¨¹edad de la protagonista. En un libro hay que explicarlo, analizarlo, buscas palabras que expliquen los sentimientos. En el cine debes concretarlo, retratarlo, dar con los sentimientos que correspond¨ªan a las palabras. Es un movimiento inverso¡±. De ah¨ª que sintiera que necesitaba tocar a la mujer protagonista: ¡°En mi novela el narrador describe y la chica habla. En el filme, el punto de vista es ya el femenino, lo que permite que salgamos a otros personajes¡±.
La piedra de la paciencia est¨¢ protagonizada por una joven que, abandonada por todo el mundo, se queda sola en su casa cuidando de su marido, en coma tras recibir un balazo en el frente en mitad de una batalla. No se dice el lugar, es sencillamente un pa¨ªs isl¨¢mico. No conocemos los nombres de los personajes. S¨ª sabemos que llevan diez a?os casados, y que en esas tres semanas ella le est¨¢ contando m¨¢s cosas que en toda la d¨¦cada anterior, vomit¨¢ndole sus sentimientos. ¡°Busqu¨¦ a Jean-Claude Carri¨¨re, porque es un excepcional guionista y porque conoce el fars¨ª ¡ªlengua en la que se habla en el filme¡ª, y la literatura de esta cultura, porque su mujer es persa. Yo escrib¨ª la novela en franc¨¦s¡ porque la primera frase me sali¨® as¨ª. Sigue en ese idioma para entender porqu¨¦ no lo hac¨ªa en mi lengua materna, y descubr¨ª que mi subconsciente estaba huyendo de la autocensura que me provoca el fars¨ª¡±.
Pero el cine empuja a un decorado preciso, a una realidad. ¡°Efectivamente, volv¨ª al persa. Este arte te impone la Historia con may¨²sculas, y el aspecto pol¨ªtico del cine entra as¨ª en la pantalla: no puedes escapar de la Historia. Mis productores se plantearon hacerla en ingl¨¦s¡ Pero Carri¨¨re me dijo: ¡®?C¨®mo iba a hablar un mul¨¢ en ingl¨¦s!¡¯. Una contradicci¨®n en la que otros ni hubieran reparado. Es como el personaje de la mujer. Yo no la escrib¨ª: ella me dirigi¨®, era su reh¨¦n. Tuve que cambiar de idioma, de sexo¡ En fin, cuando lleg¨® la pel¨ªcula ya hab¨ªa vivido esa experiencia, y encima cont¨¦ con una actriz tan libre y grande como Golshifteh Farahani. El libro es femenino, la pel¨ªcula es masculina; la novela es muy pol¨ªtica, el filme es m¨¢s social. Cambi¨¦ en el proceso¡±.
En medio de un pa¨ªs desgarrado, de unos personajes moribundos, a¨²n hay sitio para la esperanza: ¡°Afganist¨¢n, mi patria, es un lugar raro, dif¨ªcil, misterioso, complejo, contradictorio. Y eso forma parte de su encanto. Ha tenido civilizaciones colosales, alberg¨® la cultura grecobudista, que solo se dio en mi pa¨ªs¡ Y todo eso est¨¢ ah¨ª. Cuando voy all¨ª, me pregunto para qu¨¦ he ido. Cuando estoy en Francia, lo extra?o. Me ocurre porque es una naci¨®n imposible¡±.
El escritor y cineasta colabora en Kabul en el canal de televisi¨®n Tolo TV, imparte talleres de guion, da clases de documental¡ ¡°Albert Camus describi¨® a un hombre que destruye su casa y quema su cosecha solo por el esfuerzo de no cortar el trigo. De alguna manera as¨ª es Afganist¨¢n, con su elemento autodestructivo, tal vez porque no hemos encontrado nuestro lugar en el mundo ni en la historia. Por eso se da el desgarro, y no existe una unidad nacional y cultural. A Afganist¨¢n se le ama y se le odia¡±.
A pesar de autoadaptarse continuamente, no tiene claro que vuelva a hacerlo con su ¨²ltimo trabajo, Maldito sea Dostoievski. ¡°Es cuesti¨®n de un proyecto art¨ªstico. Llevo la historia hasta el l¨ªmite, explorando todas sus posibilidades. De Tierra y cenizas hice libro, obra de teatro, pel¨ªcula¡ y hasta una ¨®pera. Incluso hice varias pinturas¡ Otros hacen camisetas y chapas [risas]. Yo me implico en las versiones si siento que puedo descubrir facetas nuevas de mis historias. Porque la verdad es muy compleja y no se puede abarcar con una primera mirada¡±.
Vida, obra, premios
Estudi¨® en el Liceo francoafgano de Kabul, y Literatura en la universidad de esa misma ciudad.
En 1984 la guerra le oblig¨® a refugiarse en Pakist¨¢n, desde donde pidi¨® y obtuvo asilo pol¨ªtico en Francia. A partir de entonces vive y trabaja en Par¨ªs. Se doctor¨® en Comunicaci¨®n Audiovisual en La Sorbona.
Por su versi¨®n cinematogr¨¢fica de la novela Tierra y cenizas, que tambi¨¦n dirigi¨®, recibi¨® el Premio de la mirada hacia el futuro en el Festival de Cannes 2004. En 2008 gan¨® el premio Goncourt con su libro La piedra de la paciencia (Siruela).
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.