Joan Matabosch: Un gestor de prestigio sin ansias divistas
El transformador del Liceo de Barcelona llega al Teatro Real para suceder al director Gerard Mortier
Cuando Albin H?nseroth fich¨® como dramaturgo y asistente de la direcci¨®n art¨ªstica a Joan Matabosch (Barcelona, 1961), a principios de los a?os noventa, el Gran Teatro del Liceo estaba viviendo una profunda transformaci¨®n en una Barcelona embriagada por el ¨¦xito de los Juegos Ol¨ªmpicos. Matabosch era entonces un joven periodista y cr¨ªtico de ¨®pera que clamaba contra las miserias de un teatro anclado en el pasado, m¨¢s famoso por el brillo social de sus funciones y la presencia de grandes voces que por la calidad de sus espect¨¢culos. Con H?nseroth aprendi¨® el oficio y comenz¨® a tejer una red de contactos con los gestores y agentes art¨ªsticos m¨¢s influyentes del circuito oper¨ªstico europeo. Cuando en 1996 se convirti¨® en director art¨ªstico, Matabosch continu¨® la l¨ªnea art¨ªstica iniciada por su mentor y se entreg¨® en cuerpo y alma al objetivo de transformar el viejo Liceo en un teatro moderno capaz de ganar protagonismo en la escena internacional sin renunciar a sus ra¨ªces. Y lo ha conseguido manteniendo con pulso firme una l¨ªnea art¨ªstica que combina tradici¨®n, modernidad y provocaci¨®n. El secreto de su ¨¦xito radica en el h¨¢bil equilibrio logrado en sus temporadas, en las que el riesgo que asume al presentar los m¨¢s audaces y provocadores montajes teatrales, queda compensado por el desfile de los divos m¨¢s cotizados del momento.
Serio y detallista en el trabajo, m¨¢s bien t¨ªmido en sus aparaciones p¨²blicas y poco amigo de la parafernalia social, las funciones de gala y las servidumbres pol¨ªticas, Matabosch posee una cultura oper¨ªstica extraordinaria, pero ni presume de ello, ni busca protagonismos medi¨¢ticos ni tiene tentaciones divistas: mantiene la vanidad a raya y le gusta el trabajo en equipo y valora la lealtad de sus colaboradores m¨¢s cercanos. Tambi¨¦n es astuto, sabe plantar cara a las injerencias pol¨ªticas en cuestiones art¨ªsticas y ha sobrevivido, no sin fricciones, a tres directores generales en su larga carrera en el Liceo. A nivel internacional, su eficaz labor como presidente de ?pera Europa, la Asociaci¨®n Europea de Teatros de ?pera, ha aumentado su prestigio como gestor solvente, honesto y fiable que ante los se?uelos del negocio del ocio antepone la misi¨®n de un teatro p¨²blico como motor de reflexi¨®n cultural.
Frente al p¨²blico m¨¢s conservador, el que siempre exige t¨ªtulos del gran repertorio, Matabosch nunca ha bajado la guardia, manteniendo viva la tradici¨®n liceista y su pasi¨®n por las grandes voces. De hecho, hasta sus m¨¢s furibundos detractores reconocen que, incluso en tiempos de crisis, el Liceo sigue ofreciendo repartos de lujo. Basta echar un vistazo a la temporada que se inicia el pr¨®ximo 30 de septiembre para comprobarlo: Joyce DiDonato, Diana Damrau, Ewa Podles, Leo Nucci, Juan Diego Fl¨®rez, Jos¨¦ Bros, Dolora Zajic, Klaus Florian Vogth actuar¨¢n en los principales montajes, pero el desfile de divos incluye en conciertos y recitales a Angela Gheorghiu, Jonas Kaufmann, Philippe Jaroussky, Anja Harteros, Nina Stemme y Edita Gruberova.
Ganada la batalla de las voces -con Matabosch, h¨¢bil negociador que sabe conquistar a los divos con propuestas atractivas, en el Teatro Real no faltar¨¢n nunca estrellas de la ¨®pera- el gestor catal¨¢n ha concentrando su lucha en la renovaci¨®n de las dramaturgias y la ampliaci¨®n del repertorio. Normaliz¨® a los grandes cl¨¢sicos del siglo XX, desde Britten y J¨¢nacek a Ligeti, pasando por Korngold, Dukas, Szymanovsky o Henze, pero tambien abri¨® espacio al barroco, con especial atenci¨®n a H?ndel y Monteverdi. Pero donde ha librado, y sigue librando, las batallas m¨¢s duras es en la revisi¨®n del gran repertorio -Mozart, Wagner, Verdi, Puccini y Strauss- a trav¨¦s de las m¨¢s radicales y pol¨¦micas puestas en escena del momento: desde el c¨¦lebre Un ballo in maschera firmado por Calixto Bieito a las lecturas m¨¢s innovadoras de Peter Konwitschny, Stefan Herheim, Cristof Loy, Robert Carsen, Claus Guth o La Fura dels Baus. Algunos montajes han generado esc¨¢ndalos y levantado ampollas, pero tambi¨¦n han demostrado que la ¨®pera es un espect¨¢culo vivo, un espejo de la realidad.
Ha conseguido mantener a flote una pol¨ªtica de coproducci¨®n con grandes teatros y sellos discogr¨¢ficos que ha multiplicado la presencia del Liceo en el mercado del DVD a nivel internacional. Frente a estos logros, el tal¨®n de Aquiles de su gesti¨®n liceista se encuentra en el foso del teatro, con una orquesta cuyo nivel de calidad no est¨¢ a la altura que precisa un coliseo que a nivel de producciones teatrales y de voces juega en primera divisi¨®n. De hecho, Matabosch, que siempre ha tenido buen olfato en la elecci¨®n de los responsables musicales del teatro -Bertrand de Billy, Sebastian Weigle, Michael Boder y desde esta temporada Josep Pons-, ha privilegiado la dimensi¨®n teatral y vocal de los espect¨¢culos manteniendo la labor orquestal en terrenos m¨¢s discretos. Curiosamente ahora, gracias al proyecto de Josep Pons, la mejora de la calidad de la orquesta del Liceo se ha convertido, por fin, en objetivo prioritario.
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