¡°No se puede perjudicar a la educaci¨®n o la sanidad porque es una salvajada¡±
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, premio Nacional de Narrativa, cr¨ªtica los recortes Defiende que, sin "los aspectos simb¨®licos como el libro, est¨¢ en peligro la subsistencia de la especie"
Amor, traici¨®n y arrepentimiento con el trasfondo de la felicidad, o mejor, del concepto distorsionado de la felicidad. Son los pilares del tema que ha abordado Jos¨¦ Mar¨ªa Merino en la novela El r¨ªo del Ed¨¦n (Alfaguara) que le ha valido el Premio Nacional de Narrativa. Un galard¨®n que le ha servido al escritor y acad¨¦mico para alertar sobre los peligros de los recortes del Gobierno en sanidad, educaci¨®n y cultura, as¨ª como de la amenaza que acecha a la lectura por la falta de pol¨ªticas adecuadas: ¡°Si perdemos los aspectos simb¨®licos como el libro y su contenido literario est¨¢ en peligro la subsistencia de la especie porque es en la ficci¨®n, a trav¨¦s de la lectura, donde est¨¢ garantiza nuestra capacidad de imaginaci¨®n, nuestro desarrollo¡±.
Palabras pronunciadas telef¨®nicamente por Merino desde Ciudad de Panam¨¢. All¨ª recibi¨® la noticia tan pronto sali¨® el sol, a las seis de la ma?ana paname?a, una de la tarde de Espa?a. Acaba de participar en el VI Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola, celebrado entre el 20 y 23 de octubre, y lo har¨¢ hoy como tesorero de la Asociaci¨®n de Academias de la Lengua. Se levant¨®, y ya con el sol tropical sobre el Pac¨ªfico, Merino encendi¨® el IPad y vio un correo de su mujer, Maricarmen Norberto, donde le anunciaba la noticia. Y cuando no sal¨ªa de su sorpresa otro correo lo confirmaba, el de Mar¨ªa Teresa Lizaranzu, Directora General de Pol¨ªtica e Industrias Culturales y del Libro, y presidenta del jurado. Ya en el comedor del hotel, el desayuno tuvo que esperar un poco ante la felicitaci¨®n de los acad¨¦micos de las 22 Academias de la Lengua.
Es la alegr¨ªa que le ha dado El r¨ªo del Ed¨¦n. La historia de una pareja, Daniel y Tere, y su hijo Silvio, con s¨ªndrome de Down, sirve al escritor para analizar y contar no solo los sue?os, la crianza y la vida de una persona con esa deficiencia y lo que significa para su familia, sino que reflexiona sobre la idea plat¨®nica de la felicidad que ha colonizado cada vez m¨¢s el deseo y la mente de las personas presionada por la sociedad. ¡°Eso lleva a que no reconozcamos la verdadera felicidad, porque est¨¢ predeterminada por una idea religiosa que nos impide, a veces, valorar lo que tenemos. Siempre esperamos m¨¢s y eso genera infelicidad y desdicha¡±, lamenta el escritor.
Lo que hay que reformar son los planes de fomento de la lectura y de formaci¨®n de profesores. Ellos son los que tienen que contagiar a los alumnos del aprecio y amor por los libros y la lectura
Teniendo la novela como protagonista a esa familia con un ni?o con el s¨ªndrome de Down, Merino se queja de los recortes y cambios que el Gobierno est¨¢ haciendo a la sanidad: ¡°No se puede hacer recortes con guada?a, colocando todo al mismo nivel. No se puede perjudicar a la ciencia, la salud y la educaci¨®n o la cultura porque es una barbaridad, por no decir una salvajada. ?No se puede hacer todo con guada?a!¡±.
Autor de novelas, ensayos, libros infantiles y juveniles, Merino es tambi¨¦n considerado un maestro del microrrelato. Su presencia en el Congreso de la Lengua con m¨¢s de 200 expertos del mundo hispanohablante le ha servido para confirmar la vitalidad, riqueza y ampliaci¨®n del idioma; pero tambi¨¦n el riesgo que afronta ahora mismo el libro y la lectura. ¡°La creaci¨®n de lectores empieza por la familia que ha dejado esa funci¨®n. La iniciaci¨®n del ni?o en la lectura desde la casa ya no es lo mismo, los padres no les leen a los ni?os¡±. El siguiente llamado de Jos¨¦ Mar¨ªa Merino es, otra vez, al Gobierno, a la Reforma Educativa que despoja a los estudiantes de buena fuerza de las humanidades. En esa l¨ªnea, asegura convencido que ¡°lo que hay que reformar son los planes de fomento de la lectura y de formaci¨®n de profesores. Ellos son los que tienen que contagiar a los alumnos del aprecio y amor por los libros y la lectura. Pero si un profesor no est¨¢ convencido de ello y no se le dan las herramientas para que lo haga no hay nada que hacer¡±.
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