Un kabuki para espectadores del siglo XXI
El legendario teatro Kabukiza de Tokio resucita con tecnolog¨ªa moderna y obras m¨¢s cortas adaptadas para turistas
Damas ataviadas con floridos kimonos todav¨ªa pueden verse entre los devotos espectadores del Kabukiza, el teatro de Tokio, en el selecto y comercial barrio de Ginza, donde el legendario arte esc¨¦nico del Kabuki atrapa al p¨²blico de Jap¨®n y a quienes les seduce la cultura de ese pa¨ªs. Sentarse en las butacas del Kabukiza es un viaje en el tiempo. El viejo teatro inaugurado en el siglo XIX sobrevivi¨® a incendios y terremotos, pero fue demolido en 2010. Tras un par¨¦ntesis de obras, ha resucitado hace pocos meses con esplendor est¨¦tico y nuevas tecnolog¨ªas para hacerlo accesible al p¨²blico del siglo XXI.
Si antes los espectadores extranjeros que no entend¨ªan el arcaico lenguaje de las tramas del kabuki se quedaban prendidos solo en el despliegue visual del espect¨¢culo, ahora pueden captar toda la esencia. Unos auriculares con traducci¨®n en ingl¨¦s (en un futuro habr¨¢ otros idiomas) y unas pantallas t¨¢ctiles con abundantes explicaciones facilitan la inmersi¨®n en las obras, en las que lo festivo, lo tr¨¢gico y lo c¨®mico se unen en una sucesi¨®n de escenas extravagantes y energ¨¦ticas o silenciosas y extremadamente pausadas. Los actores ejecutan acrobacias del mismo modo que aparecen y desaparecen sinuosamente. M¨²sica en directo de flautas, shamisen y tambores taiko acompa?an las evoluciones de los int¨¦rpretes, ataviados con trajes y pelucas llamativas y cuyos gestos y voces remarcan la acci¨®n y sugieren lo que el minimalista escenario no cuenta. Los espectadores a?aden la atenci¨®n y la imaginaci¨®n.
Para captar audiencias nuevas curiosas por la cultura japonesa y un g¨¦nero teatral patrimonio cultural de la Unesco, este Kabukiza tokiota del siglo XXI ha estrenado el ¡°sistema Makumi¡±, que cambia de programaci¨®n cada mes. El Makumi es un aperitivo de teatro kabuki de una hora (un solo acto), y a precios m¨¢s baratos que las tres funciones diarias del espect¨¢culo total. Ya no hace falta pasar m¨¢s de tres horas en un limbo de escenas que solo los m¨¢s entregados pod¨ªan disfrutar hasta el final. En los albores del kabuki los espect¨¢culos pod¨ªan durar desde el atardecer hasta el amanecer.
Fue una mujer, Izumo no Okumi, quien en 1603 organiz¨® las primeras actuaciones de kabuki junto al r¨ªo Kamo, en Kioto. Sin embargo, la tradici¨®n del espect¨¢culo se ha forjado en cuerpos de hombres ¨Cque tambi¨¦n ejecutan papeles de mujer, los onnagata- y en familias de actores que perpet¨²an las historias y las formas cl¨¢sicas. Dos de las grandes figuras del kabuki desaparecieron este a?o, Nakamura Kanzabur? XVIII (promotor de la divulgaci¨®n en Occidente de este g¨¦nero teatral y de su mezcla con otras artes modernas) e Ichikawa Danjuro XII. Los veteranos apuraron hasta el l¨ªmite sus energ¨ªas, interpretando m¨²ltiples papeles. Pero la rueda contin¨²a con las j¨®venes generaciones, que quieren popularizar su teatro y que recupere su atractivo tur¨ªstico.
La cantera del kabuki est¨¢ a llevar su arte a escenarios fuera de Jap¨®n. ¡°Queremos presentar espect¨¢culos en La Scala de Mil¨¢n, la ?pera de Viena o la Metropolitan Opera House de Nueva York¡±, ha asegurado Junichi Sakomoto, presidente de Shochiku, la corporaci¨®n que gestiona el Kabukiza desde 1914.
Shochiku es propietaria y gerente tambi¨¦n de otros teatros en Tokio, Osaka y Kioto. Adem¨¢s, produce pel¨ªculas y filmes de anime. Pero su mayor objetivo es preservar el arte del Kabuki y relanzarlo. ¡°No solo queremos perpetuar un arte tradicional, queremos ponerlo en valor como una atractiva forma contempor¨¢nea de entretenimiento¡±, declar¨® Sakomoto a The Japan Times, en el renacer de su teatro, el pasado abril. Quiere lograr que los 900.00 visitantes anuales de Kabukiza antes del cierre en 2010 pasen mucho m¨¢s del mill¨®n en las pr¨®ximas temporadas.
Y parece que suceder¨¢ a tenor del inter¨¦s del p¨²blico japon¨¦s por recuperar su hist¨®rico teatro, alzado en 1889 y cuyo alma mater fue un periodista y escritor de obras de kabuki, Fukuchi Gen'ichir¨. Tras ser demolido en 2010, el terreno del Kabukiza qued¨® envuelto por andamios y cubiertas blancas. Por fin se abri¨® con toda pompa en abril pasado. Las l¨¢grimas de emoci¨®n que muchos derramaron cuando se cerr¨® eran de alegr¨ªa cuando por fin brot¨® en la vor¨¢gine urbana, colorista y reluciente, tan irreal como un decorado.
El resucitado Kabukiza es un dise?o del prestigioso arquitecto Kengo Kuma. El coliseo est¨¢ adosado a un edificio de 29 plantas, Kabukiza Tower, compitiendo con las torres tokiotas cercanas de la zona de Higashiginza. Es un complejo donde la actividad cultural convive con la de las oficinas contiguas. Se ha conservado el originario dise?o de la fachada que evoca los castillos medievales japoneses y el interior, con una atm¨®sfera entre teatro y templo, luce una alfombra roja con sim¨¦tricos rombos y figuras de p¨¢jaros. Los primeros tres pisos alojan el escenario y las butacas (ahora con m¨¢s espacio), con un aforo de unas 2.000 personas. Se han utilizado modernas tecnolog¨ªas que mejoran la ac¨²stica, la ejecuci¨®n de los espect¨¢culos y la comodidad del p¨²blico. El recinto ha sido adaptado para para personas con movilidad reducida, se han a?adido ascensores y rampas. Y un factor important¨ªsimo, el edificio est¨¢ preparado para resistir terremotos.
Adem¨¢s de mejorar el esplendor de la arquitectura teatral, el Kabukiza cuenta ahora con una sala de exposiciones, restaurantes, tiendas de memorabilia y recuerdos (abanicos, llaveros, postales¡). Adem¨¢s de contemplar de cerca pelucas, kimonos, instrumentos, decoraciones¡ los espectadores se pueden hacer fotos con los ropajes de kabuki, como si fueran actores por un d¨ªa.
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