¡°El Rey caza con ¡®fair play¡±
El c¨®nsul de Espa?a en Puerto Rico participa en el Festival de la Palabra de la isla como dramaturgo
Pregunta.?Deber¨ªamos ser todos m¨¢s diplom¨¢ticos?
Respuesta. Empecemos por aclarar qu¨¦ es la diplomacia. Mucha gente la identifica a¨²n anacr¨®nicamente con la delicadeza, las buenas maneras y las largas veladas sociales surtidas de bebidas exquisitas y damas bien vestidas. En realidad, el trato hoy en la profesi¨®n es mucho m¨¢s directo y con much¨ªsimos menos circunloquios.
P. El Firmin de Lowry, el Fortnum de Graham Greene... ?Por qu¨¦ resulta tan literario el cargo de c¨®nsul?
Perfil
Actual c¨®nsul de Espa?a en Puerto Rico, Eduardo Garrigues (Madrid, 1944), autor de novelas como La dama de Duwisib, ha participado en el Festival de la Palabra de la isla. Le digo que en la recepci¨®n en su residencia en San Juan ech¨¦ en falta el Ferrero Rocher... "?Ah, ah¨ª se ve el estereotipo! Parece que el no va m¨¢s de algo que se tiene por refinado y exquisito es que te lo ofrezcan en una velada diplom¨¢tica".
R. Es una persona que est¨¢ en un pa¨ªs defendiendo los intereses de otro y su funci¨®n y estatus lo capacitan para moverse en los niveles sociales altos. Eso le otorga una aureola de frivolidad y aventura, una mezcla irresistible si se junta con la idea de que es alguien que posee secretos. Mucho son estereotipos, claro.
P. Tambi¨¦n tiene un aura er¨®tica.
R. Eso est¨¢ en relaci¨®n con que se considera que los diplom¨¢ticos nos entregamos con exceso a la vida social. Es cierto que un forastero puede resultar atractivo. Y ha habido embajadores a los que se tuvo que retirar del puesto por tener una inc¨®moda relaci¨®n amorosa, con alg¨²n miembro de una familia real, por ejemplo.
P. No me dir¨¢ nombres, claro, es usted un diplom¨¢tico.
R. Un caso es el de Miguel Primo de Rivera, que, siendo embajador en Londres, tuvo un affaire muy sonado con una mujer de alto rango de la corte inglesa. Le conoc¨ª, un gran cazador. Dec¨ªa muy gr¨¢ficamente que su h¨ªgado le sentaba mal al whisky.
P. Ya que hablamos de cazadores. Usted ha ido en el pasado de safari con el Rey. ?Qu¨¦ le parece la que se ha montado ahora?
R. En aquella ¨¦poca hab¨ªa un especial cuidado en llevar con discreci¨®n y cautela en un tema que, sin ser nada malo, pod¨ªa herir sensibilidades. Ha sido desafortunado que ahora, en circunstancias diferentes, una actividad privada tenga que influir de manera tan desagradable en la opini¨®n p¨²blica.
P. Eso s¨ª es diplomacia.
R. La diplomacia no est¨¢ re?ida con la verdad.
P. ?Qu¨¦ tal es como cazador el Rey?
R. Respetuoso con las reglas. Con fair play. Hubo la posibilidad de tirarle a un animal peligroso, un b¨²falo, desde el coche y no lo hizo. Fue pie a tierra, buscando el t¨² a t¨².
P. M¨¢s se perdi¨® en Cuba. ?Se perdi¨® menos en Puerto Rico?
R. Cuba era m¨¢s provechosa. Puerto Rico era un basti¨®n defensivo. Hoy es un firme baluarte de la lengua espa?ola y un buen puente hacia EE UU. Espa?a deber¨ªa cuidarlo m¨¢s.
P. ?Fue intenso conocer a Idi Amin Dada?
R. Le visit¨¦ varias veces. Ten¨ªa peligro. Era de una simpat¨ªa arrolladora pero no dejabas de sospechar que si abr¨ªas la nevera te encontrar¨ªas con la cabeza de alguno de sus enemigos. En una ocasi¨®n se me ocurri¨® hablarle de Do?ana y se empe?¨® en que le envi¨¢ramos flamencos. Uganda no ten¨ªa esas aves y envidiaba las de Kenia.
P. ?Negro de Banyoles o diputado Power? Usted fue el encargado en 2000 de devolver los restos del guerrero disecado y tambi¨¦n, este pasado abril, los del representante de Puerto Rico en las Cortes de C¨¢diz. ?Vaya aventuras!
R. Me decanto por Power. Aunque soy africanista de coraz¨®n su peripecia vitalme puede.
P. En aquella ocasi¨®n del retorno de Power gan¨® usted la guerra de los uniformes por goleada. ?Levita y sombrero emplumado!
R. Me pareci¨® que el acto justificaba el uso del uniforme de gala. Lo he usado solo cuatro veces. Hube de ponerme a dieta para conseguir meterme dentro. Las medallas no se aguantaban bien porque el pa?o es muy grueso y a pleno sol el calor resultaba espantoso. Al final del d¨ªa yo era como Cenicienta: todo se me desmontaba, el espad¨ªn, las condecoraciones. Pero impresion¨¦ mucho. El comandante del Juan Sebasti¨¢n de Elcano, en el que viajaron los restos, me susurr¨®: "Solo te hacen fotos a ti!¡±. Y el gobernador de Puerto Rico le reproch¨® simp¨¢ticamente al Secretario de Estado: ¡°Te han robado los dulces¡±.
P. ?C¨®mo vivi¨® lo del Negro de Banyoles? ?Vaya marr¨®n!
R. Siempre est¨¢ uno al borde de la aventura. Presentarte en Botsuana como responsable, injustamente, de una atrocidad hist¨®rica era peligroso. Las masas no son controlables. En varios momentos percib¨ª que aquello se pod¨ªa desbordar y que alguien gritar¨ªa ¡°?Muerte al embajador de Espa?a!¡±, con el problema consiguiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.