El Shangri-la indie-pop: anoraks y pantalones de cuero
Sam Knee recopila en ¡®A Scene in Between¡¯ el look perdido de los ochenta de bandas como Orange Juice, The Smiths, The Pastels, Primal Scream o los primeros My Bloody Valentine
Dentro del relato lineal de la historia (del pop), al que se suman con alegr¨ªa solemne tantos en 2013: la m¨²sica muri¨® un 3 de febrero de 1959 cuando Buddy Holly decidi¨® tomar un avi¨®n porque estaba cansado de viajar en bus (su americana transpiraba mal y estaba harto de oler a sudor en el escenario; el avi¨®n se estrell¨® ese d¨ªa con el genial gafotas, Ritchie Valens y The Big Bopper¡ justo unos meses antes de que los Beatles viajaran a Hamburgo). Por otro lado, seg¨²n Nik Cohn el pop se volvi¨® aburrido para siempre despu¨¦s del Sgt Pepper¡¯s (aunque por aquel entonces millares de mocosos con acn¨¦ rasgaran miles de guitarras baratas en los garajes de zonas residenciales yanquis) y, seg¨²n tant¨ªsimos, el punk llegar¨ªa como ¨²nica respuesta al tedioso rock progresivo de gongs, flautas traveseras y canciones que duraban lo que medio partido de f¨²tbol.
Por el mismo m¨¦todo simplificador, los ochenta ser¨ªan la ¨¦poca del estilo decadente, las hombreras modelo minibar y los aros de tama?o hula-hoop en las orejas, incluso la de looks nuevos como hard times, etiqueta inventada por Robert Elms en un The Face de 1982 (la ropa de un nuevo soulcialismo, aunque luego esos tejanos rotos pasaran a la historia por esos gemelos que respond¨ªan por el nombre de Bros).
Si eso de explicar la historia del pop fuera tan f¨¢cil, un libro como A Scene in Between. Tripping through the fashions of UK indie music 1980-1988 (Cicada) no tendr¨ªa sentido. Pero resulta que siempre hay tradiciones algo relegadas en su d¨ªa, cuya est¨¦tica acaba un par de d¨¦cadas despu¨¦s en Top Shop y en gran parte de los grupos de guitarras del siglo XXI.
Sam Knee era un adolescente algo cansado de los c¨¢nones del revival mod que tuvo la suerte de que a su hermana un d¨ªa se le ocurriera pinchar en la habitaci¨®n contigua el Psychedelic Jungle de The Cramps. Y enloqueci¨®: le pidi¨® unas planchas para el pelo a una amiga del cole, compr¨® un par de Chelsea boots baratas y una cazadora de cuero. ?l ya sab¨ªa que en el pr¨®logo a los conciertos de punk se escuchaban los trallazos garajeros recopilados en los Nuggets, pero fue a por el look punk sesentero definitivo. ¡°Los Cramps fueron capitales para m¨ª a los 15 a?os, cuando adem¨¢s descubrimos a The Scientists, que acababan de llegar a Londres. Los vimos abriendo para The Gun Club y nos vol¨® la cabeza su indiferencia delincuente y su visi¨®n grimosa de los sesenta¡±, explica Knee a este diario. ¡°Ellos se adelantaron un poco a la explosi¨®n de The Jesus and Mary Chain¡ Supongo que el hilo conductor era: chicos de los ochenta obsesionados con los m¨¢rgenes m¨¢s ruidosos de los sesenta¡±. Y a?ade: ¡°Al principio la ropa era lo primero, al menos cuando yo militaba en el revival mod, me fascinaban visualmente pero encontraba a las bandas algo estiradas y previsibles, as¨ª que me mud¨¦ r¨¢pido a la escena garaje e indie, donde las ropas ten¨ªan algo de los sesenta pero de forma m¨¢s punk y ca¨®tica; y all¨ª la m¨²sica estaba menos acartonada, era m¨¢s fascinante¡±.
Desde entonces, Knee fue corrigiendo levemente su apariencia y su colecci¨®n de discos con cada nueva epifan¨ªa, de Orange Juice, The Smiths y Josef K a los primeros My Bloody Valentine o a The Pastels. Y coleccionando im¨¢genes y portadas. Ahora recopila todas esas obsesiones en un tomo repleto de fotograf¨ªas in¨¦ditas de todas esas bandas que le cambiaron la vida en los ochenta, editado cuando muchos de los rasgos de ese estilo se han normalizado en las grandes cadenas de ropa (zapatos flecha, botines lustrados, pantalones pitillo, camisas polka-dot), grupos como The Pastels regresan con nuevo ¨¢lbum, Morrissey lanza su autobiograf¨ªa en la colecci¨®n de Dickens y Evelyn Waugh (Penguin Classics) y se reedita en CD (una extra?a pirueta de prematura recuperaci¨®n vintage mediante un formato digital con la reputaci¨®n de una meretriz victoriana) un cassette, editado por la revista NME, que marc¨® el rumbo de esa ¨¦poca: C-86.
¡®Antiglamour glamour¡¯
En ese mismo relato oficial, aunque en su versi¨®n indie, las bandas de twee y pop guitarrero cristalino pero algo deslavazado vieron c¨®mo su l¨ªbido se desplomaba y consagraban su vida a hornear magdalenas y a recordar los recreos del cole. Sin embargo, Amelia Fletcher, de Talulah Gosh, recuerda en una de las entrevistas que incluye este libro: ¡°Bobby Gillespie y Stephen Pastels jugaban con el imaginario infantil, en contacto con tu lado m¨¢s ani?ado, con el anorak, que es twee y deliberadamente na¨ªf, pero luego llevaban esos pantalones de cuero, que era algo as¨ª como decir: ¡®ha, ha, en realidad no tan ani?ado¡¯¡±.
Ella, al margen de ser uno de los iconos femeninos de esa escena, junto a otros como Tracey Thorn de Marine Girls y Everything But The Girl (que recientemente tambi¨¦n hablaba de todo esto en su autobiograf¨ªa Bedsit Disco Queen), es la demostraci¨®n de que esa visi¨®n del indie-pop de los ochenta es algo simplista y que esas bandas aportaron otros ¨¢ngulos: una lucha contra la actitud macho (la guitarra como ortopedia f¨¢lica, como andropenis musical), un papel crucial de las mujeres en bandas (que prefigur¨®, reconocido por ellas, muchos aspectos del impulso riot grrrl) o una prolongaci¨®n de la autonom¨ªa en fanzines y autoedici¨®n. ¡°Todos esos puntos son importantes¡±, explica este fan, que atesora como fetiche favorito unas Chelsea boots de ante marr¨®n de la firma Denson, ¡°Lamentablemente con modas como el grunge o la cultura del ¨¦xtasi se vio un retroceso hacia actitudes ya superadas, como si el punk no hubiera existido nunca y estuvi¨¦ramos en 1973 otra vez¡¡±
Tambi¨¦n, un estilo audaz a partir de materiales baratos: Stephen Pastel confiesa en A Scene in Between que le cortaban el pelo sus amigas y que compraba sus jerseys con cuello de V en Marks & Spencer, los zapatos Clarks en cualquier tienda de barrio y el resto de polos, camisas, abrigos escolares o anoraks en mercadillos al aire libre: ¡°No quer¨ªamos gastar demasiado¡ Y siempre ir c¨®modos. Como mucho busc¨¢bamos un glamour antiglamuroso, como cuando Jane Asher hace autostop en Alfie¡±. Un estilo inspirado en el de los manifestantes de la CND que aparecen en el libro Protest without ilusions, de Vernon Richards, pero tambi¨¦n en las fotograf¨ªas de contraportadas de la Velvet o en el crisol colorista de Kaleidoscope o The Byrds en 1965. Corte de taz¨®n, camisas estampadas (topos, paramecios, qui¨¦n da m¨¢s), pantalones ce?idos, en cualquier caso.
¡°En los ochenta no hab¨ªa tiendas espec¨ªficas para las escenas indies¡ Adem¨¢s, ten en cuenta que la gran mayor¨ªa de gente estaba arruinada, tanto estudiantes como gente en el paro durante los a?os de Thatcher, as¨ª que la mejor opci¨®n eran las charity shops y los mercadillos, adem¨¢s de los grandes almacenes para comprar b¨¢sicos de marca blanca¡±, explica el autor, ¡°Por suerte para mi generaci¨®n, s¨®lo hab¨ªan pasado menos de 20 a?os desde los sesenta as¨ª que encontrabas a¨²n saldos de aquella ¨¦poca¡±. Algo diferente a la situaci¨®n actual, donde puedes ataviarte con un uniforme filomod o de inspiraci¨®n rockabilly en cualquier cadena¡ ¡°S¨ª, pero aquella dificultad hac¨ªa que todo fuera m¨¢s org¨¢nico, nadie vest¨ªa id¨¦ntico a otro, al margen de las Chelsea boots o de los creepers¡ Los dise?adores siempre han mirado a las modas callejeras para inspirarse, pero siempre con su interpretaci¨®n cegata y est¨¦ril de algo que es real, normalmente equivoc¨¢ndose por completo. La de mi ¨¦poca se cultiv¨® al margen del mundo mainstream y sin tener en cuenta a la sociedad m¨¢s cuadriculada. La confusi¨®n, por ejemplo de todo lo surgido del postpunk, era entonces importante. Confusion is sex, que dir¨ªan Sonic Youth¡±.
Otro ejemplo: cuando llegaron The Jesus and Mary Chain, todos reconocen que a su lado ten¨ªan pinta de carcamales entrados en carnes y ¨¦stos confesaban la capital influencia del libro Rock¡¯n¡¯Roll Times, de Jurgen Vollmer (1982): estudiantes existencialistas, beatniks de instituto, Beatles en Hamburgo y peinados rectil¨ªneos.
Morrissey, cambio de camisa
En aquellos a?os, Morrissey contesta postales a sus fans (que A Scene in Between tambi¨¦n recoge). A Innis McAllister le dice que la fotograf¨ªa para Zigzag Magazine le gusta, b¨¢sicamente, porque ¡°La camisa sali¨® bien, lo cual es, por supuesto, lo ¨²nico que importa¡± (una camisa negra abierta hasta el tercer bot¨®n con estampado de capullos blancos; no busquen simbolismos), si bien en un i-D Magazine del 83 se desmarca: ¡°El estilo no tiene nada que ver con la ropa. Las prendas ya no son una ventana al alma como en los sesenta¡±.
Desfilan, pues, fotograf¨ªas de los Smiths, de Primal Scream y de My Bloody Valentine, pero tambi¨¦n de Josef K, The Pooh Sticks y Lawrence de Felt (camiseta Abanderado blanca con un bolsillo en la pechera abultado por un paquete de Marlboro Light). Los mitos son aqu¨ª Dan Treacey o Stephen Pastels y aparecen, en definitiva, muchos grupos que no ten¨ªan cameo propio en biblias del estilo en bandas de pop brit¨¢nico como The Look (Paul Gorman), The way we wore (Robert Elms) o en los art¨ªculos de Paolo Hewitt. Un shangri-la sartorialista, un Atlantis de influencias, que Knee repasa con monta?as de material gr¨¢fico y con testimonios y recortes de sus protagonistas. ¡°La idea de libro viene de lejos y ya la fui trabajando en mi blog Leaders of Men durante a?os. Pregunt¨¦ a Stephen Pastel y a David Conway, de My Bloody Valentine, si ten¨ªan material con el que quisieran contribuir¡ y fueron incre¨ªblemente amables y me animaron a continuar. Este es el resultado¡±. Y el resultado es un manual de entomolog¨ªa de pintas e inspiraciones poco reconocidas y muy reconocibles a d¨ªa de hoy.
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