Los cordiales enemigos de la lectura en el mundo hispanohablante
Los expertos alertan de un mal futuro para el libro en el mundo hispanohablante Piden cambiar la pedagog¨ªa del fomento de la lectura y que Gobiernos y editoriales se al¨ªan El n¨²mero de libros le¨ªdos al a?o por habitante es muy bajo: entre 2 y 5. En Espa?a es de 10
El gran hombre que no quer¨ªa morir.
Este subt¨ªtulo de algunas ediciones de la obra literaria m¨¢s antigua de la humanidad, La epopeya de Gilgamesh, es premonitorio al capturar el esp¨ªritu del libro en general. Treinta y cinco siglos despu¨¦s de aquella obra inaugural de la literatura, el libro est¨¢ abismado ante la incertidumbre de su destino, especialmente en el mundo hispanohablante. Se ha encendido una alarma. Suenan voces advirtiendo que el libro, anal¨®gico o digital, solo sobrevivir¨¢ si hay verdaderos lectores, y que esa estirpe corre el riesgo de extinguirse, si no se modifican y adaptan con urgencia las estrategias de fomento de la lectura. En el centro debe estar el placer de leer frente al uso utilitario con el cual se suele promover el libro. Se lograr¨¢ si Gobiernos e industria editorial unen fuerzas para mejorar y dar estabilidad a los programas educativos y la oferta de t¨ªtulos. Para el escritor colombiano William Ospina, ¡°los m¨¢s cordiales enemigos de la lectura son la academia y la industria editorial¡±.
Los indicadores de lectura en Latinoam¨¦rica oscilan entre dos y cinco libros por habitante al a?o, mientras en Espa?a es de 10, una cifra baja si se compara con los pa¨ªses de su entorno
El futuro est¨¢ en el pasado. Lo dicen desde el presente expertos, acad¨¦micos, escritores, editores y libreros a la luz del VI Congreso Internacional de la Lengua, que empez¨® ayer en Ciudad de Panam¨¢ bajo el lema El espa?ol en el libro: del Atl¨¢ntico al mar del Sur. Pero las estad¨ªsticas son sombr¨ªas: los indicadores de lectura en Latinoam¨¦rica oscilan entre dos y cinco libros por habitante al a?o, revela Fernando Zapata L¨®pez, director del Centro Regional para el Fomento de la Lectura en Am¨¦rica Latina y el Caribe (Cerlalc). La oferta en la regi¨®n alcanz¨® el a?o pasado los 166.000 t¨ªtulos. La situaci¨®n en Espa?a no es mejor, comparada con los pa¨ªses de su entorno: 10 libros de media por habitante al a?o y una oferta de 100.000 t¨ªtulos anuales. Sus estrategias de fomento no son el mejor ejemplo a seguir. El tri¨¢ngulo oferta-venta-lectura no se corresponde. La estrategia ha sido vender libros y no crear lectores. Las ventas en Espa?a han ca¨ªdo a niveles de 2012.
¡°Cuando se lee no se aprende algo, se convierte uno en algo¡±, Goethe.
Las principales causas de la poca penetraci¨®n del libro en los hogares y sus bajos ¨ªndices de lectura tienen que ver con la pobreza, la descomposici¨®n del sistema educativo y las campa?as err¨¢ticas y/o inestables de los Gobiernos y la industria editorial. ¡°Lejos de apostar por una ampliaci¨®n significativa del mercado y creaci¨®n de lectores, suele refugiarse en las compras del Estado o inducidas por este para los programas escolares¡±, asegura Jos¨¦ Carre?o Carl¨®n, director del Fondo de Cultura Econ¨®mica, de M¨¦xico.
La falta de prioridad de los Gobiernos en la educaci¨®n es la clave del poco ¨¦xito de la lectura, afirma Orit Btesh, presidenta de la C¨¢mara Paname?a del Libro: ¡°No hay inversi¨®n en proyectos educativos y en el entrenamiento y preparaci¨®n de los docentes¡±. Esa falta de estabilidad en las pol¨ªticas p¨²blicas la recuerda C¨¦sar Antonio Molina, director de la Casa del Lector, de Madrid: ¡°Es una acci¨®n administrativa que requiere una mirada de largo plazo y una ejecuci¨®n de planes de car¨¢cter algo m¨¢s estrat¨¦gico que cosm¨¦tico¡±.
¡°El tiempo para leer, al igual que el tiempo para amar, dilata el tiempo de vivir¡±, Daniel Pennac.
Ni siquiera en Espa?a ha terminado de prender el h¨¢bito lector. Solo el 63% dice leer al menos un libro al a?o, cifra que baja a la mitad por semana o al d¨ªa. Es una secuela de los antiguos bajos ¨ªndices de alfabetizaci¨®n. ¡°Nunca han existido infraestructuras para la lectura. Las redes de bibliotecas han comenzado hace poco¡±, se lamenta Antonio Mar¨ªa ?vila, director de la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGEE).
La lectura de libros se corresponde con el ¨ªndice de lectura de peri¨®dicos, asegura Juan Luis Cebri¨¢n, presidente del grupo PRISA, editor de EL PA?S. La red de librer¨ªas en Latinoam¨¦rica es escasa, aclara el periodista y acad¨¦mico, quien insiste en que ¡°la base de todo es la educaci¨®n y el cambio de estrategia para inculcar la lectura en papel o e-book¡±.
El fomento y la promoci¨®n de la lectura debe despojarse de su carga utilitaria. Leer es un placer y eso es lo que se tiene que transmitir
Hay un llamado urgente: ¡°El fomento y la promoci¨®n de la lectura debe despojarse de su carga utilitaria. Leer es un placer y eso es lo que se tiene que transmitir¡±, reclama William Ospina, encargado hoy de la ponencia general Libro, lectura y educaci¨®n. Para el escritor colombiano es fundamental corregir esa filosof¨ªa de obligatoriedad y ¡°provecho¡± que suele ahuyentar lectores.
Otra v¨ªa de acercar la lectura es con la escritura. La relaci¨®n entre leer y elegir es decisiva, asegura ?ngel Gabilondo, exministro de Educaci¨®n: ¡°Aprender a leer es a su vez activar la capacidad de decidir. Frente a la pasiva recepci¨®n acr¨ªtica, se requiere la hospitalidad de la lectura. En ocasiones es m¨¢s interesante promover esta capacidad que leer una cantidad ingente de textos. Es m¨¢s decisivo leer despacio, desafiarse con encrucijadas en espacio de deliberaci¨®n, que tratar de zanjar de una vez por todas nuestras incertidumbres. Uno de los modos se propicia con la escritura¡±.
Esa es la l¨ªnea que explora Panam¨¢ desde hace dos a?os. Invitar a que sus escolares y padres de familia escriban cuentos o poemas. Buscar, cuenta la ministra de Educaci¨®n, Lucy Molinar, que el ¨²nico texto obligatorio sea el propio, generar curiosidad por lo que escribe el de al lado y as¨ª crear una cadena de lecturas y recomendaciones.
¡°El arte de leer es, en gran parte, el arte de volver a encontrar la vida en los libros y, gracias a ellos, de comprenderla mejor¡±, Andr¨¦ Maurois.
?Y las bibliotecas en un mundo anal¨®gico y digital? Buenos augurios da el director del FCE. Destaca que ya hay experiencias exitosas de bibliotecas que se est¨¢n reconvirtiendo en bibliotecas virtuales, sin que eso signifique que vayan a desaparecer las tradicionales. Es un servicio m¨¢s. Seg¨²n Carre?o, ¡°bibliotecas y librer¨ªas est¨¢n llamadas a convertirse en verdaderas escuelas de alfabetizaci¨®n digital¡±. En el mercado, la oferta de t¨ªtulos digitales se ha duplicado en Latinoam¨¦rica, en dos a?os ha pasado de 8,6% a 16,9%.
Cambios que requieren de una mayor participaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n. Deber¨ªan dar m¨¢s importancia a la lectura, y no solo con programas sobre libros, pide Pedro Cerrillo, director del Centro de Estudios de Promoci¨®n de la Lectura y Literatura Infantil de Espa?a (Cepli).
Un panorama que, desde Barcelona, resume Carmen Balcells, la agente literaria del boom latinoamericano. Se pregunta: ¡°?Qu¨¦ es primero? ?El pensamiento o la palabra? Yo creo que la palabra. ?Y por qu¨¦ la palabra? Porque es m¨¢s lenta que el pensamiento; al ser el pensamiento m¨¢s veloz, por potente que sea necesita pasar por el cuello que lo ordena y lo hace euf¨®nico. Yo dir¨ªa que irreversible. Ya est¨¢ dicho. Ya queda fijado. Luego yo dir¨ªa que la lectura. ?Por qu¨¦ la lectura? Porque la lectura es un acto constante y cotidiano, que deber¨ªa empezar a primera hora, a ser posible muy temprano con la lectura de los peri¨®dicos del d¨ªa. El h¨¢bito de leer en cualquier soporte y debido a cualquier actividad profesional, escolar o acad¨¦mica implica a continuaci¨®n leer y leer y leer; a veces, en una sinfon¨ªa extraordinaria que es leer y escribir. ?Y qu¨¦ significa el libro? El libro es la apoteosis final. El libro, que es un acto de amor, es muy d¨²ctil¡±.
¡°De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el m¨¢s asombroso es el libro; los dem¨¢s son extensiones de su cuerpo¡ Solo el libro es una extensi¨®n de la imaginaci¨®n y la memoria¡±, Borges.
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